domingo, 27 de enero de 2019

Berlín, en pie de guerra contra los especuladores inmobiliarios

BERLÍN.- Una operación inmobiliaria en Berlín desató una batalla contra el alza del precio de los alquileres, recuperando una palabra que se creía olvidada desde el fin del régimen comunista, "expropiación".

En noviembre, una carta hizo temblar a los residentes de la avenida Karl Marx, una sucesión de inmuebles neoclásicos que en el pasado sirvió de vitrina al régimen de Alemania del Este.
En ella, se anunciaba la venta de 700 apartamentos (un tercio de las viviendas) al grupo inmobiliario Deutsche Wohnen, que ya posee más de 100.000 apartamentos en la capital alemana.
Este grupo, que cotiza en bolsa, es temido en Berlín por sus alzas de los alquileres, que modifican la sociología de los barrios, y su gestión es regularmente desacreditada, sobre todo en lo referente a la calefacción.
Tras dos meses de discusiones en los rellanos de los tranquilos inmuebles de la avenida Karl Marx, se alcanzó una solución, inédita desde la reunificación del país, en 1990: los inquilinos exigieron una "recomunalización".
"Eso significa que las viviendas privatizadas, cuya gestión resultó un fracaso, pasarán de nuevo bajo responsabilidad de la ciudad de Berlín, a través de sociedades de alojamiento público", explica Anja Köhler, representante de los inquilinos de la Karl-Marx-Allee y residente en uno de los edificios desde hace 15 años.
A principios de enero, la batalla tomó una amplitud mayor, cuando el alcalde de Berlín, el socialdemócrata Michael Müller, prometió que la Karl-Marx-Allee no era más que el principio y que la capital alemana quería recuperar varias viviendas de la Deutsche Wohnen.
El grupo inmobiliario explicó que está "abierto" a la cesión de una parte de su parque de viviendas a cambio de compensación. Pero señaló también que la operación "saldrá muy cara al contribuyente", en un momento en que las cajas de Berlín están vacías.
La alcaldía no quiere decir cuántas viviendas podría recuperar para gestión directa. Pero una petición lanzada el año pasado acumula cada día más firmas para exigir la expropiación de los grupos inmobiliarios con más de 3.000 viviendas en la capital.
Según la ley local, si el texto recauda 20.000 firmas, entrará en una nueva fase en la que deberá ser firmado 170.000 veces en cuatro meses para convocar un "referéndum de iniciativa popular" sobre esa cuestión.
En la clase política local, la extrema izquierda apoya la idea, pero los socialdemócratas consideran que esta gran expropiación solo puede ser una medida de último recurso. La oposición y las federaciones patronales denuncian por su parte un populismo y una violación de la propiedad privada.
Según un sondeo realizado por el diario Tagesspiegel, 54,8% de los berlineses son favorables a una ley sobre esta cuestión, mientras que 34,3% se oponen.
Berlín, con alquileres tradicionalmente baratos, es la ciudad en la que los precios inmobiliarios más aumentan en la actualidad, con un incremento de 20,5% entre 2016 y 2017, según la consultora británica Knight Fox.
El flujo de cientos de miles de personas llegadas de otros puntos de Alemania o de Europa, con ingresos superiores a la media berlinesa, permite a los propietarios seguir encontrando inquilinos.
Los habitantes de la Karl Marx Allee están decididos a luchar por sus apartamentos y, también, por un modelo de sociedad.
"Vengo de la RDA y en estos inmuebles veo el símbolo de las cosas positivas de ese régimen, la seguridad de la vivienda a precios bajos", defiende Anja Köhler.
Con carteles como "Kommerzallee" ('avenida del comercio') o "Capitalismo fuera", la Karl Marx-Allee se tiñó de rojo por primera vez desde la caída del Muro, en 1989, y el fin de los desfiles militares de la antigua República Democrática de Alemania (RDA).
"Nuestro objetivo, más allá de nuestro destino, es recordar a esta ciudad y a sus políticos sus deberes sociales", explica Radostina Filipowa, técnica de laboratorio de 46 años.
En su opinión, la reciente movilización mostró "la mezcla de personas jóvenes y ancianas, de familias y de colores" en esta conocida avenida, una diversidad que se volvió "una rareza con el desarrollo de la gentrificación".

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