DAVOS.- Expertos reunidos en el Foro
Económico de Davos han descartado hoy que exista una burbuja de deuda
corporativa que pueda provocar un colapso financiero similar al vivido
hace una década con la crisis crediticia.
La deuda de
las empresas supera en todo el mundo los 30.000 billones de dólares
(unos 26.300 millones de euros), según los datos que maneja el Foro de
Davos, y de esa cantidad la cuarta arte vence en cinco años, lo que en
principio podría representar un problema para la estabilidad financiera y
económica, por el riesgo de una crisis de crédito en los países
emergentes o las posibles medidas para refinanciarla.
Sin embargo, el panel de expertos reunidos hoy en la
localidad alpina ha descartado que exista una burbuja de deuda
corporativa, aunque han señalado los riesgos inherentes a un mercado
inflado.
La directora para América de Bank of America
Merrill Lynch, Karen Fang, ha indicado que las cifras no pueden
analizarse sin entrar en detalle, sin "ponerlas en su debido contexto", y
ha recordado que en los últimos años la deuda soberana ha crecido en
mayor medida que la de las empresas y nadie teme una burbuja en ese
ámbito.
Lo cierto es que al mismo tiempo que crece la
deuda corporativa sube el PIB, aunque ha reconocido que hay un elemento
nuevo, y es el enorme porcentaje que representa la deuda de China
respecto del PIB, que no crece ahora al ritmo al que nos tenía
acostumbrados.
El ministro de Hacienda de Chile,
Felipe Larraín, ha puntualizado que es necesario distinguir entre deuda
de empresas financieras o no financieras, es decir, que la deuda de los
bancos no se puede comparar con la del resto de sociedades.
En concreto, ha recordado que Chile aprobó en octubre del pasado año
una Ley General de Bancos (LGB) que incluye los estándares de capital
Basilea III (conjunto de normas bancarias internacionales) y establece
mayores requerimientos de capital para las entidades.
Tampoco el vicepresidente y consejero delegado del fondo de inversión
estadounidense Canyon Partners, Joshua Friedman, ha admitido que exista
algo parecido a una burbuja de deuda corporativa, que ha definido como
"algo que puede explotar cuando hay demasiado endeudamiento y poca
liquidez", condiciones que no se dan ahora.
La mala
noticia, ha añadido Friedman, es que "si miras a los clientes que
consumen esta deuda aparecen fondos de pensiones que buscan
desesperadamente rendimiento", lo que introduce mucha presión a los
mercados en momentos con bajos tipos de interés.
Pero
una burbuja "es otra cosa", afecta a las instituciones financieras y
puede ser "muy dañina, pero un mercado inflado no es una burbuja".
También se ha referido al papel que desempeñan los bancos centrales,
como la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), cuando empieza retirar
estímulos, como es el caso ahora, y provoca distorsiones.
El "número dos" del FMI, David Lipton, se ha centrado en el papel de
las autoridades, que deben estar atenas a fenómenos como la "banca en la
sombra" y otros mercados no regulados, donde sí puede haber movimientos
no detectados.
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