WASHINGTON.- El Gobierno de Estados Unidos
inició la pasada medianoche un cierre parcial por falta de fondos
después de que republicanos y demócratas no alcanzasen un acuerdo
presupuestario en el Congreso por las exigencias del presidente Donald Trump respecto al muro fronterizo.
Se trata del tercer cierre administrativo que enfrenta Trump este año, después del primero en enero, que duró tres días, y un segundo en febrero, que se alargó apenas unas horas.
Aunque
los dos partidos habían pactado un presupuesto el jueves, el presidente
se negó a rubricarlo por no incluir los más de 5.000 millones de
dólares para construir el muro en la frontera con México que había demandado, abocando así a la Administración al cierre actual ante la negativa demócrata a apoyar esos fondos.
Trump
ve en la presente negociación su última oportunidad para obtener fondos
para el muro fronterizo, su gran promesa electoral, ya que en enero los
demócratas tomarán el control de la Cámara de Representantes y podrán bloquear su financiación en ambas cámaras.
Como consecuencia del cierre administrativo cerca de 800.000 trabajadores federales
dejarán de percibir su sueldo, de los que 420.000 deberán acudir
igualmente a sus puestos de trabajo al considerarse "esenciales"
mientras que el resto se quedarán en sus casas.
Todos ellos recuperarán sus salarios de forma retroactiva cuando el Congreso apruebe el presupuesto y el presidente lo rubrique.
Antes
de la medianoche (05:00 GMT de hoy sábado), cuando el cierre ya parecía
inevitable, Trump culpó a los demócratas y les instó a negociar para
que "con suerte no dure mucho".
"Vamos
a tener un cierre, no hay nada que nosotros podamos hacer al respecto
porque necesitamos que los demócratas nos den sus votos. Llámenlo cierre
demócrata o llámenlo como quieran", dijo Trump.
Trump, sin embargo, auguró este viernes que el cierre "durará un periodo largo de tiempo" después de advertir de que lo provocaría "orgulloso" si de financiar el muro se trataba.
El
cierre administrativo más largo de la historia estadounidense duró 21
días y lo enfrentó el presidente Bill Clinton entre diciembre de 1995 y
de enero de 1996. Por su parte, al presidente Barack Obama le afectó en 2013 uno de 16 días.
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