jueves, 8 de noviembre de 2018

Bruselas tampoco cree las previsiones españolas / Primo González *

Bruselas no ha dado un portazo tajante a las cuentas y previsiones económicas presentadas por el Gobierno español pero ha tomado distancias. Considera que las previsiones gubernamentales  sobre la economía son algo irreales y subidas de optimismo.  

Nada grave, dada la situación que atraviesa Italia por razones bastante similares, aunque de mayor cuantía, y sobre todo nada serio en relación con el  estatus español, que podrá salir del Procedimiento de Déficit Excesivo, en el que entraban los países con un déficit superior al 3% del PIB. España es el único país que está en la fase de abandono de este grupo de malos gestores, en donde ha pernoctado durante bastantes años.  Ahora toca respirar.

Con todo, Bruselas ha rebajado un tanto el optimismo con el que España ha elaborado las cuentas, aún con la limitación de no disponer de un Presupuesto en vigor, lo que limita la capacidad de actuación gubernamental y puede tener consecuencias negativas sobre la economía en el inmediato futuro, si con el transcurso de los meses persisten las limitaciones derivadas de la inexistencia de un Presupuesto aprobado.

La rebaja del optimismo  se centra en varios puntos. El primero, las previsiones de crecimiento del PIB, que no están a la altura de las que se habían formulado hace pocos meses pero que apenas difieren de las que han formulado algunos organismos privados y hasta el propio Gobierno. 

España tendrá que  conformarse con un 2,6% de crecimiento este año y un 2,2% el próximo, previsiones que  se ajustan a las nuevas estimaciones que maneja Bruselas para  el conjunto de la zona euro, ya que Europa  ha ajustado a la baja, hasta el 2,1%, el posible crecimiento del PIB para este año y al 1,9% para el próximo. La rebaja del PIB europeo no es desde luego nada buena para España porque a la zona euro va el 70% de nuestra exportación y de ahí procede el grueso de los visitantes turísticos.  

Si  ambas variables se resquebrajan, la economía española tendrá menos  argumentos para  mantener el crecimiento y el ritmo de creación de empleo de estos últimos años.

La segunda cuestión que Bruselas ha puesto en entredicho  atañe a las cifras del Presupuesto y a la postre a las previsiones de déficit. Tal y como ya han diagnosticado bastantes analistas domésticos,  las previsiones de ingresos presentadas por el Gobierno, tanto las de figuras impositivas anteriores como las de nuevo cuño, dan una previsión de ingresos fiscales que no será fácil de alcanzar. 

Dicho de otra forma, Bruselas ratifica la impresión generalizada según la cual España  no logrará recaudar tanto como prevé el Gobierno, lo que a la postre es muy probable que se traduzca en más déficit. Las primeras estimaciones de déficit se cifraban en el 1,8% del PIB hasta la revisión inicial que subió desde el 1,3% la estimación precedente. 

Bruselas cree que al final, tal y como están las previsiones presupuestarias actuales, España acabará con un déficit  del 2,1% del PIB, por  lo que pedirá a las autoridades españolas, llegado el caso, algunos ajustes en materia de gasto.

La última consideración que formula Bruselas se refiere al polémico asunto del Salario Mínimo Interprofesional, que el Gobierno, en un alarde de  concesión a sus socios de Podemos, elevará de forma sustancial   el año próximo, un 22% por encima del ahora vigente. Bruselas se une a las críticas que ya han formulado algunos analistas, entre ellos el Banco de España, y  se atreve a formular un pronóstico: el alarde populista costará unos 70.000 empleos. 

No es un plato de bueno gusto y mucho menos para esos 70.000 ciudadanos que hipotéticamente se verán privados de trabajo (otras fuentes han elevado la cifra de afectados por encima de las 100.000 personas). Se trata en todo  caso de hipótesis que ni siquiera se podrán evaluar en el futuro. Pero  quizás a los gobernantes se les ha ido algo la mano y eso tendrá un coste. Las promesas económicas tienen que aguantar la prueba de la realidad. Sobre el papel todo puede ser  hermoso y agradable, pero la realidad se encarga de poner las cosas en su sitio.



(*) Periodista y economista español



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