lunes, 21 de enero de 2019

Parlamento y Gobierno batallan por el control del Brexit en su recta final

LONDRES.- Si solo fuera el Brexit... Theresa May se enfrenta a una nueva semana de fuego en la que se le acumulan los desafíos. La primera ministra presentará este lunes en el Parlamento una alternativa al plan de salida de la UE que una abrumadora mayoría de diputados rechazó hace casi una semana, recuerda El País, de Madrid

May hace frente a una crisis constitucional en ciernes, en la que Westminster intentará arrebatar al Ejecutivo el control del proceso; a una crisis en el seno de su Gobierno, con los ministros enfrentados entre sí y amenazas de nuevas dimisiones; a una revuelta interna en las bases del Partido Conservador, que se sienten traicionadas ante las componendas para evitar un Brexit a las bravas; y, finalmente, a una Unión Europea muy reticente a renegociar un pacto que costó dos largos años de tira y afloja.
Nadie espera un nuevo conejo de la chistera de la primera ministra. May acudirá al Parlamento con una hoja de ruta neutral que le dé tiempo para seguir explorando apoyos entre sus propias filas y en las de la oposición. 
El diario The Times afirma que el Gobierno prepara la alternativa de una oferta de tratado bilateral con Irlanda que sirviera para sortear el backstop, la salvaguarda del acuerdo que ha envenenado el debate desde un principio. 
Es la disposición por la que Reino Unido se compromete a permanecer en la unión aduanera todo el tiempo necesario hasta que Londres y Bruselas negocien una nueva relación comercial, con el fin de evitar que se levante una nueva frontera entre Irlanda (que es miembro de la UE) e Irlanda del Norte (territorio integrado en Reino Unido), que pondría en peligro los acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998. 
Las primeras reacciones de los socios parlamentarios de May, los unionistas norirlandeses del DUP, ante esta idea indican que no tomará vuelo.
Downing Street concentra su mayor preocupación en dos iniciativas procedentes de las filas conservadoras y laboristas, que acabarían con décadas de tradición parlamentaria, y arrebatarían al Ejecutivo el control del impulso legislativo. 
Por parte de los tories, el exfiscal general Dominiq Grieve, un abogado brillante, defensor de la permanencia en la UE y de la celebración de un segundo referéndum, ha presentado una moción para extender en el tiempo el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
 "Se pueden ir dando pasos para mitigar el riesgo de un Brexit sin acuerdo. Y el Parlamento debe unirse en torno a la idea de exigir al Gobierno que solicite una extensión del artículo 50 para encontrar el tiempo y espacio necesarios para repensarlo todo", ha escrito Grieve en las páginas del The Sunday Times
La moción, que se incorporaría como enmienda al nuevo texto de May, ha acumulado el respaldo de una mayoría de diputados de las dos bancadas. El Gobierno clama traición y acusa a Grieve de haber contado con la complicidad de un letrado de la Cámara, Colin Lee, con quien se intercambió mensajes para formular adecuadamente la enmienda y ajustarla a la legalidad. 
En tiempos de sospechas extendidas, la simple tarea de un experto jurista de ayudar en la actividad parlamentaria es contemplada como una deslealtad constitucional.
La segunda moción, presentada conjuntamente por la diputada laborista Yvette Cooper y la conservadora Nick Boles, busca también evitar a toda costa la posibilidad de que se alcance la fatídica fecha del 29 de marzo y se produzca un Brexit sin acuerdo. Desde la dirección del laborismo se han enviado ya señales de que estarían dispuestos a respaldar, al menos, la segunda iniciativa. 
"Nos enfrentamos a una crisis nacional y hay muchos diputados en la Cámara cuya principal prioridad es asegurar que no vamos a abandonar la UE sin un acuerdo. Y, por lo tanto, intentan dar con modos de incorporar enmiendas que puedan ser debatidas el próximo 29 de enero [el Gobierno ha establecido que el debate y votación del nuevo texto de May y de las enmiendas tenga lugar una semana después de este lunes]", ha dicho el laborista Hillary Benn, portavoz de Exteriores de la formación, este domingo en la BBC.
Theresa May tendrá una última reunión con los miembros de su Gobierno antes de acudir al Parlamento. Las divisiones en el seno del Ejecutivo se han agudizado, entre aquellos que piden virar el rumbo de la nave hacia un Brexit más suave que contemple la posibilidad de formar parte definitivamente de la unión aduanera, para lograr el apoyo de los diputados laboristas indecisos, y los que consideran que ese movimiento provocaría la fractura del Partido Conservador. 
"Si fracasamos en llevar a buen puerto el Brexit se producirá una profunda grieta entre el Parlamento y la ciudadanía. Un cisma en nuestro sistema político de consecuencias desconocidas. La reacción del público puede ser un verdadero tsunami político", ha escrito el ministro de Comercio Internacional, Liam Fox, en las páginas del The Sunday Telegraph.
Medio centenar de presidentes de agrupaciones conservadoras locales, junto a otras prominentes figuras del partido, han publicado una carta abierta en la que amenazan con "una quiebra de confianza" entre los votantes y la formación si no se cumple con el resultado del referéndum de 2016, en el que una mayoría del 52% respaldó la salida de Reino Unido de la UE. 
"Debo decir con profundo dolor de corazón, que si no se hace caso a lo que votaron más de 17 millones de electores, sería para mi profundamente difícil seguir perteneciendo a un partido que se ha empeñado en desobedecer la voluntad del pueblo", ha escrito Bob Perry, de la Agrupación Conservadora de Hornchurch y Upminster.
En las últimas horas, las únicas palabras de consuelo que ha recibido May han sido las de la canciller alemana, Angela Merkel, quien se ha comprometido este sábado a "trabajar hasta el último día en buscar una solución para que sea posible un acuerdo de salida de Reino Unido de la UE".

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