RANGÚN.- La líder de facto del Gobierno
birmano, Aung San Suu Kyi, reafirmó hoy el compromiso del país en
acometer cambios políticos y económicos para atraer la inversión
extranjera, sin mencionar los numerosos conflictos registrados en el
país, entre ellos la campaña de limpieza étnica contra los rohinyá.
La nobel de la Paz y consejera de Estado resaltó la localización
geográfica de Birmania, que hace frontera con los dos mayores mercados
en crecimiento: China e India, durante el discurso de apertura del
primer Foro para la Inversión en Birmania.
Con un mercado interno en crecimiento, recursos
naturales, mano de obra barata y un gran potencial agrícola, Suu Kyi,
incidió en la "inmensa oportunidad de inversión" en Birmania, a pesar de
la lentitud y los "retos" que suponen los cambios en la Administración,
en un acto celebrado en Naipyidó y retransmitido en directo por la
Cámara de Comercio.
Birmania, que estuvo gobernada
por el Ejército desde 1962 hasta 2011, comenzó hace ocho años un proceso
de transición hacia la democracia que desembocó en las elecciones de
2015, donde salió vencedora la Liga Nacional para la Democracia,
liderada por Suu Kyi.
"Como última frontera para la
inversión en el Sudeste Asiático, ofrecemos al mundo grandes
oportunidades de inversión", declaró la mandataria al reafirmar su
compromiso en crear "un entorno favorable a la inversión" tras enumerar
en su exposición decenas de planes de desarrollo y cambios legislativos.
El Producto Interior Bruto de Birmania, uno de los países más pobres de
Asia, creció 6,6 por ciento en 2018 y se estima un aumento del 7 por
ciento para el presente año, según datos del Banco Asiático para el
Desarrollo.
En su discurso de media hora, Suu Kyi no
hizo referencia a los numerosos conflictos armados abiertos en varios
estados del país, ni a la ofensiva del Ejército birmano en el estado
Rakáin -en el oeste de Birmania- contra miembros de la etnia rohinyá.
Unos 723.000 rohinyá han huido a Bangladesh desde agosto de 2017 a raíz
de la campaña castrense, que la ONU denunció como "genocidio
intencional" y calificó como "limpieza étnica de manual".
Rakáin, que ocupa una larga franja costera en el oeste del país, es una
zona con ricos recursos naturales y una situación geoestratégica clave,
aunque también con una de las mayores tasas de pobreza del país.
Birmania no reconoce la ciudadanía a los rohinyás, a los que considera
inmigrantes bengalíes, y les somete desde hace años a todo tipo de
discriminaciones, incluidas restricciones a la libertad de movimientos.
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