WASHINGTON.- La pérdida del control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos
por parte de los republicanos dejará al partido con un bloque
parlamentario más conservador, aún más ligado al presidente Donald Trump
y más unido en torno a la provocadora retórica y agenda radical del
mandatario.
Aunque los republicanos moderados que permanecen en la Cámara de
Representantes pueden ver el resultado como un veredicto sobre la
estrategia de Trump de centrarse implacablemente en la inmigración
ilegal en el tramo final de la campaña, serán una pequeña minoría.
Los
demócratas se hicieron con el control de la Cámara de Representantes,
mientras que los republicanos retuvieron la mayoría en el Senado.
Muchos
republicanos que perdieron sus escaños eran moderados de distritos
mayoritariamente suburbanos que intentaron mantenerse a cierta
distancia de Trump y su retórica, pero perdieron de todos modos. Su
salida deja un núcleo reducido dominado por los conservadores de áreas
rurales, cuyos electores apoyan de manera abrumadora a Trump.
En
resumen, Trump seguirá siendo Trump. Aunque algunos republicanos pueden
culparlo por las derrotas del martes, es poco probable que tengan el
valor de rebelarse, especialmente después de que el partido mantuviera
el control del Senado.
En los últimos dos años, el presidente ha
mostrado poca inclinación a cambiar su estilo agresivo o a mostrarse
conciliador. Sabe que sigue siendo sin duda la figura más popular de su
partido.
Ahora, Trump arranca de verdad su carrera para la
reelección, en la que hará todos los esfuerzos que pueda para ampliar
su base de apasionados seguidores.
Eso significa que incluso ante
una oposición demócrata más fuerte, Trump seguirá previsiblemente
adelante con su agenda de “América Primero” que prioriza los temas
candentes, como la inmigración ilegal y el proteccionismo comercial.
Esto, a su vez, acelerará su drástica remodelación de un partido que
durante décadas estuvo definido por el conservadurismo fiscal, social y
de seguridad nacional.
Saber
que los demócratas de la Cámara de Representantes no aprobarán la
financiación de un muro en la frontera de Estados Unidos, por ejemplo,
no evitará que Trump siga defendiéndolo. De hecho, puede ser más
efectivo desde el punto de vista político tener enfrente a los
demócratas de la Cámara de Representantes.
Los republicanos
supervivientes en la Cámara también tendrán poco interés en cooperar con
la nueva mayoría demócrata, dejando el poder parlamentario republicano
centrado en el Senado y al Gobierno en gran medida paralizado.
“Una
Cámara demócrata significa que si el presidente quiere hacer las cosas,
tendrá que trabajar con el otro lado”, dijo Jason McGrath, un
encuestador demócrata en Chicago. “No ha mostrado ninguna inclinación a
hacerlo, pero será interesante ver si este es un momento en el que
querrá gobernar en lugar de simplemente ganar puntos”.
El
cambio tiene implicaciones a largo plazo para los republicanos en los
distritos que cambiaron a demócrata el martes y da a los demócratas la
oportunidad de aprovechar los avances en suburbios antes claramente
republicanos donde los niveles de educación y los ingresos están por
encima de la media nacional, y donde el escepticismo ante Trump está muy
arraigado.
El partido ya se ha enfrentado a dificultades
tratando de ampliar la base de seguidores de Trump de clase media,
hombres blancos y evangélicos. Ha perdido terreno entre las mujeres, los
votantes suburbanos y con títulos universitarios, mostrando poca
capacidad para atraer a electores jóvenes y de minorías.
Es casi seguro que eso no cambiará si un bloque parlamentario más reducido allana el camino para una mayor lealtad a Trump.
En
el Senado, demócratas centristas de estados en los que ganó Trump en
2016, como Joe Donnelly en Indiana y Heidi Heitkamp en Dakota del Norte,
fueron reemplazados por republicanos conservadores que pueden atribuir
sus victorias al presidente.
Además,
los republicanos más críticos con Trump en el Senado, Bob Corker y Jeff
Flake, se están retirando. También se va Paul Ryan, el portavoz
republicano de la Cámara que a veces difería con el tono del presidente,
si no con sus políticas.
Todo esto deja a Trump como una fuerza
más dominante en el partido de lo que lo era hace dos años. Y Trump,
quien se empeñó a fondo en la campaña en los estados rurales, puede
señalar esas victorias del Senado como la prueba de que aún puede llevar
a sus votantes a las urnas.
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