LONDRES.- El
Parlamento británico aún no ha votado el acuerdo para el brexit de May
ni una moción de censura a su gobierno. La primera votación se llevará a
cabo el 15 de enero, y si May pierde, como se espera, el Partido
Laborista ha amenazado con realizar la segunda poco después.
Sin
embargo, las dos votaciones que han sostenido los legisladores esta
semana equivalen a un rechazo del acuerdo y una declaración informal de
que no confían en el gobierno. El resultado es lo que el antiguo jefe de
gabinete de May, Nick Timothy, llamó un "punto muerto". May tiene dos
opciones para salir de él; ninguna de las dos será satisfactoria para
los seguidores de línea dura del brexit.
La
votación del martes, en la que 20 de los parlamentarios conservadores
de May se alinearon con el Partido Laborista, fue una advertencia de que
los legisladores harán lo que sea necesario para evitar una salida sin
acuerdo. Pero es más difícil de lo que parece. Aunque la votación limita
al Tesoro en caso de una partida sin acuerdo, en realidad no la evita.
La
segunda derrota para el gobierno, un día después, fue más coherente. El
Presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, controversialmente
permitió una enmienda que obliga al gobierno a regresar al Parlamento
dentro de los tres días posteriores a la votación para explicar su Plan
B.
Eso
quiere decir que los legisladores pronto podrán votar opciones
diferentes al acuerdo de May, incluido un segundo referendo. El gobierno
aún tendría que adoptar un curso de acción, pero al menos quedaría
claro si contaría con una mayoría parlamentaria. La decisión de Bercow
sugiere que está dispuesto a usar sus poderes sin mucho rigor hasta que
por fin se le destituya. Por ahora, sin embargo, el Parlamento ha
fortalecido su postura en un momento crucial.
El
gobierno no se ha dado por vencido con su acuerdo, pero su intento de
atraer al Partido Unionista Democrático (DUP, por sus siglas en inglés),
la bancada de Irlanda del Norte que soporta la mayoría parlamentaria de
May, fue descalificado por el partido como "insignificante". La apuesta
por atraer seguidores del brexit con la promesa de que los legisladores
decidirían cuándo activar el controversial backstop no parece haber
cambiado su opinión.
Entonces,
¿quién dará el primer paso y cuál es el Plan B de May? La primera
ministra se ha negado en varias ocasiones a descartar un brexit sin
acuerdo. A menos que alguien crea que en realidad está dispuesta a
permitir que eso pase –yo no lo creo–, su negación es una táctica, una
esperanza de que la amenaza obligue a los legisladores a preferir su
acuerdo. Para que funcione, la amenaza tiene que ser creíble, y los
legisladores deben pensar que no tienen más opción. Pero la tienen.
Jeremy
Corbyn no ha querido activar una moción de censura que con seguridad
perderá, especialmente cuando la política de los laboristas, de no ser
posible celebrar elecciones, es convocar a un segundo referendo. Corbyn
en realidad no quiere eso. Pero la convocatoria de los laboristas a
elecciones cada vez parece menos una posición vacía. ¿Qué pasa si una
cantidad suficiente de legisladores conservadores considera que la
moción de censura es la única manera de evitar una desastrosa salida sin
acuerdo?
La
ambición profesional y las lealtades partidistas suelen truncar casi
cualquier cosa en la política británica, pero tal vez no esto, no en
esta coyuntura histórica y no en medio de esta crisis constitucional
que, como nos recuerda el anuncio de hoy de Jaguar y Land Rover de
recortar 5.000 trabajos, podría convertirse pronto en una crisis
económica. Podría haber suficientes conservadores que digan "no en mi
nombre", e incluso se arriesguen a perder futuras elecciones para
defender su posición.
O
como escribió el joven legislador conservador Paul Masterton en
twitter: "si los seguidores de línea dura del brexit quieren lanzar una
granada por una fantasía ideológica, que disparen. Pero mi paciencia y
mi voluntad se habrán ido. Este acuerdo es lo más lejos que puedo ir".
May
seguirá intentando obtener garantías de Bruselas que le ayuden a ganar
votos, pero la UE querrá a cambio la seguridad de que lo que sea que
ofrezca, no sea rechazado, lo cual es difícil. Si la UE no se lanza al
rescate, May tiene dos opciones viables, pero peligrosas.
Una
es buscar de alguna manera un consenso entre partidos, formalizado tal
vez bajo la figura de un órgano consultor compuesto de legisladores
laboristas y otros: una coalición de facto al mejor estilo alemán. Eso
daría a entender que está dispuesta a aceptar la posibilidad de un
brexit más suave, incluida la permanencia definitiva en la unión
aduanera.
Esta
era una posibilidad que no podía contemplar antes del voto de confianza
del año pasado, pero ahora ha ganado la seguridad por 12 meses de que
su propio partido no desafiará su liderazgo. Esta opción podría eliminar
la necesidad del controversial backstop y le aseguraría suficiente
apoyo de los laboristas para aprobar un acuerdo. Sería un paso
extraordinario, dada la historia política conflictiva de Gran Bretaña,
pero estamos en territorio desconocido.
Otra
opción es convocar a elecciones generales sin esperar una moción de
censura. Eso obligaría a los laboristas a explicar exactamente cómo
quieren proceder con el brexit, y a los conservadores a apoyar el plan
de su líder para el brexit y descartar una salida sin acuerdo –a riesgo
para May de no ser elegida por su partido–. Esto al menos permitiría a
los votantes elegir a un partido con una visión coherente sobre el
asunto.
Las
elecciones de 2017 fueron desastrosas, pero también pueden considerarse
como un rechazo a la visión inicial de May de un brexit duro. Un
partido más humilde, con una visión más clara y realista sobre el brexit
podría obtener mejores resultados, especialmente dado el escepticismo
de los votantes respecto a la oferta económica de los laboristas.
Las
votaciones parlamentarias de esta semana pueden parecer una distracción
ruidosa, pero resaltan las divisiones que no han permitido a los
conservadores funcionar como partido gobernante mientras la cuestión de
Europa siga sin resolverse. Además muestran que el apoyo al brexit sin
acuerdo no es tan fuerte, a pesar de ser la opción preferida para los
simpatizantes de línea dura.
La
decisión sobre si Gran Bretaña deja la UE sin un acuerdo será de May.
Si no consigue la aprobación, podría retroceder y aceptar permanecer en
la unión aduanera indefinidamente. O los miembros de su partido podrían
unirse a los laboristas para derrocar al gobierno. En cualquier caso, el
enfrentamiento con el ala menos favorable a Europa de su partido es
inevitable. Solo un lado puede ganar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario