PEKÍN.- China
divulgará mañana los datos oficiales del crecimiento de su producto
interior bruto (PIB) del cuarto trimestre de 2018 y del año entero, con
cierta incertidumbre sobre si será capaz de cumplir con un objetivo (6,5
%), que ya aceptaba de por sí la desaceleración económica como una
realidad inevitable.
El
director de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Ning Jizhe,
quien será el encargado de divulgar mañana los datos en una rueda de
prensa, aseguró en una entrevista reciente con la televisión estatal
CCTV que espera que China cumpla con el citado objetivo.
"2018
fue un año extraordinario. Aunque el entorno doméstico y global fue
complejo y fluctuante, la operativa económica de China siguió
manteniendo un crecimiento estable y regular", afirmó Ning.
Pero
las señales no son buenas: la provincia de Cantón (sureste), uno de los
principales centros exportadores del país, no fue capaz de alcanzar su
objetivo de crecimiento para este año (7,5 %), quedándose en un 6,5 %.
Detrás
de estos datos se dibuja la sombra de la guerra comercial con Estados
Unidos, cuyos efectos no se han empezado a sentir hasta diciembre, por
lo que el dato del PIB del último trimestre también podría servir para
comprobar hasta qué punto ha dañado a la economía china.
Julian
Evans-Pritchard, analista de la consultora británica Capital Economics,
opina que la reciente presión a la baja de la economía se verá
finalmente reflejada en un "ligero debilitamiento" del crecimiento del
PIB durante el último trimestre.
"El
crecimiento continuó desacelerándose durante el último trimestre, y
otros índices, como el de la producción manufacturera, también indican
la ralentización. Quizá las cifras oficiales no vayan a ser tan duras,
pero el crecimiento realmente ha sido menor en este periodo", señaló
Evans-Pritchard, en una nota a clientes.
Sin
embargo, los analistas chinos parecen algo más optimistas: según un
estudio del Bank of Communications, una de las principales entidades
bancarias del país, el dato del último trimestre se situará en el 6,4 %,
lo que implicaría un acumulado anual del 6,6 %.
Esa
misma cifra para 2018 es la predicha por el Fondo Monetario
Internacional (FMI), ligeramente por encima del 6,5 % anual que prevé el
Banco Mundial (BM); ambos organismos, sin embargo, rebajaron sus
expectativas para 2019 al 6,2 %.
De
cualquier manera, el cumplimiento del objetivo del 6,5 % que se marcó
Pekín para 2018 sería una nueva constatación de la desaceleración de la
economía china: en 2015, el crecimiento del PIB bajó del 7 % por primera
vez desde 1990, situándose en el 6,9 %.
Desde entonces, registró un 6,7 % en 2016, aunque al año siguiente remontó y batió las expectativas con un 6,8 %.
Este
año, a falta del acumulado anual, son los registros trimestrales los
que marcan una tendencia descendiente: 6,8 % en el primero, 6,7 % en el
segundo y 6,5 % en el tercero.
De
cara al futuro, las predicciones son que el crecimiento del PIB siga
cayendo en la primera mitad de 2019 y que se estabilice en la segunda
para llegar a una cifra de entre un 6 y un 6,3 por ciento.
Es
más, la prensa oficial -termómetro nada desdeñable de las entrañas del
régimen- ya advierte de que las reducciones en las expectativas para
2019 son "aceptables" debido a los retos a los que se enfrenta la
economía china.
El
nacionalista Global Times publicó un artículo en su cuenta de Twitter
con un mensaje que rezaba: "Teniendo en cuenta las múltiples tareas de
estabilizar el crecimiento económico, mantener a raya los riesgos y
ajustar la estructura (de la economía) doméstica, es bueno ralentizar el
crecimiento del PIB".
Aunque
esta noticia hablaba de una rebaja generalizada en los objetivos de
crecimiento de los Gobiernos locales y regionales, puede suponer un
preludio de lo que le espera a la economía nacional en un 2019 marcado
por la incertidumbre y una nueva constatación de que el optimismo con el
que comenzó 2018 se ha desvanecido.
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