BRASILIA.- El
ultraderechista Jair Bolsonaro, que hoy asumió como nuevo presidente de
Brasil, dijo en el discurso que pronunció ante el Congreso que
impulsará reformas estructurales para sanear las cuentas públicas, cuya
maltrecha situación es considerada como una de las mayores amenazas para
la economía del país.
"Promoveremos
reformas estructurales que serán importantes para la sustentabilidad de
las cuentas públicas", afirmó en el discurso de cerca de diez minutos
que pronunció poco después de haber sido investido como presidente por
los próximos cuatro años.
Pese
a que no mencionó específicamente ninguna medida, el nuevo jefe de
Estado de Brasil ha defendido una profunda reforma al régimen de
jubilaciones y pensiones, actualmente deficitario y que, según
economistas, puede entrar en colapso en los próximos años.
El
capitán en la reserva del Ejército brasileño dijo igualmente que, para
sanear las cuentas, su Gobierno no gastará más de lo que recauda, pero
que, aún así, cumplirá todos los contratos.
Bolsonaro
afirmó que el ajuste fiscal para sanear las cuentas públicas es
necesario para estabilizar la economía e impulsar su crecimiento.
"Necesitamos
crear un circulo virtuoso en economía que genere confianza y estimule
no sólo nuestro mercado sino también el comercio internacional con todos
los países y sin amarras ideológicas", agrego.
Igualmente
sobre economía, afirmó que el sector agropecuario, uno de los más
importantes de Brasil y responsable por gran parte de las exportaciones
brasileñas, tendrá un papel decisivo en su Gobierno.
Bolsonaro aclaró que apoyará a los productores rurales pero "en consonancia con la preservación ambiental".
El mensaje fue interpretado como un compromiso de que su apoyo a los negocios en el campo tendrá límites ecológicos.
La
política económica del nuevo Gobierno brasileño, por lo ya admitido por
Bolsonaro, tendrá un tinte claramente liberal y será comandada por
Paulo Guedes, un economista formado en la Escuela de Chicago y al que el
presidente ha dado "carta blanca".
Guedes
ha propuesto una ambiciosa apertura al capital extranjero, impopulares
ajustes fiscales, una severa reducción del tamaño del Estado y de sus
gastos, y privatizaciones en todas las áreas, que incluyen negocios del
gigante Petrobras.
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