LONDRES.- Después de perder el referéndum más polémico de la historia británica,
James McGrory se fue a echar un trago en el pub The Hope, cerca del
mercado medieval de carne en Londres. Rodeado de carniceros con mandiles
ensangrentados, cualquier fantasía de revertir el Brexit parecía
destinada al fracaso.
Dos años después, mientras el país se encuentra sumido en una crisis
sobre cómo abandonar la Unión Europea, McGrory es más optimista sobre el
éxito de su campaña, que pretende celebrar otro referéndum en el que se
revoque el resultado de 2016.
La idea de una segunda consulta ha
estado ganando apoyos entre políticos británicos de alto nivel y parte
de la opinión pública, pero la situación política es tan incierta que
resulta difícil saber si eso significa que habrá otra votación, cuándo o
cómo podría llevarse a cabo, o cuál sería la pregunta.
“Hemos
pasado de ser vistos como un grupo marginal de opinión, rechazados y
ridiculizados, a situarnos en el centro del debate sobre el Brexit”,
dice McGrory, el director de la campaña People’s Vote (“Voto del
Pueblo”), en una entrevista.
“Cada vez hay más probabilidades de que tengamos otro referéndum”, dice McGrory, que tiene 36 años.
Las
probabilidades en las casas de apuestas muestran que ahora hay un 43
por ciento de probabilidades de un referéndum sobre la pertenencia a la
UE antes de 2020. Según las apuestas, hay un 55 por ciento de
probabilidades de que Reino Unido no salga de la UE en la fecha
prevista, el 29 de marzo.
Los sondeos de opinión sugieren que ha
habido un ligero cambio de opinión entre los votantes a favor de
permanecer en la UE, aunque sigue habiendo una división de opiniones a
partes casi iguales.
No está claro cuál sería el proceso concreto
para convocar un segundo voto, aunque algunos parlamentarios han
redactado una hoja de ruta detallada, estableciendo posibles sendas
legislativas hacia otro referéndum.
Mientras tanto, los
activistas que quieren otra votación están ocupados presionando al
Parlamento e intentando recabar el apoyo público con mítines y a través
de las redes sociales y los grandes medios.
Destacan que la primera
ministra, Theresa May, ha incluido el resultado que ellos desean como
una de las tres opciones a las que se enfrenta el país: el acuerdo de
May para el Brexit, una salida sin acuerdo o la reversión del Brexit.
El
banco estadounidense de inversiones JP Morgan dijo que las
posibilidades de que Reino Unido cancele el Brexit aumentaron después de
que los recientes reveses parlamentarios de May arrojaran nuevas dudas
sobre su plan para abandonar el bloque.
Darle
la vuelta al Brexit supondría uno de los giros más insólitos en la
historia británica moderna y probablemente alienaría a los 17,4 millones
de personas que votaron a favor de abandonar la UE.
El camino hacia un nuevo referéndum está lleno de minicrisis.
En
primer lugar, el acuerdo para el Brexit de May tendría que sufrir el
rechazo del Parlamento el 11 de diciembre. En segundo lugar, su Gobierno
tendría que resistir los intentos del Partido Laborista, líder de la
oposición, de derrocarlo y convocar después elecciones anticipadas.
Mientras
se acerca el 29 de marzo y los mercados comienzan a tener en cuenta la
posibilidad de una salida desordenada, McGrory y sus activistas confían
en que los políticos británicos reconozcan que han llegado a un callejón
sin salida y devuelvan la pregunta a los votantes.
David Lammy,
un parlamentario laborista, dijo que después de la incapacidad del
Parlamento a la hora de buscar un consenso, aceptará a regañadientes
celebrar otro referéndum como la mejor solución entre un número limitado
de vías de escape para evitar la posibilidad de una salida caótica.
“Probablemente
terminaremos dando vueltas y más vueltas en círculos y cuando la
política esté estancada y no podamos llegar a un acuerdo, entonces la
única manera de salir de ahí es volver al pueblo”, dijo Lammy a Reuters.
Lammy dijo que la situación puede parecerse a la novela “Casa
desolada” de Charles Dickens, que gira en torno a un pleito por una
herencia que lleva tanto tiempo en los tribunales que pocos de los
implicados pueden recordar los argumentos originales.
Un nuevo referéndum solo podría ser convocado si es aprobado por el Parlamento, a propuesta del Gobierno o de los rebeldes.
Los obstáculos para llegar a otro referéndum son importantes.
Los dos grandes partidos políticos se han comprometido a abandonar la UE en cumplimiento del resultado del referéndum de 2016.
El
líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quien votó en contra de la
pertenencia a la Comunidad Europea en un referéndum de 1975, ha indicado
que no está interesado en otro referéndum ahora.
Su partido ha
dicho que solo apoyará otro referéndum si el acuerdo de May con Bruselas
es rechazado y no logra forzar unas elecciones generales.
Algunos
líderes sindicales se han opuesto a otro referéndum porque creen que
millones de partidarios del Brexit en los bastiones obreros de los
laboristas lo verían como una traición.
Los partidarios del
Brexit dicen que la votación de 2016 debe ser respetada. “Es muy
peligroso que ahora le digamos al pueblo: ‘Os equivocasteis’”, dice
Nigel Evans, un diputado conservador.
Incluso aunque el
Parlamento estuviera de acuerdo en principio con un segundo referéndum,
Reino Unido tendría que solicitar una extensión de su calendario para
que la UE deje tiempo suficiente para una campaña, probablemente
paralizando el Artículo 50, que activó el proceso de salida.
El
martes, apenas unas horas antes de un debate parlamentario de cinco días
sobre el acuerdo de May, un abogado del Tribunal Europeo de Justicia
dijo que Reino Unido podría revocar su notificación formal de divorcio.
El tribunal debe pronunciarse el 10 de diciembre.
Incluso en el caso de que hubiera un cambio de opiniones, habría polémica sobre cuál sería la pregunta.
Después
del fracaso de la campaña de 2016, los proeuropeos se enfrentaron entre
ellos y culparon del resultado a los —en su opinión— engaños de los
partidarios del Brexit.
Pero a raíz de su derrota, un pequeño
grupo de influyentes políticos, periodistas y activistas comenzaron a
diseñar un plan para mantener a Reino Unido dentro del club al que se
unió en 1973.
Tuvieron que enfrentarse a verdades desagradables.
Su
campaña de 2016 sufrió divisiones internas, se vio lastrada por el
apoyo del entonces primer ministro David Cameron, tuvo poco peso en las
redes sociales y fue presentada por sus detractores como la voz del
sistema.
En los últimos meses, los activistas pro-UE son más
optimistas. En octubre, People’s Vote organizó una manifestación de casi
700.000 personas en Londres exigiendo otra votación.
“La
situación ha cambiado”, dijo McGrory. “Ahora los marginados somos
nosotros. Somos la campaña valiente que está haciendo las cosas de
manera un poco diferente”.
En el último mes, dos ministros han dimitido y han pedido otro referéndum.
Tres
de los cuatro ex primeros ministros británicos aún con vida, John
Major, Tony Blair y Gordon Brown, también han dicho que la manera de
resolver la crisis es con otro referéndum.
En la sede de People’s Vote en Millbank Tower, cerca del Parlamento, reina el optimismo.
“Si alguien piensa que el Brexit es cosa hecha, que se preparen para más sorpresas “, dijo McGrory.
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