La primera ministra británica Theresa May no es Margaret Thatcher
pero en trabajo y tenacidad no le va a la zaga a la ‘dama de hierro’. Y
de momento acaba de conseguir un buen acuerdo para su país -“el mejor
posible”, dijo- en las duras negociaciones del Brexit y tras una ardua
labor negociadora plagada de obstáculos.
Los que ella heredó por causa del temerario referéndum que convocó
David Cameron y que, contra todo pronóstico, ganaron los euroescépticos y
obligó a May a pilotar la salida del Reino Unido de la UE en
circunstancias difíciles de pactar con sus aliados de Irlanda del Norte,
su grupo parlamentario y su propio gobierno.
El mismo con el que ayer May, después de cinco horas de reunión,
llegó a un acuerdo sobre el proyecto que ella ya ha pactado con la Unión
Europea.
Lo que sin duda constituye un importante y decisivo paso que fue
saludado con optimismo por los negociadores de la UE, mientras en
Bruselas se ponía en marcha todo el operativo político para que sus
principales instituciones como el Consejo Europeo del día 25 ratifique
el acuerdo.
Lo que también debe hacer el Parlamento británico ahora que se ha
hecho público el documento del pacto. Y lo que conducirá a la salida
oficial del Reino Unido de la Unión Europea el próximo 29 de marzo de
2019. Como lo anunció ayer May en la Cámara de los Comunes asegurando
que no habrá ningún otro referéndum en Gran Bretaña sobre esta misma
cuestión.
Un acuerdo entre Londres y Bruselas donde se incluye un apartado
sobre la situación en la que quedará Gibraltar tras la salida del Reino
Unido de la UE. Apartado que ha sido negociado por Londres y Madrid y en
el que, al final, España no incluyó ninguna petición sobre la
cosoberanía de La Roca (como lo pretendía el anterior Gobierno de Rajoy)
a cambio de garantías contra el contrabando de tabaco y más ventajas de
índole económica y laboral para los trabajadores españoles que todos
los días se desplazan al Peñón.
La clave del acuerdo hallado entre May y la UE sobre el obstáculo de
las fronteras de las dos Irlandas y la UE se basa sobre todo en un
aplazamiento del problema durante los dos años de transición del pacto,
donde se espera mejorar e ir perfeccionando un pequeño paso inicial.
Inicialmente y en ese periodo de casi dos años manteniendo la Unión
Aduanera hasta el 31 de diciembre de 2020.
Y mientras se negocia la futura relación comercial del Reino Unido
con la UE a partir del 30 de marzo de 2019, una vez que Gran Bretaña
haya salido, el día antes, de la UE por lo que Bruselas negociará con
Londres como si fuera un tercer país ajeno a su entorno político y
comercial de la Unión Europea.
La que seguirá su propio periplo sin Gran Bretaña que, a su vez,
habrá recuperado su autonomía e independencia tal y como se acordó al
término del referéndum del Brexit del que muy posiblemente muchos
británicos se arrepentirán entre otras cosas porque los aleja de las
grandes potencias del mundo global.
(*) Periodista español
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