BERLÍN.- La economía alemana creció en 2018
un 1,5 %, informó hoy la Oficina Federal de Estadística (Destatis) según
datos provisionales.
Se trata del noveno año
consecutivo de crecimiento de la mayor economía europea, pero de su
menor tasa de crecimiento del producto interior bruto (PIB) desde 2013,
cuando la economía creció un 0,5 %, algo debido a la desaceleración
experimentada en el segundo semestre del año pasado.
"La economía alemana mantuvo en 2018 su crecimiento, si
bien de forma más débil", afirmó en rueda de prensa Albert Braakmann,
director del departamento de estimaciones macroeconómicas de Destatis.
Según este organismo, las inversiones en bienes de equipo repuntaron
un 4,5 % el año pasado y el sector inmobiliario avanzó un 3 %, mientras
el consumo privado y el público crecían de forma más moderada, un 1,0 y
un 1,1 %, respectivamente.
Por su parte, las
exportaciones crecieron un 2,4 %, pero por debajo de las importaciones,
que registraron un aumento del 3,4 %.
El superávit
del Estado alemán, que incluye los tres niveles de la administración y
la seguridad social, se situó en el equivalente al 1,7 % del PIB.
En el primer trimestre del año pasado el PIB alemán avanzó un 0,4 % y
en el segundo repuntó hasta el 0,5 % animado por el consumo interno,
pero la segunda mitad del ejercicio se vio ensombrecida por la
conjunción de varios factores.
La economía alemana
se contrajo un 0,2 % en el tercer trimestre, según informó Destatis el
pasado agosto, y las previsiones de los expertos para el cuarto
trimestre -una tasa aún no publicada- no son halagüeñas y prevén, en el
mejor de los casos, un crecimiento mínimo.
Las
tensiones comerciales globales desatadas por el proteccionismo
estadounidense empezaron ya a minar a la economía alemana, que tiene en
su sector exportador uno de sus principales estandartes.
A esto han de sumarse los problemas de la potente industria del motor
-que emplea a unas 800.000 personas y es la mayor exportadora del país-
con los nuevos estándares europeos de emisión de gases contaminantes.
También ha lastrado el comportamiento de la economía alemana el
déficit de personal cualificado, con más de un millón de vacantes
abiertas, que -con un mercado laboral en máximo de personas empleadas y
en mínimos de desempleo- está sufriendo cuellos de botella en algunos
ámbitos.
Varios institutos económicos y el propio
Bundesbank (banco central alemán) rebajaron en los últimos meses sus
previsiones de crecimiento de la economía alemana hasta una horquilla
entre el 1,5 y 1,7 %.
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