LONDRES.- La primera ministra
británica Theresa May sobrevivió el miércoles al voto de censura lanzado
por diputados de su formación disconformes con el Brexit, pero su
principal problema sigue intacto: salvar su controvertido acuerdo ante
la desconfianza de un tercio de su partido.
En un nuevo ataque
de fiebre en el drama del Brexit, los diputados rebeldes del Partido
Conservador anunciaron por la mañana que habían logrado reunir las 48
cartas necesarias para retar el liderazgo de May.
Doce horas más tarde, perdían el voto por una considerable
desventaja: 200 votaron a favor de la jefa de gobierno y 117 en contra.
May sigue así en el cargo, aunque quedó patente que ha perdido la confianza de más de un tercio de sus tropas.
"Un
número significativo de colegas votaron en mi contra y he escuchado lo
que han dicho", aseguró la primera ministra en una breve comparecencia
en la que afirmó querer "volver a unir al país".
Para ganarse el
apoyo de quienes no querían sembrar el caos en el gobierno y en el país a
tres meses del Brexit, pero se resistían a verla en las riendas del
partido mucho tiempo más, May dio a entender que no se representará a
las próximas legislativas.
"Ha dicho que no tenía intención de
liderar (la campaña) para las elecciones de 2022", afirmó el diputado
Alec Shelbrooke al término de una reunión de la jefa de gobierno con los
legisladores, antes del inicio de una votación secreta que duró dos
horas.
Concentrada en reunir el mayor respaldo posible, May había
anulado casi todas sus actividades del día, la reunión del consejo de
ministros y el viaje que debía realizar a Irlanda para encontrarse con
su homólogo Leo Varadkar.
Tras
ganar esta moción de censura, por las reglas parlamentarias May está
inmunizada durante un año contra otro reto interno a su liderazgo, pero
esto no ayuda en nada a su problema principal, conseguir que la Cámara
de los Comunes apoye un acuerdo de Brexit que desagrada tanto a
euroescépticos como a proeuropeos.
La primera ministra reiteró que está "decidida a terminar la tarea"
de sacar a Reino Unido de la Unión Europea el próximo 29 de marzo
gracias al que no deja de defender como "el mejor acuerdo posible".
El
texto que selló con la UE, 585 páginas fruto de 17 meses de difíciles
negociaciones, provoca rechazo principalmente por el denominado
"backstop": un mecanismo ideado para evitar la reinstauración de una
frontera en la isla de Irlanda por temor a debilitar el Acuerdo de Paz
de 1998, que puso fin a 30 años de sangriento conflicto.
Los defensores del Brexit temen que este mantenga a Reino Unido
permanentemente atrapado en las redes europeas y el pequeño partido
unionista norirlandés DUP -en cuyo apoyo se basa May para gobernar- se
niega a que Irlanda del Norte tenga un trato diferente al resto de Reino
Unido.
Tras el referéndum de
junio de 2016 en que el 52% de los británicos votó a favor del Brexit,
Reino Unido debe salir de la Unión Europea a finales de marzo y si no
logra ratificar un texto negociado con Bruselas podría verse abocado a
hacerlo sin acuerdo, lo que tendría catastróficas consecuencias para la
economía británica.
Ante la evidencia de que su acuerdo se
encaminaba a una humillante derrota, May aplazó el lunes la histórica
votación del parlamento que esta semana debía ratificar o rechazar el
texto.
Y afirmó que volvería a discutir con los líderes de los
otros 27 países europeos para obtener "garantías" de que el "backstop",
si entra en vigor, no será permanente.
El martes, la primera
ministra mantuvo reuniones con varios líderes europeos, entre ellos el
presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker y la canciller
alemana Angela Merkel, quienes le reiteraron su rechazo a renegociar los
términos del Brexit.
"No
habrá renegociación", reafirmó el miércoles en París el ministro
francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves le Drian, recordando que May
había previsto reunirse con los jefes de Estado y de gobierno europeos
el jueves en Bruselas con motivo del consejo europeo.
"Sigo
teniendo la esperanza de que tengamos una salida ordenada" de Reino
Unido, dijo Merkel, en la víspera de una cumbre que una vez más estará
marcada por el Brexit.
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