TOKIO.- «Me reconforta muchísimo que la era Heisei llegue a su fin libre de
guerra». Así de satisfecho se dirigió este domingo a sus súbditos el
emperador de Japón, Akihito. Con motivo de su 85 cumpleaños, el monarca
pronunció su último discurso antes de la abdicación,
prevista para el próximo 30 de abril, y subrayó la importancia de que
sus 30 años al frente del Trono del Crisantemo se hayan convertido en el
primer reinado en paz del país del Sol Naciente.
«Es importante
no olvidar las incontables vidas que se perdieron durante la Segunda
Guerra Mundial y que la paz y la prosperidad del Japón de posguerra
fueron construidas gracias a los numerosos sacrificios y el trabajo incansable
del pueblo nipón. Debemos transmitir la historia de forma precisa a
quienes nacieron después de la guerra», añadió Akihito en un mensaje
pronunciado con tono de voz calmado y tembloroso, pero con fuerte carga
política.
Sobre todo, porque el primer ministro del archipiélago,
Shinzo Abe, instiga un nacionalismo similar al que propició las
invasiones japonesas de Asia para eliminar el pacifismo autoimpuesto de
la Constitución e iniciar una carrera armamentística con China como
excusa.
Akihito, sin embargo, pasará a la historia por haber mostrado su
arrepentimiento por el dolor causado durante aquella contienda -aunque
no ha pedido perdón de forma directa-, y por haber visitado territorios
que estuvieron bajo el yugo nipón, entre ellos Filipinas.
Akihito también es el primer emperador que no es considerado un semidiós.
De hecho, él tenía 11 años cuando su padre, Hirohito, anunció la
rendición de Japón y perdió ese estatus. Además, Akihito ha acercado la
corona al pueblo, se ha mostrado mucho más cercano, ha roto el tabú de
las uniones con plebeyos -la emperatriz Michiko lo era-, y se convertirá
en el primer monarca que abdique en Japón en los últimos dos siglos.
«Ahora que llego al final de mi camino como emperador, quiero agradecer
el apoyo de todos que me han aceptado como símbolo del Estado.
Continuaré cumpliendo con mis obligaciones como tal hasta mi
abdicación», anunció.
El 1 de mayo le sucederá su hijo mayor,
Naruhito, del que se espera que continúe con la línea marcada por su
padre. No obstante, tendrá que dar respuesta a la crisis que sufre la
familia imperial, con siete princesas sin casar que perderán sus privilegios
cuando lo hagan, y con una esposa, Masako, que ha mostrado públicamente
su temor a convertirse en emperatriz después de haber lidiado durante
años contra la depresión, una enfermedad que le ha otorgado el
sobrenombre de 'la princesa triste'.
Por si fuese poco, quien se siente
en el trono solo puede ser varón, el próximo en la línea de sucesión es
un sobrino de Naruhito que ahora solo tiene 11 años, por lo que el
Gobierno ya ha adelantado que discutirá posibles reformas al
funcionamiento de la monarquía cuando Akihito abdique.
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