BUENOS AIRES.- La elevada inflación en Argentina,
que en septiembre repuntó un 6,5 %, récord en el año y una de las cifras
más altas desde la quiebra del 2001, es un "coletazo" de la crisis
financiera desatada hace meses y que está alcanzando su punto más alto,
explicó el economista Ignacio Carballo.
"Son
coletazos de lo que fue esta crisis que comenzó allá por fines del mes
de abril, y hoy se estima que está llegando al punto culmen para después
empezar a bajar", opinó Carballo, docente e investigador de la
Universidad de Buenos Aires y la Universidad Católica Argentina.
Para el experto, al analizar la inflación se debe
observar en paralelo el tipo de cambio, y es que desde abril hasta mayo
el dólar se ha disparado un 98,5 % frente al peso argentino, y un 37,8 %
en agosto, una fuerte devaluación que va trasladando a los precios de
una manera "aletargada" por la caída del consumo, que no permite que las
actualizaciones sean inmediatas.
Carballo señaló
también como causantes a los aumentos de los precios regulados, como los
de la electricidad o la gasolina, que impactan notablemente a su vez en
productos como alimentos y bebidas.
El tipo de
cambio, empleado comúnmente como un termómetro para medir la confianza y
la situación económica del país, se ubica actualmente en 37,10 pesos
por dólar, pero a finales de agosto rozaba los 42 pesos, "una
turbulencia por la incertidumbre en un momento de cambios", durante la
negociación de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
(FMI).
Ahora, tras semanas de mayor estabilidad,
Carballo aprecia un "mercado acomodándose a un nuevo punto de
equilibrio", y cree que la adopción de una política monetaria más
restrictiva y la fijación de bandas de no intervención cambiaria han
contribuido a "quitar la parte más especulativa" de la volatilidad de la
divisa argentina.
Sin embargo, la decisión del Banco
Central de eliminar la emisión de dinero, anunciada a finales de
septiembre, tendrá unas consecuencias "de manual: caída de la inversión,
caída del salario real, que conlleva una caída del consumo, que
conlleva un freno de la economía".
Esa política
"profundiza" la recesión económica, ya que ha elevado los tipos de
interés hasta superar en ocasiones el 70 %, y con esa tasa "no hay
economía real que el gane a la economía financiera, no hay crédito
posible que permita suavizar la caída del consumo.
En
esta coyuntura, el Gobierno fía su futuro económico a reducir a cero el
déficit fiscal primario el próximo año, y a que la devaluación sume
competitividad e impulse las exportaciones y la inversión, dos puntos
con los que Carballo se muestra escéptico.
Acerca del
ajuste pactado con el FMI, el economista recordó que en 2019 hay
elecciones presidenciales, y existe una "regla" histórica de que en años
electorales el gasto público no se reduce; y frente al factor de la
devaluación afirmó que "la competitividad obtenida solamente por tipo de
cambio es una competitividad espuria, es transitoria".
No obstante, Carballo ve muy remota la posibilidad de que Argentina
vuelva a caer a sus peores momentos, y aun "en el peor de los casos, no
puede pensarse algo de la magnitud de la crisis del 2001".
En esos momentos, el Gobierno enfrentó una crisis cambiaria, al tener
que salir de la paridad del peso con el dólar, financiera, con las
deudas y los depósitos bancarios en divisa estadounidense, y política,
con un presidente huyendo en helicóptero de la Casa Rosada y una
sucesión de mandatarios en pocos días, unas condiciones que, para el
economista, no son comparables a las actuales.
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