BRASILIA.- A cinco días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de
Brasil, el candidato ultraderechista Jail Bolsonaro mantiene una
importante ventaja sobre el izquierdista Fernando Haddad.
Una encuesta
publicada el lunes por la consultora BTGPactual asegura que Bolsonaro se
llevaría el 60% de los votos frente al 40% que obtendría Haddad. El
domingo 28 de octubre culminará una campaña que ha despertado el
fantasma de la Guerra Fría y se ha visto contaminada por un aluvión de
noticias falsas en las redes sociales.
Por el lado del capitán de la reserva del Ejército, Bolsonaro, al que
todas las encuestas le atribuyen un absoluto favoritismo, se abundó en
la necesidad de “barrer al comunismo”, mientras que la campaña del
candidato del Partido de los Trabajadores (PT) se cansó de alertar sobre
la vuelta de una dictadura si gana su adversario.
La propaganda del candidato de la ultraderecha alertó a diario de que
el país “no puede ser obligado seguir el camino de Venezuela o de Cuba”
y, desde la otra acera, la de Haddad presentó testimonios de personas
que fueron torturadas durante la dictadura que gobernó en Brasil entre
1964 y 1985 y que Bolsonaro tiene como modelo.
En ese clima ideológico más propio de las décadas de 1960 o 1970,
también hubo de uno y otro lado numerosas acusaciones de difusión de
noticias falsas, que en el caso de Bolsonaro parecieron más evidentes y
llevaron al PT a denunciarlo formalmente ante el Tribunal Superior
Electoral (TSE).
La campaña de Haddad apoyó en parte sus acusaciones en un amplio
reportaje publicado por el diario Folha de Sao Paulo, en el cual se
denunció que empresarios ligados a Bolsonaro pagaron a compañías de
tecnología por el envío masivo de mensajes a través de WhatsApp, en los
que se denigraba y mentía sobre el candidato del PT.
El caso tomó tales dimensiones que el TSE abrió una investigación
sobre el asunto y la Procuraduría General inició otra, pero desde el
punto de vista penal, centrada sobre todo en los mensajes a través de
WhatsApp, red con unos 120 millones de usuarios en Brasil que, en las
últimas semanas, recibieron un “bombardeo” político virtual.
Según Bolsonaro, no existe forma de “controlar” a sus “millones de
seguidores”, pero esas maniobras no partieron de su campaña y hasta
podrían haber sido orquestadas por el propio PT para “fabricar otras
‘fake news'”, de las que también se dice víctima.
Autoridades del TSE, del Gobierno y de la Policía Federal
garantizaron que toda denuncia será investigada, pero dentro del “debido
proceso legal”, que no funciona a la misma velocidad que alcanza una
noticia falsa difundida en internet.
El fuerte uso de las redes sociales fue reforzado en parte por
Bolsonaro, que aún convaleciente en su domicilio de la cuchillada que
sufrió durante un mitin el pasado 6 de septiembre se refugió en esos
medios y esgrimió su situación médica para evitar participar en los
cuatro debates con Haddad que estaban previstos en televisión.
Según Haddad, un intelectual con muchos más recursos de oratoria que
el capitán, Bolsonaro se “escondió” con la excusa de su salud, pese a
que los médicos le habían liberado para los debates, a fin de no exponer
en la televisión su “escasa preparación” para gobernar.
Bolsonaro, por su parte, admitió que su negativa a debatir con Haddad
era parte de una “estrategia política”, pero también se valió de eso
para meter el dedo en unas de las llagas de su adversario.
“No tendría problemas en debatir con el candidato del PT, pero no con
el fantoche, sino con el verdadero, que está preso”, declaró más de una
vez en alusión a Luiz Inácio Lula da Silva, en la cárcel por corrupción
y a quien Haddad sustituyó como abanderado del partido.
En cualquier caso, esa “estrategia” parece haber dado resultado y
Bolsonaro llegará a las elecciones del próximo domingo como favorito
indiscutible. Todas las encuestas coinciden en que ganará con cerca del
60 % de los votos, frente al 40 % que obtendría el candidato del PT.
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