LONDRES.- Si solo fuera el Brexit... Theresa May
se enfrenta a una nueva semana de fuego en la que se le acumulan los
desafíos. La primera ministra presentará este lunes en el Parlamento una
alternativa al plan de salida de la UE que una abrumadora mayoría de diputados rechazó hace casi una semana, recuerda El País, de Madrid.
May hace frente a una crisis constitucional en ciernes, en la que
Westminster intentará arrebatar al Ejecutivo el control del proceso; a
una crisis en el seno de su Gobierno, con los ministros enfrentados
entre sí y amenazas de nuevas dimisiones; a una revuelta interna en las
bases del Partido Conservador, que se sienten traicionadas ante las
componendas para evitar un Brexit a las bravas; y, finalmente, a una Unión Europea muy reticente a renegociar un pacto que costó dos largos años de tira y afloja.
Nadie espera un nuevo conejo de la chistera de la primera ministra.
May acudirá al Parlamento con una hoja de ruta neutral que le dé tiempo
para seguir explorando apoyos entre sus propias filas y en las de la
oposición.
El diario The Times afirma que el Gobierno prepara la alternativa de una oferta de tratado bilateral con Irlanda que sirviera para sortear el backstop, la salvaguarda del acuerdo
que ha envenenado el debate desde un principio.
Es la disposición por
la que Reino Unido se compromete a permanecer en la unión aduanera todo
el tiempo necesario hasta que Londres y Bruselas negocien una nueva
relación comercial, con el fin de evitar que se levante una nueva
frontera entre Irlanda (que es miembro de la UE) e Irlanda del Norte
(territorio integrado en Reino Unido), que pondría en peligro los
acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998.
Las primeras reacciones de los
socios parlamentarios de May, los unionistas norirlandeses del DUP,
ante esta idea indican que no tomará vuelo.
Downing Street concentra su mayor preocupación en dos iniciativas
procedentes de las filas conservadoras y laboristas, que acabarían con
décadas de tradición parlamentaria, y arrebatarían al Ejecutivo el
control del impulso legislativo.
Por parte de los tories, el exfiscal general Dominiq Grieve, un abogado brillante, defensor de la permanencia en la UE y de la celebración de un segundo referéndum, ha presentado una moción para extender en el tiempo el artículo 50 del Tratado de Lisboa.
"Se pueden ir dando pasos para mitigar el riesgo de un Brexit sin
acuerdo. Y el Parlamento debe unirse en torno a la idea de exigir al
Gobierno que solicite una extensión del artículo 50 para encontrar el
tiempo y espacio necesarios para repensarlo todo", ha escrito Grieve en
las páginas del The Sunday Times.
La moción, que se incorporaría como enmienda al nuevo texto de May,
ha acumulado el respaldo de una mayoría de diputados de las dos
bancadas. El Gobierno clama traición y acusa a Grieve de haber contado
con la complicidad de un letrado de la Cámara, Colin Lee, con quien se
intercambió mensajes para formular adecuadamente la enmienda y ajustarla
a la legalidad.
En tiempos de sospechas extendidas, la simple tarea de
un experto jurista de ayudar en la actividad parlamentaria es
contemplada como una deslealtad constitucional.
La segunda moción, presentada conjuntamente por la diputada laborista
Yvette Cooper y la conservadora Nick Boles, busca también evitar a toda
costa la posibilidad de que se alcance la fatídica fecha del 29 de
marzo y se produzca un Brexit sin acuerdo. Desde la dirección del
laborismo se han enviado ya señales de que estarían dispuestos a
respaldar, al menos, la segunda iniciativa.
"Nos enfrentamos a una
crisis nacional y hay muchos diputados en la Cámara cuya principal
prioridad es asegurar que no vamos a abandonar la UE sin un acuerdo. Y,
por lo tanto, intentan dar con modos de incorporar enmiendas que puedan
ser debatidas el próximo 29 de enero [el Gobierno ha establecido que el
debate y votación del nuevo texto de May y de las enmiendas tenga lugar
una semana después de este lunes]", ha dicho el laborista Hillary Benn,
portavoz de Exteriores de la formación, este domingo en la BBC.
Theresa May tendrá una última reunión con los miembros de su Gobierno
antes de acudir al Parlamento. Las divisiones en el seno del Ejecutivo
se han agudizado, entre aquellos que piden virar el rumbo de la nave
hacia un Brexit más suave que contemple la posibilidad de formar parte
definitivamente de la unión aduanera, para lograr el apoyo de los
diputados laboristas indecisos, y los que consideran que ese movimiento
provocaría la fractura del Partido Conservador.
"Si fracasamos en llevar
a buen puerto el Brexit se producirá una profunda grieta entre el
Parlamento y la ciudadanía. Un cisma en nuestro sistema político de
consecuencias desconocidas. La reacción del público puede ser un
verdadero tsunami político", ha escrito el ministro de Comercio
Internacional, Liam Fox, en las páginas del The Sunday Telegraph.
Medio centenar de presidentes de agrupaciones conservadoras locales,
junto a otras prominentes figuras del partido, han publicado una carta
abierta en la que amenazan con "una quiebra de confianza" entre los
votantes y la formación si no se cumple con el resultado del referéndum
de 2016, en el que una mayoría del 52% respaldó la salida de Reino Unido
de la UE.
"Debo decir con profundo dolor de corazón, que si no se hace
caso a lo que votaron más de 17 millones de electores, sería para mi
profundamente difícil seguir perteneciendo a un partido que se ha
empeñado en desobedecer la voluntad del pueblo", ha escrito Bob Perry,
de la Agrupación Conservadora de Hornchurch y Upminster.
En las últimas horas, las únicas palabras de consuelo que ha recibido May han sido las de la canciller alemana, Angela Merkel,
quien se ha comprometido este sábado a "trabajar hasta el último día en
buscar una solución para que sea posible un acuerdo de salida de Reino
Unido de la UE".
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