sábado, 20 de octubre de 2018

Objetivo de Arabia Saudí: proteger al príncipe heredero en el ‘caso Khashoggi’

MADRID.- Arabia Saudí ha reconocido en la madrugada de este sábado que el periodista Jamal Khashoggi murió dentro de su consulado en Estambul. El comunicado oficial dice que pereció en una pelea y anuncia la detención de 18 personas, así como la destitución de varios altos cargos. 

Sin embargo, después de dos semanas largas de negativas, Riad sigue sin aclarar de forma convincente qué sucedió en la legación diplomática y dónde está el cuerpo de la víctima. Todos los esfuerzos saudíes parecen orientados a proteger al príncipe heredero y hombre fuerte del país, Mohamed Bin Salmán, cuya imagen se ha visto salpicada por el deplorable suceso.
El fiscal general del reino informaba de que, según “investigaciones preliminares” de su oficina sobre la desaparición de Khashoggi, “una discusión entre él y las personas con las que se reunió en el consulado desencadenó una pelea que le causó la muerte”. 
Los medios saudíes se hicieron eco de la noticia de forma inmediata. También dieron cuenta de la destitución de Saud al Qahtani, considerado una versión saudí del Steve Bannon estadounidense y cercano colaborador del heredero; el general Ahmed Asiri, vicedirector de los servicios de información exterior, y otros cuatro generales de ese departamento.
La explicación saudí ha sido recibida con escepticismo. “¿Un hombre de 60 años que se enfrenta a dos docenas de tipos? Es la peor coartada que he escuchado. Se necesita una investigación de la ONU”, ha tuiteado Andrew Stroehlein, director de comunicación de Human Rights Watch (HRW), haciéndose eco de un sentir generalizado entre defensores de Derechos Humanos, académicos y periodistas. 
Más cautos, los Gobiernos occidentales valoran si creerse o no esta nueva versión saudí (Alemania pide más aclaraciones, mientras que el Reino Unido está evaluando sus “próximos pasos”). Sin embargo, el presidente de EE UU, Donald Trump, ha dicho que la considera “creíble”.
Aunque la redacción del texto parece apuntar a un accidente, precisiones posteriores de fuentes oficiales dejan en el aire la posibilidad de una operación no autorizada. Un comunicado del Centro de Comunicaciones Internacionales del Gobierno (CIC en sus siglas inglesas) explica que un sospechoso no identificado viajó a Estambul para reunirse con Khashoggi “porque había indicaciones de la posibilidad de que regresara al país”, pero no precisa qué tuvo que ver esta persona con la pelea. Los saudíes tampoco han aclarado dónde está el cuerpo del periodista.
Khashoggi, crítico con la gestión del heredero, se había autoexiliado en EE UU hace un año, tras ser advertido desde la Corte para que rebajara el tono y dejara de hablar con la prensa extranjera. 
El pasado día 2 se perdió su pista después de que a la una y cuarto de la tarde entrara en el consulado saudí en Estambul para obtener unos documentos que le permitieran casarse con su prometida turca. Desde entonces, los responsables turcos han filtrado, sin confirmarlo oficialmente, que fue asesinado y descuartizado dentro del edificio diplomático, acusaciones que Riad ha desmentido de forma tajante.
Pero a medida que pasaban los días y los saudíes no podían probar que Khashoggi hubiera salido del consulado como aseguraban, la presión internacional ha obligado a los responsables del reino a buscar una salida. 
Según la crónica que hoy publica El País, todos los esfuerzos parecen orientados a alejar las sospechas del príncipe Mohamed, a quien el rey Salmán ha confiado el día a día de Arabia Saudí. MBS, como se le conoce, ha lanzado un ambicioso programa de reformas económicas y sociales, cuyo enunciado ha recibido un respaldo generalizado, pero cuya puesta en práctica ha suscitado críticas. Como también han suscitado críticas su intervención militar en Yemen, su aislamiento de Qatar o su trato al primer ministro libanés, Saad Hariri.
Lo ocurrido con Khashoggi ha supuesto un terrible bochorno para el heredero, cuya imagen se ha visto inevitablemente salpicada. Dado el total control del poder que proyecta, cuesta creer que no tuviera conocimiento de lo ocurrido en su consulado en Estambul. 
Sin embargo, eso es lo que dijo en una entrevista con Bloomberg tres días después de la desaparición del periodista, y lo que, según Trump, le repitió a él cuando le llamó para preguntarle por el caso. El éxito de la estrategia saudí depende de que logren mantener el apoyo de EE UU. La sintonía de Mohamed Bin Salmán (y su entorno) con la administración estadounidense pudo envalentonar al joven príncipe.
“MBS no tenía conocimiento de esta operación concreta y por supuesto no ordenó el secuestro o el asesinato de nadie”, ha asegurado a la agencia Reuters un funcionario saudí conocedor de la investigación llevada a cabo por el reino. La fuente ha negado también que existiera una orden para matar o secuestrar a Khashoggi, aunque admite que existen instrucciones para llevar de vuelta al país a los críticos.
El cierre de filas en torno al príncipe más poderoso que ha tenido Arabia Saudí se completa con la decisión del rey de poner a MBS al frente de un comité ministerial que debe remodelar los servicios de información, tras su descabezamiento con la destitución de Asiri y otros cuatro generales. 
Para los escépticos, tanto los militares como el antes citado Al Qahtani son meros chivos expiatorios. Aunque Khashoggi había mencionado que este colaborador del heredero se puso en contacto con él para ofrecerle regresar al reino, pocos creen que actuara de su propia iniciativa.
“¿Usted cree que actúo por mi cuenta sin orientación? Soy un empleado y fiel ejecutor de las órdenes de mi señor, el rey, y de su alteza real el príncipe heredero”, declaraba Al Qahtani hace un año. Incluso tras su cese, les ha reiterado su agradecimiento y lealtad.


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