SHANGHÁI.- Perfume "Gogo Chenale",
zapatillas "Ababis" o calzoncillos "Caiwen Kani" copiados de Calvin
Klein. Pese a los esfuerzos del gigante chino del comercio electrónico
Alibaba, que este domingo organiza la mayor operación de rebajas del
mundo, las falsificaciones no dejan de pulular en sus plataformas.
Atosigada
por las sanciones económicas dictadas por Estados Unidos, China asegura
reforzar su protección de la propiedad intelectual, un asunto crucial
en la guerra comercial entre Washington y Pekín.
El presidente, Xi Jinping, reafirmó el lunes su voluntad
de "sancionar resueltamente" a los vendedores de imitaciones. Muy
pronto, una nueva ley obligará a los gigantes de la venta por internet,
incluido Alibaba, a eliminar de sus webs los productos litigiosos.
Como
cada 11 de noviembre, el grupo organiza una jornada de promociones
enormes. Como el "Black Friday" estadounidense, este acontecimiento
apodado la "Fiesta de los solteros" (por los "1" en la fecha -11/11-),
es la ocasión de impulsar las ventas.
El año pasado, Alibaba
registró en 24 horas unos 25.000 millones de dólares (22.000 millones de
euros) en transacciones, más que el PIB de Islandia.
Presente en prácticamente
todos los teléfonos inteligentes de China, su aplicación, Taobao, es
una de las mayores plataformas mundiales de comercio en línea (634
millones de usuarios activos mensuales). Pero, aunque la gran mayoría de
los productos vendidos sean auténticos, muchos son falsificaciones o
imitaciones.
Así, se pueden encontrar zapatillas "Ababis" con el
logo de Adidas por un precio imbatible, 39 yuanes (5 euros). Y unos
zapatos "Balenciaca" se venden por 128 yuanes (16 euros).
El sitio rebosa de falsos
bolsos de mano Louis Vuitton, vendidos a partir de 118 yuanes (15 euros)
o de su competidor Longchamp, que tampoco se libra, y cuya mítica pieza
de nailon se vende falsificada bajo el nombre de "Long Chang" por un
precio similar.
También se pueden encontrar falsos polos Lacoste a
partir de 68 yuanes (9 euros), con el cocodrilo del logo perfectamente
bordado.
En las calles de Pekín, los consumidores confiesan a la
AFP que les cuesta distinguir lo verdadero de lo falso. "Realmente no
veo la diferencia", confía un hombre de 26 años frente a un calzoncillo
"Caiwen Kani". "Parece auténtico. Es original".
"Podría comprarlo",
admite Wang Yu, de 37 años, frente a una caja del juego de construcción
"Lepin" (copiado de Lego) de la saga galáctica "Star Wnrs" y vendido por
15 yuanes (1,90 euros). "Creo que todos los productos se copian unos de
otros", dice. "No me molesta si conviene a los niños. Siempre y cuando
sea de buena calidad".
En la sección de licores, uno puede
encontrar whisky "Jack David" o vinos presentados como de Burdeos, pero
con nombres extraños como "The Heart of Freedom" o "Dragon Were
General", por solo 2,50 euros la botella.
En 2016, Estados Unidos incluyeron a Taobao en su lista
negra de "mercados notoriamente conocidos" por vender bienes
falsificados y violar la propiedad intelectual.
Según la Oficina
de la Unión Europea para la Propiedad Intelectual (EUIPO), las
falsificaciones habrían provocado una pérdida de 434.000 empleos en
Europa y 60.000 millones de euros cada año.
En un comunicado, Alibaba asegura que sus métodos de protección de la
propiedad intelectual están "entre los mejores del sector" y afirma
buscar "medios para mejorarlos constantemente".
El grupo asegura haber presentado 48 denuncias judiciales este año contra vendedores de falsificaciones.
"Una empresa de cada dos
es víctima. Dedican gastos gigantescos para luchar contra esta lacra,
que pueden alcanzar el 10% de su volumen de negocio", indicó
Delphine Sarfati-Sobreira, directora general en París de la asociación
Unifab, que reúne a las industrias comprometidas con la lucha contra las
falsificaciones.
Pero esta impunidad podría terminar pronto. La
nueva ley china sobre el comercio en línea entrará en vigor el 1 de
enero de 2019 y responsabilizará a los gigantes de internet si hay
falsificaciones en sus plataformas.
"Cargar con la responsabilidad a los sitios es pura
hipocresía", consideró no obstante Hubert Ricard, consejero para la
exportación en la compañía "La Guyennoise", de la que "cinco millones de
botellas" de Burdeos se copian cada año en China.
Según él, las
autoridades de ciertas provincias del centro y del este del país "muy a
menudo forman parte de las redes de fabricación y distribución de las
copias de vinos".
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