lunes, 10 de diciembre de 2018

Mercado contra ecología: un debate para el Milenio / José Javaloyes *

La Cumbre del Clima en Katowice, con 200 países en torno a una misma mesa de debate, arranca con una brutal asimetría: cuatro Estados disímiles (Federación Rusa y Estados Unidos, Arabia Saudí y Kuwait) contra todos los demás, endosantes del consenso mundial logrado en París, del que vino el Informe del IPCC, sintetizado en la conclusión de que para el fin del presente siglo el incremento anual del CO2 esté situado entre el 1,5 los 2 grados.

Tal es la proporción y distribución cuantitativas de las dos posturas, que se acompaña, en esquema, de las respectivas acepciones de cualidad. Arabia Saudí, Kuwait y Federación Rusa, junto a Estados Unidos, comparten la jerarquía vendedora de CO2 dentro de una acusada diferenciación interna en lo energético y lo político, en tanto en el megabloque de la Cumbre, en la que prevalecen compradores, engloba exportadores de enorme calado como República Islámica de Irán o Venezuela, mientras que en el contragrupo vendedor, Kuwait no rebasa el grado de asistente del gigante saudí.

Obviamente, hablando de gigantes, lo que se dibuja es un panorama poco menos que inquietante. Esa inversión de los paradigmas en los liderazgos que parece recoger la Norteamérica de Donald Trump, se resuelve en un encadenamiento de desplantes, que desde su fuga del Acuerdo sobre el Irán del Programa Nuclear, suscrito por los Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania, seguido de su abandono de los acuerdos en la Cumbre de París sbre el Clima, suponen tanto como la quiebra de un necesario principio histórico de las continuidades, los hábitos y las inercias morales propias de los patrones y métodos definidores de civilización y criterios de cultura.

En el caso de Donald Trump, y a propósito de la Cumbre de Katowice sobre el Clima y el problema del CO2, consecuente al empleo de los hidrocarburos, tiene tiene como una significación parabólica; pues el suyo del actual huésped de la Casa Blanca, corresponde a otra cuestión climática: la de los patrones morales a que se deben atener los modelos de conducta de los actores con mayor peso en la escena política de cada momento. 

El clima moral es muy determinante de la escena y de la práctica política. Todo esto tiene también mucha importancia en el debate para el Milenio. De ello depende asimismo que el CO2 trumpiano no contamine el clima moral, la energía vital, del Siglo XXI.



(*) Periodista y abogado español



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