BRUSELAS.- La polémica en torno al presupuesto
italiano, que incumple las normas de disciplina comunitaria, amenaza con
dar argumentos a los países más escépticos con la reforma de la
eurozona justo cuando entran en la recta final las negociaciones para
cerrar un acuerdo en diciembre.
Los líderes de la
Unión Europea celebraron hoy una "cumbre del euro" para evaluar los
avances conseguidos en las conversaciones desde junio.
El primer ministro italiano Giuseppe Conte, aprovechó el
encuentro para presentar las cuentas a sus colegas, por iniciativa
propia y a pesar de que no estaba en la agenda, y mantener reuniones
bilaterales con los líderes de Alemania, Francia y Holanda en las que
tantear el grado de preocupación entre las grandes potencias del euro.
Roma envió el lunes a Bruselas un borrador de presupuesto de 2019 que
plantea un aumento de déficit, gasto y deuda pública que han llevado a
la Comisión Europea (CE) a advertirle formalmente de que incumple las
reglas.
Con este telón de fondo, el primer ministro
holandés, Mark Rutte, fue el más explícito sobre su preocupación con
unos presupuestos que considera "no son buenos para Italia ni para la
eurozona" y al declarar que "apoya totalmente" a la CE si tiene que
rechazarlo.
Rutte fue más allá y aseguró que las
dudas sobre Italia pueden afectar a la reforma de la eurozona y que
incluso aquellas decisiones que "no están muy lejos" podrían "verse
afectadas por las preocupaciones que ahora tenemos todos sobre Italia".
A las voces críticas se sumaron el primer ministro finlandés, Juha
Sipilä, y el canciller austríaco, Sebastian Kurz, quien incidió en que
los criterios "son válidos para todos" y recordó que en el pasado se vio
"de forma muy negativa que algunas veces se hicieron excepciones para
grandes Estados".
El presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, admitió durante la rueda de prensa tras el
encuentro que varios colegas le han pedido que no dé más flexibilidad a
Italia y aseguró que "no tienen intención" de hacerlo, recordado que
Roma es el "único país" que ha aprovechado todo el margen de maniobra
que dan las normas.
Holanda, Austria y Finlandia se
encuentran entre los países más escépticos con respecto a la reforma de
la eurozona, y el incumplimiento de Italia, admiten fuentes europeas,
podría servirles de "munición" en contra de unas medidas que buscan
aportar soluciones comunes para crisis en cualquier miembro del euro.
De hecho, ocho Estados encabezados por Holanda (Irlanda, Dinamarca,
Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania) firmaron el año pasado
una carta en la que pedían justamente que no se avanzase en reformas de
calado mientras los países no saneasen sus propias finanzas nacionales,
temerosos de tener que costear los desmanes de otros.
El desvío de Italia, a quien ya se tenía en el punto de mira por sus
dificultades para reducir la deuda (en el 137 % del PIB) y morosidad de
sus bancos, da argumentos a quienes demandan más reducción de riesgos
antes de ponerlos en común con instrumentos como el Sistema Europeo de
Garantía de Depósitos.
Más indulgentes con Roma se
mostraron Alemania y Francia, quienes recordaron que corresponde a la
Comisión evaluar las cuentas e insistieron en que deben conseguirse
resultados sobre la reforma del euro en diciembre.
"Francia respeta el procedimiento y lo que nos gustaría es que Italia
tuviera el máximo crecimiento posible para que la vida de los ciudadanos
fuera lo mejor posible", dijo el presidente francés, Emmanuel Macron.
La canciller alemana, Angela Merkel, pidió "un diálogo bueno, honesto y
transparente" entre Bruselas y Roma e incluso señaló que algunas de las
reformas estructurales propuestas por el Gobierno italiano "pueden ser
buenas" para el país.
Los líderes de la UE
reafirmaron su compromiso de que en diciembre haya sobre la mesa un
paquete para la reforma del euro, por lo que pedirán a sus ministros
acelerar los trabajos técnicos.
Las discusiones se
centran en el cortafuegos para el Fondo Único de Resolución bancaria
(cuyo fin es garantizar que se pueden costear las resoluciones ordenadas
por las autoridades europeas) y en reforzar el poder del Mecanismo de
Estabilidad Europeo (el fondo de rescate) en futuros programas de
asistencia financiera.
En ambos puntos se ha avanzado
en la negociación, no así en el Sistema Europeo de Garantía de
Depósitos, dónde debe pactarse un calendario para iniciar negociaciones
políticas.
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