PARÍS.- El crecimiento de la
economía china, en fase de desaceleración, será probablemente el más
débil en casi tres décadas en 2018, un año marcado por una caída de la
demanda interna y las guerras comerciales.
Según las previsiones
medias de 13 analistas, el PIB de China debe
aumentar 6,6% en 2018, superior en 0,1 puntos porcentuales al objetivo
del gobierno.La tasa oficial se publicará el lunes.
Esta
expansión anual, aunque cercana a la de 2016 (6,7%) es la más baja desde
el pésimo año 1990 (3,9%) al que le siguieron años de crecimiento de
dos cifras.
Según estos analistas, en el periodo septiembre-diciembre, el alza sólo fue de 6,4%, confirmando una desaceleración continua.
"China
ya no está en su mejor periodo. Se terminó el crecimiento de 9%, 10% o
más", comenta Jean-François Huchet, profesor de economía del INALCO de
París.
"Hoy regresamos hacia más normalidad, un PIB en alza de 6 o
7%. Sabemos que hay una desaceleración económica y todo contribuye para
que estemos por debajo de 5%", agrega.
"La productividad baja,
hay peleas con Estados Unidos, la necesidad de hacer evolucionar los
servicios y de bajar las inversiones. Incluso la curva demográfica ya no
lo que era y tiene un impacto negativo en el crecimiento", enumera.
Si
la guerra comercial sino-estadounidense fue un elemento que marcó el
año pasado, parece que sólo penalizó la economía china hacia fin de año.
Algunos
exportadores, que anticiparon la entrada en vigor en 2019 de nuevas
alzas de aranceles en Estados Unidos, aceleraron los envíos. Además, la
depreciación del yuan absorbió el costo de las primeras tandas de
aranceles impuestos por Washington.
Según Björn Giesbergen,
economista de Rabo Bank, esta guerra comercial "sigue siendo una espada
de Damocles para la economía china". "Su impacto sólo se vio hacia el
final de los últimos meses de 2018".
En diciembre, las exportaciones chinas, expresadas en dólares, retrocedieron un 4,4%.
Pero, sobre todo, las importaciones de China cayeron 7,6%, signo de una demanda interior que flaquea.
Indicadores recientes dan cuenta de ello: encargos y ventas al detalle en baja, caída histórica de las ventas de coches.
Björn
Giesbergen estima que son dos los factores que "ejercieron una presión
bajista al crecimiento": las medidas adoptadas a principios de 2018
"para reducir el crecimiento excesivo del crédito y las inversiones".
Un
punto de vista compartido por los economistas de Fitch Ratings, para
quienes "la desaceleración refleja principalmente el impacto tardío de
las medidas de restricción del crédito. La presión ejercida sobre el
sistema bancario paralelo (no regulado) tuvo un impacto muy importante
en las inversiones de infraestructuras".
Estas medidas apuntaban a
reequilibrar la economía, orientarla más hacia el consumo, los
servicios y las tecnologías y hacer bajar el colosal endeudamiento del
país. La deuda privada y pública representa más de 250% del PIB.
Pero
en la segunda mitad de 2018 las autoridades chinas flexibilizaron su
posición para favorecer la actividad. La tasa de reservas obligatorias
de los bancos fue reducida cuatro veces, para alentar el crédito, y se
decidió una serie de reducciones impositivas.
El viernes, las
autoridades anunciaron que tomarían medidas para favorecer el consumo,
según Xinhua.
"La economía funciona de manera estable en general, pero
hay cambios y desarrollos inquietantes, con un entorno externo complejo y
severo, y mayor incertidumbre", según un comunicado oficial, citado por
Xinhua.
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