NAIROBI.- Una aldea en el oeste de Kenia -cuyo nombre se mantiene en secreto para no atraer a
más gente- es uno de los que la oenegé estadounidense Give Directly
escogió para ensayar la renta mínima universal en la región de Bondo,
seleccionada por su nivel de empobrecimiento, su estabilidad y la
eficacia de un sistema de transferencia de dinero por teléfono utilizado
en Kenia.
Creada en 2010, esta organización, activa en varios
países africanos, se desmarca de la ayuda humanitaria "tradicional" y
opta por darle el dinero directamente a la gente, en lugar de "decidir
en su lugar" qué es lo que necesitan, explica Caroline Teti, responsable
del área de relaciones exteriores de Give Directly en Kenia.
Ahora, desea estudiar la eficacia de los ingresos mensuales.
"Planteamos una serie de
preguntas: cuando damos el dinero a la gente cada mes, ¿dejarán de
trabajar? ¿tomarán riesgos en sus inversiones sabiendo que tendrán más
ingresos pase lo que pase?", explica Teti. "¿Cómo afecta eso a sus
aspiraciones?".
"Hay un debate a nivel mundial sobre la renta
universal y queremos pruebas para avanzar", añade, indicando que el
estudio se inscribe en un contexto específico de "alivio del a pobreza
en África".
"En Occidente, el debate sobre la renta universal es otro y
gira, sobre todo, en torno al papel del Estado del bienestar o de las
pérdidas de empleo".
La aldea de Molly es un "piloto". El verdadero estudio, que empezó en enero, se lleva a cabo en decenas de aldeas de la región.
En
total, se beneficiarán del programa unas 20.000 personas. Los
habitantes de 40 de éstas recibirán 2.250 shillings al mes durante doce
años, mientras que los de 80 aldeas recibirán la misma suma durante solo
dos años.
Los residentes de otras 76 aldeas recibirán, por su parte,
51.000 shillings (440 euros) en dos tandas con dos meses de intervalo,
un modo de funcionamiento más parecido al que la oenegé ha llevado a
cabo tradicionalmente.
"En una situación de
conflicto, por ejemplo, la gente se ve afectada más allá de las
[necesidades] básicas y quizá se hayan quedado sin un lugar para dormir.
En ese contexto, una renta fija básica puede formar parte de la
solución, pero no puede ser la única solución", subraya Teti.
Además, la responsable recalca que ese programa no persigue sustituir al Estado para la construcción de escuelas u hospitales.
A la pregunta de si la renta universal se le había
subido a la gente a la cabeza, todos los habitantes de la aldea
contestan lo mismo: "2.250 shillings no basta para comprar cosas
inútiles, solo es suficiente para alimentarse y salir de la pobreza",
considera Samson, un empresario de 72 años.
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