PEKÍN/SHANGHÁI.- La industria manufacturera china
registró su tercer mes seguido de ralentización del crecimiento, con el
índice gerente de compras (PMI) en los 50 puntos, dos décimas menos que
en octubre y justo en el umbral de la contracción, informó hoy la
Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
El dato
muestra que la industria china continúa en una senda descendente. Una
cifra por encima del umbral de los 50 puntos supone crecimiento y por
debajo contracción.
El crecimiento de la manufactura china se ha estancado
en noviembre, lo que supone su peor desempeño desde la contracción
registrada en julio de 2016, mes en el que el PMI bajó a los 49,9
puntos.
La industria manufacturera china registró su
máximo crecimiento del último lustro el pasado mayo, cuando el indicador
alcanzó los 51,9 puntos.
En octubre el subíndice de
producción bajó de 52 a 51,9, mientras que el de nuevos pedidos se
redujo de 50,8 a 50,4 en noviembre.
El estadístico
jefe de la ONE Zhao Qinghe achacó el enfriamiento a factores como la
bajada del precio de las materias primas y al mal momento del comercio
internacional, con los índices de exportaciones e importaciones todavía
en números negativos.
"Esto indica que las presiones a
la baja sobre las importaciones y exportaciones a corto plazo han
crecido debido a la ralentización de la recuperación del crecimiento
económico mundial y al aumento de la incertidumbres sobre las fricciones
comerciales", apuntó Zhao.
Sin embargo, la ONE
destacó que los negocios no relacionados con la manufactura tuvieron un
buen desempeño en noviembre, situando su índice en el 53,4, lo que
supone "una reducción de 0,5 puntos desde el mes anterior, indicación de
que el crecimiento no manufacturero se ralentiza pero aún continúa".
Dentro de este sector, se expandieron especialmente los servicios
relacionados con paquetería, telecomunicaciones e internet gracias al
efecto del "Día de los Solteros", fiesta del consumo en China que se
celebra cada 11 de noviembre.
Por su parte, el sector
servicios, que representa más de la mitad del PIB del país, se situó en
los 52,4 puntos, recuperándose de su caída de octubre con un avance de
0,3 puntos.
La consultora británica Capital Economics
apuntó que la caída del PMI refleja que "el crecimiento sigue bajo
presión, con señales de que el reciente repunte en la construcción está
perdiendo gas, ya que los gobiernos locales están cortando el gasto".
Según el analista de la consultora Julian Evans-Pritchard,
"probablemente sea más culpa de una demanda doméstica más débil que de
las tensiones comerciales".
De hecho, de cara al
futuro vaticina que "es probable que el crecimiento se ralentice aún más
en los próximos meses, incluso aunque la reunión entre (los presidentes
de Estados Unidos y China) Trump y Xi se salde con un alto el fuego
comercial que evite una mayor expansión de los aranceles".
La reconversión industrial de China,
tarea pendiente del mayor contaminador
China, el país más contaminante del
mundo, acude a la Cumbre del clima (COP24) que se celebra en Polonia con
la medalla de ser también el mayor inversor en energías renovables,
aunque con tareas pendientes: la reconversión de su industria pesada,
responsable del grueso de sus emisiones nocivas.
Según el observatorio de contaminación Global Carbon Project, China
lidera la funesta nómina mundial de países más contaminantes, con 10.151
millones de toneladas de carbono emitidas en el año 2016, lo que supuso
casi un tercio del total.
Sin embargo, el director del Instituto de Asuntos
Públicos y Medioambientales de China (IPE, por su acrónimo inglés), Ma
Jun, cree que esta cifra no seguirá creciendo de manera indefinida y que
el pico de emisiones del país asiático llegará antes de lo previsto.
"El consumo de carbón de China se ha estancado desde 2013, más o menos
-asegura Ma-. Antes de eso, en los doce años anteriores, se había
triplicado el consumo".
"En 2018, China ha lanzado un
plan trienal para intentar ganar la batalla para un cielo azul para
finales de 2020. Para lograrlo, sigue esforzándose por controlar el
consumo del carbón y tratar de reestructurar la industria pesada, que
requiere mucha energía", apunta el experto, que viajará a Polonia para
la cumbre climática.
Para Ma, industrias como la
textil, la química, la del acero o la del cemento -de las más
contaminantes- dependen todavía hoy en exceso del poco eficiente carbón,
y su conexión a la red eléctrica aumentaría la eficiencia al tiempo que
recortaría la contaminación.
Pero de momento el
volumen de energía generado por renovables en China (en torno a un 62 %
sigue dependiendo del carbón, según datos de la Academia China de
Ingeniería relativos a 2017) no basta para alimentar el insaciable
apetito energético de las industrias pesadas chinas.
En el apartado civil, las prohibiciones al uso del carbón como
combustible calefactor y su sustitución por el gas, y la clara apuesta
por los vehículos eléctricos tanto en el transporte público como en el
privado han supuesto una mejora en los cielos chinos, además de una
disminución de la cotidiana contaminación acústica.
Además, China ha puesto en marcha este año un nuevo "superministerio",
de Ecología y Medio Ambiente, que ha enterrado al limitadísimo
departamento de Protección Medioambiental, con competencias duplicadas
con los ministerios de Tierras y Recursos Nacionales, Recursos Hídricos y
Agricultura, entre otros.
Entre los desafíos más
relevantes del nuevo ministerio está controlar el deshielo de sus
glaciares, que suponen la fuente de agua de unos 1.800 millones de
personas en la región.
El pasado 20 de noviembre, la
organización ecologista Greenpeace alertaba de que una quinta parte de
estos glaciares ya ha desaparecido, y urgía al país tomar medidas
apremiantes para evitar el deshielo.
"A menos que se
tomen medidas drásticas para reducir la velocidad del aumento de la
temperatura, se prevé que para finales de siglo desaparecerán
aproximadamente dos tercios de los glaciares en las altas montañas de
Asia", señaló Greenpeace entonces.
Los frentes
medioambientales abiertos del Ejecutivo chino son incontables: la
contaminación de sus suelos, su aire y su agua, la plantación masiva de
árboles para frenar la desertificación en el norte y el oeste del país o
la gestión de sus residuos, un tema que comenzó a atacar precisamente
hace un año.
Pese a su escasa capacidad de
eliminación, desde los años ochenta China se había convertido en el gran
vertedero del mundo e importaba anualmente miles de toneladas de
"basura extranjera" (desechos sólidos).
A finales de
2017 el Gobierno chino puso en marcha una ley para prohibir la
importación de residuos como los plásticos domésticos o el papel sin
clasificar y el próximo año ampliará el número de materiales.
Con las plantas de reciclaje deseosas de material, el Ejecutivo ha
puesto el foco en los últimos meses en otro punto pendiente: la
concienciación social sobre la necesidad de reciclar los recursos
domésticos, con numerosos planes en favor del reciclaje.
Y lidera a nivel mundial en otros campos: en la actualidad, China es el
mayor inversor y productor de energía renovable y, según la Agencia
Internacional de Energía, en los próximos cinco años, el 36 y el 40 %
del crecimiento mundial de energía solar y eólica (respectivamente)
provendrá del país asiático.
Las previsiones de la
Agencia Internacional de la Energía añaden que, de continuar así la
tendencia, China producirá el 55% de su energía de fuentes renovables en
2040.
Mientras tanto, en la calle, el debate
fundamental se libra entre quienes apuestan por un desarrollo a
cualquier precio y quienes miran más por el medio ambiente, aunque entre
los chinos consultados la contaminación parece ser un mal menor y
prefieren tener el bolsillo lleno en vez de los pulmones limpios.
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