jueves, 17 de enero de 2019

UGTT paraliza Túnez y lanza un órdago a la austeridad del gobierno y el FMI

TÚNEZ.- La UGTT, el principal sindicato de Túnez, hizo hoy una exhibición de fuerza y envío una dura advertencia al frágil gobierno que dirige Yusef Chahed, sacudido por una huelga general de la función publica que logró paralizar el país.

La Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) convocó una huelga de 24 horas entre los 677.000 funcionarios y 350.000 trabajadores de empresas públicas, lo que representa cerca de un cuarto de la población activa del país.
El sindicato reclama aumentos salariales más importantes que los 130 a 180 dinares (40 a 55 euros, 42 a 60 dólares) en dos años propuestos por el gobierno, para contrarrestar la caída del poder adquisitivo debido a la inflación, que alcanzará 7,5% en 2018.
Le salario bruto medio de un funcionario es de 1.580 dinares (500 euros, 520 dólares), según el último informe oficial para 2016.
Estaciones de tren, aeropuertos y puertos sintieron el mazazo de una movilización masiva que tenía como objetivo denunciar las políticas de recortes y austeridad impuestas por el gobierno bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El organismo internacional concedió en 2017 a Túnez un crédito por valor de 2.500 millones a cambio de reformas en el sistema impositivo, apertura de mercados y recortes abruptos en el gasto público.
Medidas que el gobierno ha comenzado aplicar con reticencia -temeroso de su pernicioso efecto en año electoral- y que aún así han tenido como primera consecuencia negativa un enorme incremento de la inflación y un descenso paulatino del poder adquisitivo, fruto de la devaluación del dinar.
Estas movilizaciones tienen lugar en medio de un ambiente político crispado en estos últimos meses, cuando se acercan las elecciones legislativas y presidenciales, previstas a finales de 2019.
Túnez, muy endeudado, obtuvo en 2016 del FMI un nuevo préstamo de 2.400 millones de euros en cuatro años, y prometió aplicar grandes reformas y reducir el peso de la función pública en el PIB, después de que los gobiernos que sucedieron a la revolución contrataran de forma masiva para calmar la indignación social.
"No se puede vivir, los precios se han disparado y los sueldos no han subido. Este gobierno no se preocupa de los pobres, solo trabaja para los bancos, para los ricos. Ahí está todo el dinero", se quejaba hoy Ahmed Atrush, funcionario en una empresa municipal de la capital.
En la misma línea se expresaba Lamia Abu Salam, médico residente en un hospital público de un suburbio de la capital, que este jueves se unió a la marcha "por la dignidad" que tuvo lugar en la céntrica avenida Bourguiba.
"Hace ocho años salimos a las calles para exigir democracia, derechos y dignidad. Tenemos democracia y tenemos más derechos, pero de la dignidad nada de nada. Hoy los tunecinos viven peor que antes", argumentaba.
Un discurso similar al que el líder del sindicato, Nouredin Taboubi, pronunció ante cerca de un millar de entusiastas personas congregadas en la plaza de Mohamad Ali, sede histórica del poderoso organismo.
En un tono populista, Taboubi criticó con dureza al gobierno, al que acusó de vender el país a la empresa privada e hipotecar su futuro como el firmado hace dos años con el FMI y el Banco Mundial.
"No votamos por un gobierno que para que ceda los beneficios del pueblo. Exigimos la soberanía del estado, que tome sus decisiones de forma independiente y que no ceda a los chantajes. La batalla continuará hasta que se cumplan nuestras demandas", manifestó.
"Nuestra voluntad es construir un estado social y democrático. La UGTT no decepcionará a los hijos del pueblo y seguirá siendo una voz que se levantará contra las decisiones imperialistas de quienes ahora toman las decisiones y apuntan contra la UGTT", agregó entre vítores.
La UGTT, uno de los sindicatos más antiguos del mundo árabe, de fuerte influencia francesa, fue un actor esencial en el triunfo de la revolución que en enero de 2011 acabó con la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Alí y dio inicio a las ahora marchitas "primaveras árabes".
Con más de 800.000 afiliados en un país con once millones de habitantes, y un prestigio ganado durante los años de oposición a la dictadura y después durante la transición, la UGTT es a día de hoy una de las fuerzas sociales más poderosas del país junto al movimiento islamista "Ennahda".
Expertos locales y analistas internacionales coinciden en apuntar que más allá de las reivindicaciones salariales, la huelga de hoy - a la que estaban llamados unos 670.000 funcionarios- fue en realidad un aviso al gobierno y a la presidencia de cara a las elecciones presidenciales previstas para finales de año.
Desde que llegó a la jefatura del Gobierno, el primer ministro está enfrentado al secretario general de su partido, Nidá Tunis, Hafed Essebsi -hijo del presidente de la nación y fundador de la formación, Beji Caid Essebsi,- en un pulso que ha hecho a esta formación perder el control del Parlamento.
La batalla se ha agudizado en las últimas semanas, azuzada por los rumores que apuntan a que Chahed planea formar su propio partido para concurrir a las presidenciales.
Desplomada la colación laica que ganó los comicios de 2014, la mayor fuerza política la concita en la actualidad el partido islamista conservador "Ennahda", primera fuerza en el Parlamento, principal socio y soporte del gobierno y vencedor de las elecciones municipales celebradas el pasado mayo.
"Taboubi ha demostrado hoy que el tiene algo que decir de cara a las elecciones y que el apoyo de la UGTT no va a ser barato. Ha comenzado el juego electoral", explicó hoy Farah ed Din, activista tunecino de la sociedad civil.

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