BUENOS AIRES.- Mientras se profundiza la recesión
económica en Argentina, el turismo es de los pocos sectores que se
mantienen a flote, ya que la devaluación del peso abre una ventana de
oportunidad para los turistas extranjeros más avispados, que detectan
que ahora es más barato visitar el país.
Brasileños,
estadounidenses o europeos llegan a Argentina con el aval de monedas
fuertes bajo el brazo, que les permiten viajar a puntos turísticos como
Buenos Aires, Patagonia o Iguazú a un precio menor al de abril, cuando
se inició la devaluación del peso argentino y la escalada de la
inflación, que alcanzó en noviembre el 43,9 % desde el inicio del año.
Cada domingo, las baldosas del barrio porteño de San
Telmo soportan el paso de gran parte del turismo de la capital debido a
su feria callejera, en la que artesanos exhiben antigüedades, mates,
instrumentos y souvenirs con la esperanza de que potenciales clientes,
como los estadounidenses Mike y Michelle, se fijen en su puesto.
Cuando aterrizaron en el aeropuerto de la provincia de Mendoza y les
tocó cambiar de moneda, los norteamericanos se sorprendieron porque los
billetes que recibieron casi no les cabían en la cartera.
En abril, un dólar costaba alrededor de 21 pesos, pero actualmente su
valor ronda los 39, lo cual otorga a los estadounidenses más poder
adquisitivo en el país, aun a pesar de la inflación.
"No estamos felices por la situación del país, pero como turistas sí nos
aprovechamos de ello", afirma Mike, que aclara que su decisión de
visitar Argentina no está ligada a la caída de la moneda.
No pueden decir lo mismo los brasileños Isadora y Guilherme, que pasean
por Caminito, en la Boca, barrio que vio nacer el tango y cuyas
coloridas casas se llevan gran parte de los flashes de los turistas de
Buenos Aires.
Pensaron que este era el momento idóneo
para visitar una ciudad a la que "todo el mundo viene" y aprovecharon
una oferta en un vuelo desde su ciudad, Belo Horizonte, para pasar cinco
días en la capital porteña.
"La comida es barata,
los taxis, los buses... casi todo", asegura Guilherme, que ha visto cómo
en ocho meses el real brasileño ha pasado de valer unos 6.000 pesos a
acercarse a las 10.000 unidades.
Según los últimos
datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), este
octubre se estimaron 237,9 mil llegadas de turistas no residentes a
Argentina, lo que supone un 6,6 % de incremento interanual.
Gustavo Hani, presidente de la Federación Argentina de Asociaciones de
Empresas de Viajes y Turismo, explica que "más allá de los
atractivos turísticos" del país, esta subida responde "principalmente" a
la devaluación de la moneda.
Asimismo, recalca que también hay que sumar otros factores, como la creación de nuevos aeropuertos en Argentina.
Andrew, de Estados Unidos; Giovanni, de Italia; y Johannes, procedente
de Alemania, compraron su billete para viajar a Argentina en abril,
justo antes del inicio de la crisis, y ante la pregunta de si están
alarmados por la situación, el americano responde despreocupado.
"No, de hecho hemos podido comprar más", y añade que "es como estar de
viaje en el oeste de Europa por una fracción del precio".
La obsesión por el valor de la moneda también llega a la comercial
calle Florida, donde gran cantidad de turistas van a hacer sus compras y
a cada veinte metros hay alguien que ofrece a gritos cambiar dólares o
euros por pesos.
Entre los llamados "arbolitos" está
María Fernanda, quien constata que los turistas recurren a ellos mucho
más que antes para que el cambio les beneficie más.
La otra cara de todo este fenómeno son quienes proveen a los visitantes internacionales de productos y servicios.
Adrián Lastra lleva 23 años en San Telmo vendiendo fileteados porteños,
un tipo de ilustraciones típicas argentinas, y la fórmula que ha
utilizado para adaptarse a la coyuntura es mantener los precios bajos y
pintar mucho más para cuadrar las cuentas.
"La
mayoría de gente no actualiza los precios por el dólar (...) El tipo que
me vende la pintura sí que actualiza los precios. Tengo menos beneficio
-por cuadro-, pero lo que me favorece es que muevo constantemente",
comenta.
A solo unos pocos metros, Gustavo
Étimos vende un tipo de guitarras denominadas "cigar box guitar", de
origen afroamericano y elaboradas con cajas de madera de cigarros
habanos.
Con el aumento de los costes, se ha visto
obligado a reinventarse y tirar de "ingenio" para mantenerse en la
feria, prescindiendo de algunos modelos y buscando nuevos materiales
para otros.
"Todo se desproporcionó y nunca sabes
bien con qué te vas a encontrar cuando vas a comprar tus insumos para
volver a construir", lamenta.
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