miércoles, 24 de octubre de 2018

El Príncipe heredero saudí tiene sangre en sus manos, según un asesor turco

WASHINGTON.- El príncipe heredero Mohammed bin Salman tiene "sangre en sus manos" en el caso del asesinato del crítico del gobierno Jamal Khashoggi, dijo un asesor del presidente de Turquía, en la primera acusación directa del país contra el poder detrás del trono saudí.

La acusación de Ilnur Cevik se produjo un día después de que el presidente Recep Tayyip Erdogan dijera que el asesinato fue planificado de antemano, pero no llegó a implicar al impetuoso joven líder, cuyas ambiciones de una Arabia Saudita modernizada se han visto socavadas por su inclinación a hacer enemigos en el país y en el extranjero. El miércoles, Erdogan intensificó esa retórica al decir que quienes ordenaron el asesinato también deben enfrentar la justicia.
"Es un gesto inútil tratar de distanciar al príncipe heredero de la monstruosa atrocidad cometida por los saudíes”, dijo Cevik en una columna publicada el miércoles. 
"El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede tratar de defender a Mohammed bin Salman para que Washington pueda usarlo para sus planes contra Irán; sin embargo, de ahora en adelante, donde quiera que vaya el príncipe heredero, será considerado como el hombre con la sangre de Khashoggi en sus manos".
El asesinato de Khashoggi ha tensado los ya débiles lazos entre Turquía y Arabia Saudita, dos potencias regionales que compiten por la supremacía en el mundo musulmán. Erdogan ha aprovechado la indignación internacional por el caso para seguir dañando la imagen de Arabia Saudita. 
Ahora está dirigiendo el foco de atención cada vez más a su gobernante de facto, cuyos esfuerzos por presentarse como un aliado confiable y reformador han chocado con la realidad menos halagadora de una despiadada consolidación de poder y aventuras fallidas en materia de política exterior, como la guerra en Yemen y el boicot de Qatar.
Después de insistir durante dos semanas que Khashoggi había dejado el consulado de Arabia Saudita en Estambul poco después de ingresar el 2 de octubre para obtener los papeles para su próximo matrimonio, el reino dijo que el periodista de 59 años había sido asesinado cuando una discusión se convirtió en una pelea.
Khashoggi, quien durante años fue asesor de un alto miembro de la familia real, cayó en desgracia con el ascenso al poder del príncipe Mohammed y el año pasado se autoexilió a EE.UU. Desde allí, escribía columnas en el diario Washington Post criticando los cambios que se llevan a cabo en Arabia Saudita.
El cambiante discurso saudí sobre lo que pasó con Khashoggi se ha topado con un amplio escepticismo, incluso de los aliados saudíes.
El presidente Trump, cuya respuesta en un comienzo fue el silencio, criticó el martes las explicaciones de Arabia Saudita calificándolas de "uno de los peores" encubrimientos en la historia y dijo que dejaría que el Congreso decida qué hacer.
Legisladores tanto del partido republicano como demócrata han exigido sanciones severas contra Arabia Saudita y algunos han instado a bloquear las ventas de armas al reino, una medida a la que Trump se ha opuesto públicamente debido a las preocupaciones del perjuicio que podría significar para las empresas y los trabajadores estadounidenses.
Sin embargo, cuando la indignación internacional ha mantenido la polémica en las primeras páginas durante casi un mes, la posición de EE.UU. se ha endurecido. 
El secretario de Estado, Michael Pompeo, dijo el martes que EE.UU. estaba actuando contra individuos que sospecha que estarían involucrados en el asesinato, sin identificar sus nombres o nacionalidades. EE.UU. está revocando o bloqueando visas a 21 sospechosos en el incidente y revisando la posibilidad aplicar de sanciones contra ellos.
La polémica ha opacado una conferencia de inversiones de tres días en Riad que comenzó el martes, donde un sonriente príncipe Mohammed posó para tomarse fotografías y los funcionarios saudíes intentaron limitar el daño del asesinato.
Creada por MBS, como se conoce al gobernante de facto de 33 años de Arabia Saudita, la Iniciativa de Inversión Futura estaba concebida como un foro para que inversionistas internacionales participaran en su ambiciosa agenda económica.

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