miércoles, 7 de noviembre de 2018

La pérdida de la Cámara de Representantes deja a los republicanos aún más atados a Trump

WASHINGTON.- La pérdida del control de la Cámara de Representantes de Estados Unidos por parte de los republicanos dejará al partido con un bloque parlamentario más conservador, aún más ligado al presidente Donald Trump y más unido en torno a la provocadora retórica y agenda radical del mandatario. 

Aunque los republicanos moderados que permanecen en la Cámara de Representantes pueden ver el resultado como un veredicto sobre la estrategia de Trump de centrarse implacablemente en la inmigración ilegal en el tramo final de la campaña, serán una pequeña minoría.
Los demócratas se hicieron con el control de la Cámara de Representantes, mientras que los republicanos retuvieron la mayoría en el Senado.
    Muchos republicanos que perdieron sus escaños eran moderados de distritos mayoritariamente suburbanos ​​que intentaron mantenerse a cierta distancia de Trump y su retórica, pero perdieron de todos modos. Su salida deja un núcleo reducido dominado por los conservadores de áreas rurales, cuyos electores apoyan de manera abrumadora a Trump.
En resumen, Trump seguirá siendo Trump. Aunque algunos republicanos pueden culparlo por las derrotas del martes, es poco probable que tengan el valor de rebelarse, especialmente después de que el partido mantuviera el control del Senado.
En los últimos dos años, el presidente ha mostrado poca inclinación a cambiar su estilo agresivo o a mostrarse conciliador. Sabe que sigue siendo sin duda la figura más popular de su partido.
Ahora, Trump arranca de verdad su carrera para la reelección, en la que hará todos los esfuerzos que pueda para ampliar su base de apasionados seguidores.
Eso significa que incluso ante una oposición demócrata más fuerte, Trump seguirá previsiblemente adelante con su agenda de “América Primero” que prioriza los temas candentes, como la inmigración ilegal y el proteccionismo comercial. Esto, a su vez, acelerará su drástica remodelación de un partido que durante décadas estuvo definido por el conservadurismo fiscal, social y de seguridad nacional.
Saber que los demócratas de la Cámara de Representantes no aprobarán la financiación de un muro en la frontera de Estados Unidos, por ejemplo, no evitará que Trump siga defendiéndolo. De hecho, puede ser más efectivo desde el punto de vista político tener enfrente a los demócratas de la Cámara de Representantes.
Los republicanos supervivientes en la Cámara también tendrán poco interés en cooperar con la nueva mayoría demócrata, dejando el poder parlamentario republicano centrado en el Senado y al Gobierno en gran medida paralizado.
“Una Cámara demócrata significa que si el presidente quiere hacer las cosas, tendrá que trabajar con el otro lado”, dijo Jason McGrath, un encuestador demócrata en Chicago. “No ha mostrado ninguna inclinación a hacerlo, pero será interesante ver si este es un momento en el que querrá gobernar en lugar de simplemente ganar puntos”.
    El cambio tiene implicaciones a largo plazo para los republicanos en los distritos que cambiaron a demócrata el martes y da a los demócratas la oportunidad de aprovechar los avances en suburbios antes claramente republicanos donde los niveles de educación y los ingresos están por encima de la media nacional, y donde el escepticismo ante Trump está muy arraigado.
El partido ya se ha enfrentado a dificultades tratando de ampliar la base de seguidores de Trump de clase media, hombres blancos y evangélicos. Ha perdido terreno entre las mujeres, los votantes suburbanos y con títulos universitarios, mostrando poca capacidad para atraer a electores jóvenes y de minorías.
Es casi seguro que eso no cambiará si un bloque parlamentario más reducido allana el camino para una mayor lealtad a Trump.
En el Senado, demócratas centristas de estados en los que ganó Trump en 2016, como Joe Donnelly en Indiana y Heidi Heitkamp en Dakota del Norte, fueron reemplazados por republicanos conservadores que pueden atribuir sus victorias al presidente.
Además, los republicanos más críticos con Trump en el Senado, Bob Corker y Jeff Flake, se están retirando. También se va Paul Ryan, el portavoz republicano de la Cámara que a veces difería con el tono del presidente, si no con sus políticas.
Todo esto deja a Trump como una fuerza más dominante en el partido de lo que lo era hace dos años. Y Trump, quien se empeñó a fondo en la campaña en los estados rurales, puede señalar esas victorias del Senado como la prueba de que aún puede llevar a sus votantes a las urnas.

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