PARÍS.- Las concesiones anunciadas por el presidente francés Emmanuel Macron y su mea culpa el lunes en televisión no convencieron al movimiento de los 'chalecos amarillos', que este martes seguía movilizado y podría volver a manifestarse el sábado.
"Esta vez respondió", tituló el
periódico Le Parisien. "Os he entendido un poco", ironizaba por su parte
Libération, un día después de la alocución del presidente en
televisión, seguida por 21 millones de personas.
Entre otras medidas Macron anunció una subida de 100 euros del salario mínimo, la anulación de un nuevo impuesto para los jubilados con pequeñas pensiones y la exención de impuestos y contribuciones sociales a las horas extraordinarias.
En
total, las medidas costarán al estado unos 10.000 millones de euros, lo
que podría llevar el déficit público a más del 3%, el límite fijado por
Bruselas, pero solo "temporalmente", aseguró el presidente de la
Asamblea Nacional, Richard Ferrand, del partido de Macron.
Sin
embargo estas medidas, que muchos ministros del gobierno estaban
explicando en los medios esta martes, parecen no ser suficientes para
poner fin a la crisis que empezó hace más de tres semanas.
Jacline
Mouraud, una portavoz de los chalecos amarillos considerada moderada,
pidió una "tregua" y se felicitó de "la puerta abierta" que ofrece el
poder. "Tenemos una economía que se hunde, comercios a punto de cerrar, no podemos ser responsables de quiebras", dijo en referencia a los comercios que han tenido que cerrar por las violentas manifestaciones de los sábados.
Pero no todos están satisfechos. "Continuaremos luchando, no nos vamos a ir", dijo uno de sus representantes.
"Todo
esto es comedia", dijo el lunes Thierry, de 55 años, un mecánico de
bicicletas que tras el discurso de Macron se fue a "bloquear" un peaje
en Boulou, cerca de la frontera con España.
"Estamos muy enfadados, volvemos al frente", prometió.
Menos de una hora después del discurso del presidente, este peaje en la
autopista A9 estaba totalmente paralizado, indicó un fotógrafo de la
AFP en el lugar.
"Hay buenas
ideas, un mea culpa, que aunque llega demasiado tarde no vamos a
despreciar", dijo Claude Rambour, de 42 años, un chaleco amarillo del
norte de Francia, después de que Macron reconociera su "parte de
responsabilidad" en la crisis.
Pero
otros manifestantes reprochan a Macron que no diera marcha atrás en uno
de sus principales reivindicaciones, la supresión del impuesto sobre la
fortuna, porque considera que su anulación permite crear puestos de
trabajo.
Emmanuel Macron "no entendió nada de la cólera que se expresa",
dijo por su parte el sindicato CGT. "Tenemos respuestas a corto plazo,
no tenemos respuestas a medio y largo plazo", dijo Laurent Berger, el
líder del sindicato moderado CFDT.
Por
su parte el presidente de la comisión de finanzas de la Asamblea
Nacional, Eric Woerth (LR, derecha), pidió a los chalecos amarillos a
liberar las rotondas que bloquean en todo el país.
Jean-Luc
Mélenchon, líder de la izquierda radical, apoya una nueva nueva
movilización el próximo sábado, que sería la quinta, a pesar de la
violencia de las anteriores.
En
este sentido Macron advirtió el lunes en su mensaje que "la violencia
inadmisible (...) no se beneficiará de ninguna indulgencia".
Para intentar convencer a los chalecos amarillos, los ministros del gobierno estaban este martes en numerosos medios de comunicación, a la espera de la intervención del primer ministro Edouard Philippe ante la Asamblea Nacional.
Por
su parte Macron recibirá este martes por la tarde a representantes del
sector bancario y el miércoles a las grandes empresas para pedirles que
participen en el "esfuerzo colectivo".
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