MADRID.- A últimas horas del viernes, los inversores se ponían las botas con los bancos. Bankia cerró con un alza del 6%, seguido del Banco Sabadell (+5,3%), BBVA (+3,9%), Santander (+3,7%), CaixaBank (+3,7%) y Bankinter (+3,2%) —aupados junto con el resto de la bolsa por los avances de Wall Street y la fortaleza del dato del paro de EEUU (importante
indicador de la inflación a esperar y, por ende, política monetaria con
la que responderá el banco central estadounidense)—, según publica hoy El Confidencial.
Un final de la semana que contrasta con el principio: en las primeras sesiones del año, las bolsas tropezaron con
unos datos del PMI Manufacturero (chino y europeo) que volvieron a
revivir el fantasma de la recesión —un fantasma que lleva ya meses asolando a los mercados—.
Los bancos están especialmente expuestos a estas preocupaciones, no
solo por su condición de activo cíclico si no que, en Europa, se
enfrentan además a otra encrucijada clave para el futuro de su negocio:
esperan con ansias que 2019 sea el año en el que finalmente se suben los tipos de interés (y para ello es recomendable que todo funcione 'de forma normal' en la economía).
No en vano, el llamado precio del dinero es un factor crítico en las
cuentas de los bancos. Tanto es así que se calcula que podría haber
reducido los ingresos de los bancos europeos en más de 10.000 millones de euros entre 2008 y 2016.
Por un lado, está el tipo de interés de la facilidad del depósito,
un parámetro que determina el interés emitido por parte del Banco
Central Europeo (BCE) por que los bancos mantengan cierto nivel de
depósitos de 'cash' en el regulador (a modo de garantía).
Actualmente, y
tras el cambio de política monetaria como respuesta a la crisis de
2008, esta cifra se sitúa en mínimos históricos (-0,4%) —es decir, que
los bancos comerciales hoy en día pagan al banco central por los
depósitos de liquidez en las arcas del BCE—.
Luego están los tipos de interés de las operaciones principales de financiación;
es decir, el tipo de referencia en el mercado. Así, estos vienen a
determinar el precio por el cual los bancos pueden ejecutar su negocio
tradicional: el de prestar dinero. Actualmente, este índice está en el
0%.
A principios de 2018, los mercados descontaban que la Fed finalmente subiría los tipos en marzo de este año. Sin embargo, tras el nerviosismo desatado en los mercados en febrero,
estas expectativas se retrasaron; lo cual confirmó Draghi a mediados
del año cuando alegó que "los tipos se mantendrán en sus niveles
actuales hasta al menos durante el verano de 2019".
El presidente del regulador dejará su puesto el 31 de octubre, tras la
reunión de otoño. ¿Podría llegar a irse Draghi sin subir los tipos?
Hace seis meses, el 69% de los futuros recogidos por Bloomberg descartaba
que el BCE no fuese a subir tipos de operaciones principales de
financiación por encima del 0% en la reunión de octubre, junto con el
59% que hace dos meses negaba tener en 2018 un otoño sin subidas de los
tipos de las facilidades del depósito.
Actualmente, el 75% de los
futuros apunta a que este otoño no va a ver subidas de tipos en las
operaciones principales de operaciones, mientras que el 77% deduce que
la facilidad del depósito seguirá en mínimos hasta por lo menos
diciembre.
Esta misma ralentización de los tipos fue uno de los factores clave que pesaron sobre la cotización de los bancos europeos en 2018. Los principales bancos españoles se han dejado entre un 8% en bolsa en el caso de CaixaBank y un 37% en el caso del Sabadell —de forma similar a lo ocurrido en los parqués europeos, donde Intesa Sanpolo se deja un 34,5% o Société Générale que ha caído un 40%—.
Se podría deducir que no todo es culpa de los tipos de interés,
sobretodo si se tiene en cuenta que las caídas en bolsa han sido
generalizadas. De hecho, si se amplía la lupa a EEUU, donde los tipos de interés ya llevan años subiendo, se puede ver que los movimientos de los grandes bancos del S&P 500 también pierden alrededor de un 20%.
Sin
embargo, si se comparan los bancos europeos con los estadounidenses
(como prueba del impacto de las subidas de los tipos de interés en las
valorizaciones) a largo plazo (desde la crisis, por ejemplo) se aprecia
que, mientras que casi todos los grandes bancos estadounidenses (JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America, etc.) sí han recuperado el terreno perdido durante la crisis, los grandes europeos (HSBC, BNP Paribas, Santander, Société Générale, etc.) se quedan mucho más cortos en su intento.
En EEUU los tipos de interés de referencia cayeron a mínimos en
diciembre de 2008, situándose entonces en prácticamente el 0% hasta
2015, cuando Janet Yellen los aumentó hasta el 0,5%. Estos se han ido incrementando gradualmente desde entonces y, actualmente, se sitúan en un 2,25%-2,5% —subidas que la cotización de los bancos estadounidenses han ido acompañando a lo largo de estos años—.
En
primer lugar, la acción de choque por parte de las autoridades fue
distinta en EEUU y Europa. Mientras el país norteamericano se decantó
por una respuesta rápida en clave de estímulos para recuperar
rápidamente la liquidez y confianza en la economía, el Viejo Continente
optó por responder con una política monetaria lenta y conservadora (de
hecho, en 2011 se subieron los tipos en del 1% al 1,5%, a las puertas de
la crisis de deuda).
"La rápida respuesta de la política monetaria americana bajando tipos
de interés e inyectando liquidez mediante la compra de deuda/MBS, ayudó
a la economía estadounidense en el momento más necesario", explican los
analistas de Finizens. "La política monetaria europea fue titubeante y lenta".
Por otro lado, los bancos estadounidenses han sobrevivido a la crisis mucho más saneados. Según explica Pierre Danilowiez,
gestor del Fondo Key Capital OCHO, las entidades bancos estadounidenses
tienen un nivel de deuda mucho más sano que los europeos.
"En EEUU, los bancos que han capeado la crisis
están ahora mucho mejor capitalizados que antes y mucho mejor que en
Europa", explica el gestor. Además, según matiza, los procedimientos de
control al otro lado del Atlántico están mucho más avanzados, "con
pruebas de estrés cada año y una serie de sanciones en caso de quiebra
de los bancos".
"Cuando analizamos en detalle los
resultados de las pruebas de resistencia en EEUU, nos damos cuenta de
que a menudo son las filiales americanas de los bancos europeos las que
no superan las pruebas", zanja el gestor.
Finalmente, están los riesgos políticos, que tan claramente se han visto ejemplificados este año con polémicas como la italiana o el impuesto hipotecario, que le propiciaron fuertes caídas de valor.
Danilowiez
lo tiene claro: "entre los problemas de los modelos de negocio, los
balances para reestructurar y/o recapitalizar, un entorno regulatorio incierto
en el contexto de una desaceleración global y una economía más volátil,
el mercado está incorporando estos riesgos en las valoraciones",
explica el gestor.
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