FRÁNCFORT.- Aparte
de los criminales, pocos europeos echarán de menos el billete de 500
euros, condenado a desaparecer progresivamente a partir de este domingo.
Pero en una Alemania muy apegada al dinero en efectivo, esta despedida
es más dolorosa.
"Prefiero
el efectivo para los montos importantes, esto no quiere decir que hago
algo dudoso", dice Rolf, de 61 años, interrogado en Fráncfort, quien
pagó un coche usado con dinero en efectivo.
Para
Rolf es "difícil aceptar" la decisión del Banco Central Europeo (BCE)
de abandonar la emisión de billetes de 500 euros por parte de 17 de los
19 bancos centrales nacionales. Sólo los bancos de Alemania y Austria
seguirán imprimiéndolos hasta el 26 de abril para "garantizar una mejor
transición", según el BCE.
Los
billetes enviados a los bancos centrales podrán cambiarse por unidades
más pequeñas y los que no se cambien no perderán su valor.
"Se
los puede seguir utilizando para pagar o ahorrar", explicó,
Eva Taylor, portavoz del BCE. El volumen concernido es modesto, ya que
los billetes de 500 euros sólo representan 2,3% de la moneda en
circulación.
La
institución de Fráncfort decidió dejar de emitir los billetes de 500
euros en 2016 justificando la decisión por el temor a que "facilite las
actividades ilegales".
El billete, apodado "Bin Laden", permite
transportar discretamente enormes montos y facilitar la circulación de
dinero proveniente de actividades ilegales, de la corrupción o para el
financiamiento del terrorismo.
Un
millón de euros en billetes de 500 sólo representa 2,2 kg de papel y
puede esconderse en un saco para un ordenador. El mismo monto en
billetes de 100 dólares, el corte más alto de la moneda estadounidense,
pesa casi seis veces más y su transporte es menos discreto.
Pero
la decisión del BCE fue mal recibida en algunos países, entre ellos
Alemania, que temen que sea el principio del fin del dinero en efectivo y
el comienzo de la vigilancia generalizada de las transacciones
financieras.
Jens
Weidmann, gobernador del Bundesbank, había estimado entonces que la
desaparición del billete de 500 euros perturbaría poco las actividades
criminales, pero "dañaría la confianza" en la moneda única.
Algunos
críticos lamentan asimismo que sin esos billetes sería muy complicado
para los bancos comerciales depositar físicamente importantes sumas de
dinero para evitar los costosos depósitos en el BCE, que impone una tasa
negativa del 0,4%.
Cuando
nació el euro fue por presión de Alemania, que tenía antes un billete
de 1.000 marcos más o menos equivalente al de 500 euros, que se creó
este corte.
No
obstante, incluso en este país en donde pagar en el restaurante con
tarjeta es casi imposible, los cortes de 500 euros no son más utilizados
que en el resto de Europa. Para muchos clientes, este billete un poco
más grande que los otros plantea un problema.
"Nadie quería aceptarlos en los negocios", cuenta Suzanne Spenner, asistente materna de unos 50 años.
Según
un estudio del Bundesbank en 2017, más del 60% de los alemanes tuvieron
al menos una vez en sus manos un billete de 500 euros.
En
la zona euro sólo 20% de los interrogados por el BCE en 2015 y 2016
utilizaron un billete de 200 o de 500 euros el año anterior.
En
los comercios, como en el de Lucia Bassing en Fráncfort, el pago con
tarjeta tiene más lugar, pero sigue sucediendo que haya clientes que
paguen una factura de 3.000 euros con billetes.
"No
voy a echar de menos los de 500, porque no me gusta tenerlos encima.
Pero estoy contenta de aceptarlos de parte de los clientes", dice
sonriendo.
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