viernes, 30 de noviembre de 2018

La industria manufacturera china en el umbral de la contracción en noviembre

PEKÍN/SHANGHÁI.- La industria manufacturera china registró su tercer mes seguido de ralentización del crecimiento, con el índice gerente de compras (PMI) en los 50 puntos, dos décimas menos que en octubre y justo en el umbral de la contracción, informó hoy la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

El dato muestra que la industria china continúa en una senda descendente. Una cifra por encima del umbral de los 50 puntos supone crecimiento y por debajo contracción.

El crecimiento de la manufactura china se ha estancado en noviembre, lo que supone su peor desempeño desde la contracción registrada en julio de 2016, mes en el que el PMI bajó a los 49,9 puntos.
La industria manufacturera china registró su máximo crecimiento del último lustro el pasado mayo, cuando el indicador alcanzó los 51,9 puntos.
En octubre el subíndice de producción bajó de 52 a 51,9, mientras que el de nuevos pedidos se redujo de 50,8 a 50,4 en noviembre.
El estadístico jefe de la ONE Zhao Qinghe achacó el enfriamiento a factores como la bajada del precio de las materias primas y al mal momento del comercio internacional, con los índices de exportaciones e importaciones todavía en números negativos.
"Esto indica que las presiones a la baja sobre las importaciones y exportaciones a corto plazo han crecido debido a la ralentización de la recuperación del crecimiento económico mundial y al aumento de la incertidumbres sobre las fricciones comerciales", apuntó Zhao.
Sin embargo, la ONE destacó que los negocios no relacionados con la manufactura tuvieron un buen desempeño en noviembre, situando su índice en el 53,4, lo que supone "una reducción de 0,5 puntos desde el mes anterior, indicación de que el crecimiento no manufacturero se ralentiza pero aún continúa".
Dentro de este sector, se expandieron especialmente los servicios relacionados con paquetería, telecomunicaciones e internet gracias al efecto del "Día de los Solteros", fiesta del consumo en China que se celebra cada 11 de noviembre.
Por su parte, el sector servicios, que representa más de la mitad del PIB del país, se situó en los 52,4 puntos, recuperándose de su caída de octubre con un avance de 0,3 puntos.
La consultora británica Capital Economics apuntó que la caída del PMI refleja que "el crecimiento sigue bajo presión, con señales de que el reciente repunte en la construcción está perdiendo gas, ya que los gobiernos locales están cortando el gasto".
Según el analista de la consultora Julian Evans-Pritchard, "probablemente sea más culpa de una demanda doméstica más débil que de las tensiones comerciales".
De hecho, de cara al futuro vaticina que "es probable que el crecimiento se ralentice aún más en los próximos meses, incluso aunque la reunión entre (los presidentes de Estados Unidos y China) Trump y Xi se salde con un alto el fuego comercial que evite una mayor expansión de los aranceles".

La reconversión industrial de China, 
tarea pendiente del mayor contaminador 

China, el país más contaminante del mundo, acude a la Cumbre del clima (COP24) que se celebra en Polonia con la medalla de ser también el mayor inversor en energías renovables, aunque con tareas pendientes: la reconversión de su industria pesada, responsable del grueso de sus emisiones nocivas.
Según el observatorio de contaminación Global Carbon Project, China lidera la funesta nómina mundial de países más contaminantes, con 10.151 millones de toneladas de carbono emitidas en el año 2016, lo que supuso casi un tercio del total.
Sin embargo, el director del Instituto de Asuntos Públicos y Medioambientales de China (IPE, por su acrónimo inglés), Ma Jun, cree que esta cifra no seguirá creciendo de manera indefinida y que el pico de emisiones del país asiático llegará antes de lo previsto.
"El consumo de carbón de China se ha estancado desde 2013, más o menos -asegura Ma-. Antes de eso, en los doce años anteriores, se había triplicado el consumo".
"En 2018, China ha lanzado un plan trienal para intentar ganar la batalla para un cielo azul para finales de 2020. Para lograrlo, sigue esforzándose por controlar el consumo del carbón y tratar de reestructurar la industria pesada, que requiere mucha energía", apunta el experto, que viajará a Polonia para la cumbre climática.
Para Ma, industrias como la textil, la química, la del acero o la del cemento -de las más contaminantes- dependen todavía hoy en exceso del poco eficiente carbón, y su conexión a la red eléctrica aumentaría la eficiencia al tiempo que recortaría la contaminación.
Pero de momento el volumen de energía generado por renovables en China (en torno a un 62 % sigue dependiendo del carbón, según datos de la Academia China de Ingeniería relativos a 2017) no basta para alimentar el insaciable apetito energético de las industrias pesadas chinas.
En el apartado civil, las prohibiciones al uso del carbón como combustible calefactor y su sustitución por el gas, y la clara apuesta por los vehículos eléctricos tanto en el transporte público como en el privado han supuesto una mejora en los cielos chinos, además de una disminución de la cotidiana contaminación acústica.
Además, China ha puesto en marcha este año un nuevo "superministerio", de Ecología y Medio Ambiente, que ha enterrado al limitadísimo departamento de Protección Medioambiental, con competencias duplicadas con los ministerios de Tierras y Recursos Nacionales, Recursos Hídricos y Agricultura, entre otros.
Entre los desafíos más relevantes del nuevo ministerio está controlar el deshielo de sus glaciares, que suponen la fuente de agua de unos 1.800 millones de personas en la región.
El pasado 20 de noviembre, la organización ecologista Greenpeace alertaba de que una quinta parte de estos glaciares ya ha desaparecido, y urgía al país tomar medidas apremiantes para evitar el deshielo.
"A menos que se tomen medidas drásticas para reducir la velocidad del aumento de la temperatura, se prevé que para finales de siglo desaparecerán aproximadamente dos tercios de los glaciares en las altas montañas de Asia", señaló Greenpeace entonces.
Los frentes medioambientales abiertos del Ejecutivo chino son incontables: la contaminación de sus suelos, su aire y su agua, la plantación masiva de árboles para frenar la desertificación en el norte y el oeste del país o la gestión de sus residuos, un tema que comenzó a atacar precisamente hace un año.
Pese a su escasa capacidad de eliminación, desde los años ochenta China se había convertido en el gran vertedero del mundo e importaba anualmente miles de toneladas de "basura extranjera" (desechos sólidos).
A finales de 2017 el Gobierno chino puso en marcha una ley para prohibir la importación de residuos como los plásticos domésticos o el papel sin clasificar y el próximo año ampliará el número de materiales.
Con las plantas de reciclaje deseosas de material, el Ejecutivo ha puesto el foco en los últimos meses en otro punto pendiente: la concienciación social sobre la necesidad de reciclar los recursos domésticos, con numerosos planes en favor del reciclaje.
Y lidera a nivel mundial en otros campos: en la actualidad, China es el mayor inversor y productor de energía renovable y, según la Agencia Internacional de Energía, en los próximos cinco años, el 36 y el 40 % del crecimiento mundial de energía solar y eólica (respectivamente) provendrá del país asiático.
Las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía añaden que, de continuar así la tendencia, China producirá el 55% de su energía de fuentes renovables en 2040.
Mientras tanto, en la calle, el debate fundamental se libra entre quienes apuestan por un desarrollo a cualquier precio y quienes miran más por el medio ambiente, aunque entre los chinos consultados la contaminación parece ser un mal menor y prefieren tener el bolsillo lleno en vez de los pulmones limpios.

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