BUENOS AIRES.- La mítica firma de máquinas de coser
Singer deja de fabricarse en Argentina, incapaz de hacer frente a la
fuerte competencia asiática. Es el fin de todo un símbolo de la
democratización de la moda y el crecimiento laboral femenino en el país y
un golpe al imaginario colectivo.
En 1905 Argentina
importaba sus primeras máquinas de coser Singer. Su llegada permitió la
independencia económica a miles de mujeres de sectores populares y el
hecho de poder pagarlas a plazos facilitó que su uso se extendiera
rápidamente.
"Había otras marcas, pero a día de hoy en nuestro país
Singer es sinónimo de máquina de coser. En muchos relatos hogareños no
se decía máquina de coser, directamente se decía 'La Singer', aunque en
casa hubiera otra marca", dijo Rosana Leonardi, experta en
historia del diseño de indumentaria y textil de la Universidad de Buenos
Aires.
Para ella, esta firma "representa la primera
democratización en torno a la indumentaria", al permitir que las mujeres
pudiesen generar sus propias prendas con características similares a
las que lucía la élite, así como "la esperanza, la posibilidad de salir
adelante" y "generar un sustento" que permitiese crecer
socioeconómicamente a sus familias.
Hay que tener en
cuenta que en aquella época, siglos XIX y XX, la costura era de las
pocas actividades bien vistas en las mujeres y esta herramienta les
abría la puerta al mercado laboral sin renunciar a la crianza de los
hijos, tal y como explicó Dafne Roussos, coordinadora de
investigación del Museo Nacional del Traje.
El
anecdotario argentino está plagado de relatos sobre 'la Singer' y la
promesa de "estar mejor" una vez la familia consiguiese una.
"Ella trabajaba fuera para 'parar la olla', era su forma de decirlo,
que era complementar los magros ingresos de su marido y darles de comer
de una manera decente. Pero también este 'parar la olla' les permitió
crecer socialmente", explicó Roussos sobre lo que supuso en su propia
familia política 'la Singer'.
Eran migrantes
españoles que llegaron al país suramericano "huyendo de una extrema
pobreza" y lograron acceder a una vivienda, educación e incluso estudios
superiores para su descendencia gracias, en parte, a este "mueble
preciado".
La propia Eva Perón, la carismática
primera dama argentina (1946-1952), tiene una historia personal marcada
por uno de estos aparatos, al enviudar joven su madre y transformarse la
costura en el único sostén para la casa.
Quizás por eso, Evita se convirtió en una de las grandes distribuidoras de máquinas de coser del país.
El investigador del Museo Evita Santiago Regolo dijo que no hay
registro certero del número que entregó la Fundación Eva Perón, aunque
aseguró que "sin duda fueron miles", repartidas en concepto de "ayuda
social directa" para "dar una mano" a mujeres humildes.
"Puedo hablar en primera persona de la gente que vino acá al museo y
cuando vio las máquinas de coser se reconocieron en ellas y nos contaron
que Eva les dio esas máquinas y que gracias a ella pudieron salir
adelante", prosiguió Regolo sobre las miles de cartas y testimonios
agradecidos que guardan.
La contra estaba en que
muchas mujeres "eran fuertemente explotadas, sobre todo cuando se
trataba de trabajo a destajo" al afrontar largas jornadas a cambio de
salarios no muy abundantes, recordó Leonardi.
Una
situación que para esta docente tiene paralelismos con lo que todavía
ocurre hoy en los talleres clandestinos, que utilizan "prácticamente
esclavos" procedentes de zonas humildes del país y la región.
En la actualidad, Singer se mantiene como "el mayor productor de
máquinas de coser del mundo", aunque eso no fue suficiente para sostener
su fabricación en Argentina.
Macoser, la empresa
cordobesa (centro) que tiene la licencia exclusiva en el país deja de
producirlas, acuciada por la caída de las ventas ante la imponente
competencia china, y volcará su estrategia al mercado de las cocinas.
Un hecho cargado de simbolismo para el imaginario colectivo argentino que supone, de algún modo, el fin de una era.
No obstante, las expertas consultadas son optimistas y consideran que
las nuevas generaciones han "reflotado" el uso de 'la Singer', apoyadas
en la idea de la "reutilización" de la ropa para alargar su ciclo de
vida en aras de la sustentabilidad.
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