MADRID.- Hoy 9 de diciembre se conmemora el Día Internacional contra la Corrupción, fecha en la que Naciones Unidas aprovecha para recordar algunas de las principales cifras que deja la corrupción a nivel mundial, en esta ocasión bajo el lema de “Unidos contra la corrupción para el desarrollo, la paz y la seguridad”.
Fue el 31 de octubre de 2003 cuando la Asamblea General aprobó la
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, en vigor desde
diciembre de 2005, y a fin de crear conciencia contra esta lacra y
difundir el valioso papel de la Convención a la hora de luchar contra
ella y prevenirla, se designó este recordado 9 de diciembre como Día
Internacional contra la Corrupción.
No casualmente, el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea,
constituido por 52 eurodiputados, ha aprovechado también para publicar
el estudio The cost of corruption across EU (Los costes de la corrupción alrededor de la Unión Europea),
sobre el impacto social de la corrupción en la UE, que han estimado en
mil millones de euros anuales. En el caso de España, el coste se eleva a
unos 90.000 millones de euros anuales.
Por su lado, Naciones Unidas cifra en un billón de dólares lo que
cada año se paga en sobornos, además de los 2,6 billones de dólares
anuales que se roban mediante la corrupción, suma que equivale a más del
5% del PIB mundial. Unas cifras absolutamente indecentes y en
crecimiento.
No en vano, con motivo de la efemérides, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres,
ha insistido en que “la corrupción (…) le roba a las sociedades
escuelas, hospitales y otros servicios vitales, aleja la inversión
extranjera y le quita a los países sus recursos naturales. Socava el
imperio de la ley e incita a delitos como el tráfico ilícito de
personas, drogas y armas”.
Han pasado más de 15 años desde que se aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.
Hemos avanzado mucho, pero no lo suficiente. Y menos ante los nuevos
desafíos que se nos presentan. Transparencia Internacional España
(TI-España) alertaba este viernes de que la corrupción favorece la
aparición de discursos políticos basados en mensajes xenófobos, racistas
y excluyentes y reclamaba unidad a las instituciones para implantar
estrategias globales anticorrupción. Una prevención, como sabemos, de
rabiosa, preocupante y electoral actualidad.
Hoy más que nunca, la decepción generalizada y el enojo ciudadano
llevan a la irrupción de nuevas fuerzas políticas, hasta ahora anónimas.
Resulta una incógnita si su fulgor devendrá en peligro o en reforzada
defensa de la democracia y de la dignidad del ser humano.
La ONU estima que la corrupción equivale al 5% del PIB global
Cada año se paga un billón de dólares en sobornos y se calcula que se roban 2,6 billones de dólares anuales mediante la corrupción,
suma que equivale a más del 5% del producto interior bruto mundial.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se calcula
que en los países en desarrollo se pierde, debido a la corrupción, una
cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia
oficial para el desarrollo.
Así lo recuerda la ONU para conmemorar el Día Internacional Contra la Corrupción, que se celebra este domingo 9 de diciembre.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres,
señala que “la corrupción está presente en todos los países, ricos y
pobres, norte y sur. Es un asalto a los valores de las Naciones
Unidas. Le roba a las sociedades escuelas, hospitales y otros servicios vitales,
aleja la inversión extranjera y le quita a los países sus recursos
naturales. Socava el imperio de la ley e incita a delitos como el
tráfico ilícito de personas, drogas y armas”.
Sobre los datos aportados por las distintas instituciones, el
secretario subraya que “la corrupción engendra más corrupción y fomenta
una cultura corrosiva de impunidad” y recuerda que “la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción es una de nuestras herramientas
principales para avanzar en la lucha.
El Objetivo de Desarrollo
Sostenible 16 y sus objetivos también ofrecen una plantilla para la
acción. A través del mecanismo de revisión por pares de la Convención,
podemos trabajar juntos para construir una base de confianza y
responsabilidad. Podemos educar y capacitar a los ciudadanos, promover la transparencia y fortalecer la cooperación internacional para recuperar activos robados”.
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