BUENOS AIRES.- Guido
Sandleris, presidente del banco central argentino, se enfrenta a un
problema inusual. El peso se ha recuperado tanto en los últimos meses
que está realizando pruebas con una banda cambiaria diseñada para ayudar
al banco a reconstruir su credibilidad.
La
banda fue creada en septiembre con el aval del Fondo Monetario
Internacional, cuando el peso estaba perdiendo la mitad de su valor en
medio de una venta masiva. Se suponía que permitiría un debilitamiento
lento y controlado de la moneda, que ahora flota dentro de un cierto
rango que se ajusta a diario.
Si se desvía por encima o por debajo de
este rango, el banco central puede -pero no está obligado a- vender o
comprar dólares para intervenir en el tipo de cambio.
Pocos
economistas esperaban que el peso se convirtiera en una de las monedas
de mercados emergentes con mejor desempeño.
Ha repuntado 10 por ciento
frente al dólar desde la implementación del plan -que también implicaba
congelar la cantidad de pesos en circulación y mantener las tasas de
interés cerca del 60 por ciento- una cifra mundial alta.
Si bien una
moneda más fuerte ayuda a Argentina a combatir la inflación y a ajustar
sus cuentas externas, podría perjudicar nuevamente la credibilidad del
banco dependiendo de la gestión de Sandleris.
"Creemos
que el banco central debe comunicar su estrategia claramente, de lo
contrario su credibilidad podría verse comprometida", dijo Priscila
Robledo, economista de Continuum Economics. "Comprar dólares para
aumentar la liquidez del peso y al mismo tiempo pagar tasas
extremadamente altas para reducir la base monetaria no parece ser la
mejor estrategia".
Hasta
ahora, los esfuerzos de Sandleris por defender la banda no han
funcionado. El banco central ha comprado 190 millones de dólares desde enero 10,
pero el peso se ha mantenido principalmente por debajo del rango
definido. La moneda cerró a 37,5 por dólar estadounidense el miércoles,
dentro del rango de la banda.
La
reducción más rápida de las tasas de interés podría impulsar el
endeudamiento y el crecimiento económico, y al mismo tiempo reducir la
demanda de pesos en el mercado. Pero esa estrategia conlleva sus propios
riesgos.
El expresidente del banco central, Federico Sturzenegger, bajó
las tasas de interés en enero 2018, solo para tener que elevarlas
bruscamente en abril. Renunció en junio, admitiendo que había perdido
credibilidad.
"Lo
que no quieren es bajar las tasas en un momento en que se ha
restablecido la confianza solo para volver a subirlas si el dólar sube
otra vez", dijo Sebastián Martínez, analista macroeconómico de la
consultora argentina ABECEB.
Gran
parte de las recientes ganancias del peso son simplemente una
corrección de las pérdidas del año pasado, combinadas con un aumento del
apetito de riesgo de los inversionistas globales este año.
A nivel
nacional, la inflación se está desacelerando y el presidente, Mauricio
Macri, favorito del mercado, ha evidenciado un aumento en los índices de
aprobación.
Sin
embargo, hay buenas razones para esperar que el peso se debilitará.
Argentina está en medio de una recesión, se espera que la inflación
cierre este año alrededor del 30 por ciento y la incertidumbre de las
elecciones presidenciales de octubre podría desencadenar otra crisis
monetaria.
"Están
yendo con cuidado pero creo que sí, van a seguir comprando", dijo
Soledad Tortarolo, jefe de investigación de renta fija en la correduría
Allaria Ledesma & CIA en Buenos Aires. Ella pronostica que el banco
aumentará la cantidad diaria que puede comprar a 150 millones. "Es
importante que defiendan la zona de no intervención".
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