viernes, 14 de diciembre de 2018

Draghi no puede bajar la guardia / Primo González *

Mario Draghi no se prodiga mucho en los últimos meses. El máximo responsable del Banco Central Europeo (BCE) parece maniatado por las circunstancias y mantiene su política monetaria expansiva. 

Las últimas especulaciones retrasan incluso para más allá del verano del año 2019, el momento en el que se esperaba que empezarían a subir los tipos de interés en la Eurozona, el cambio de rumbo en las tasas oficiales de la zona euro, como viene haciendo la Reserva Federal de Estados Unidos desde hace casi dos años. 

Este mes de diciembre de 2018, el BCE ha entrado en una nueva fase al dejar de adquirir activos en los mercados, tras la masiva compra de activos iniciada en marzo del año 2015 y que ha elevado la cifra de títulos en manos del BCE por encima de los 2,5 billones de euros.

No obstante, y a pesar de esta reducción de las compras de activos, Europa tiene que mantener en pié los estímulos (tipos de interés a cero) para que la economía siga creciendo mientras Estados Unidos sigue reduciendo la medicación, lo que equivale a subir tipos de interés, lo que está haciendo cada trimestre. 

En medio de este encontronazo de terapias, la economía de Estados Unidos crece por encima del 3,5% anual y la europea lo hace un poco debajo del 2%. La aparición en escena de Mario Draghi este jueves ha servido incluso para rebajar las previsiones europeas ya que el máximo responsable del BCE ve señales de debilidad en la zona, que llevarían a rebajar las previsiones de crecimiento del PIB por tercera vez en los últimos meses, en este caso hasta el 1,9%, una décima menos que en septiembre pasado.

Las explicaciones para la menor pulsación económica en la zona euro son diversas, según ha enumerado el mismo Draghi, entre ellas la querella proteccionista (ahora más suave que hace dos meses, según matizaciones del propio banquero), la volatilidad de los mercados, las tensiones geopolíticas y los riesgos en algunos países emergentes.

No podría faltar desde luego el crispado ambiente que preside las relaciones euro-británicas a causa del Brexit y la permanente inquietud que este hecho suscita en los medios empresariales. 

Con este panorama como telón de fondo, el cambio político que se está produciendo en estos momentos en Alemania, con la retirada a medio plazo de Angela Merkel de la escena política europea, añade más dificultades aún a la estabilidad de la zona euro. 

El liderazgo, aunque discutido, que caracteriza la conducción de la economía estadounidense carece de similitudes en la zona euro y quizás a medio plazo el ambiente político de la Eurozona experimente un empeoramiento que no resultará favorecedor para la trayectoria de la economía de la zona.

Con estas cautelas sobre la mesa, el manejo de la estrategia monetaria del Banco Central Europeo no se ha simplificado sino que puede haber amplificado las dificultades porque no aparece claro el momento en el que el BCE pueda recuperar el control de la situación y entrar en zona de normalidad. 

Desde luego, la situación actual con tipos de interés cero no se puede considerar de normalidad. Hay argumentos para suponer que la política monetaria está asumiendo papeles que no le corresponden en la conducción de la economía. El BCE ha asumido un papel demasiado activo en el apoyo a las principales variables económicas, cuando estas deberían moverse al compás de otros factores relacionados con la economía real. 

El tiempo del relevo para la estrategia monetaria tan activa como el que estamos viviendo desde hace unos años debería estar próximo.


(*) Periodista y economista español


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