PARÍS.- La economía francesa ralentizó su
ritmo de crecimiento en 2018 con un 1,5 % después de avanzar el 2,3 % en
2017, y un cuarto trimestre en el que se dejaron sentir los efectos
negativos de la crisis de los "chalecos amarillos".
Esa crisis se hizo notar sobre todo en el consumo privado, que
permaneció estancado entre octubre y diciembre, cuando había progresado
un 0,4 % en los tres meses precedentes, señaló el Instituto Nacional de
Estadística (INSEE) en un comunicado.
Si se examina en detalle, hubo una caída del 0,7 % del
consumo de bienes (tras +0,3 % en el tercer trimestre), mientras que el
de servicios continuó con su dinámica claramente positiva (+0,5 % tras
+0,4 %).
El descenso fue particularmente marcado en
los bienes fabricados (-1,2 % tras +0,6 %) por efecto del bajón del
mercado automovilístico con la aplicación de las nuevas normas de
emisiones y, en menor medida, en la energía (-0,4 %, tras -0,1 %).
Por el lado de la producción, siguió ascendiendo en el cuarto trimestre
pero a una cadencia inferior (+0,4 % después de +0,5 %), tras una
ralentización visible en la industria manufacturera (+0,1 % tras +0,6
%).
Ahí pesó, sobre todo, el descalabro de la
producción en las refinerías (-5,5 %, tras +11,1 %), de acuerdo con el
INSEE por las protestas sociales.
El producto
interior bruto (PIB) del cuarto trimestre, en cualquier caso, progresó
al mismo ritmo que el del tercero (un 0,3 %), gracias a que el comercio
exterior compensó la menor contribución al crecimiento de la demanda
interna.
El saldo exterior aportó dos décimas al PIB
trimestral, debido al efecto combinado de una recuperación de las
importaciones (+1,6 % tras -0,7 %) y a una aceleración de las
exportaciones (+2,4 % tras +0,2 %).
La expansión de
la inversión, en la línea del consumo, también sufrió un frenazo
considerable, ya que pasó de un ritmo de subida del 1 % entre julio y
septiembre al 0,2 % entre octubre y diciembre.
Al
final, la demanda interior aportó una décima al PIB del cuarto
trimestre, cuando había supuesto cinco décimas en los tres meses
precedentes.
El Gobierno había estimado que la crisis
de los chalecos amarillos iba a restar una décima al PIB del cuarto
trimestre, un efecto concentrado sobre todo en la actividad comercial,
en el turismo y en los restaurantes.
En el conjunto
del año, el consumo privado subió un 0,8 %, tres décimas menos que en
2017 y la inversión un 2,9 %, frente al 4,7 % en el ejercicio anterior.
La demanda interior globalmente aportó 1,4 puntos al PIB de 2018, seis
décimas menos que en 2017, mientras que el comercio exterior contribuyó
con seis décimas, cinco más. Las variaciones de existencias, por su
parte, restaron cuatro décimas, cuando habían sumado dos el ejercicio
precedente.
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