TÚNEZ.- La
UGTT, el principal sindicato de Túnez, hizo hoy una exhibición de
fuerza y envío una dura advertencia al frágil gobierno que dirige Yusef
Chahed, sacudido por una huelga general de la función publica que logró
paralizar el país.
La
Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) convocó una huelga de 24
horas entre los 677.000 funcionarios y 350.000 trabajadores de empresas
públicas, lo que representa cerca de un cuarto de la población activa
del país.
El
sindicato reclama aumentos salariales más importantes que los 130 a 180
dinares (40 a 55 euros, 42 a 60 dólares) en dos años propuestos por el
gobierno, para contrarrestar la caída del poder adquisitivo debido a la
inflación, que alcanzará 7,5% en 2018.
Le
salario bruto medio de un funcionario es de 1.580 dinares (500 euros,
520 dólares), según el último informe oficial para 2016.
Estaciones
de tren, aeropuertos y puertos sintieron el mazazo de una movilización
masiva que tenía como objetivo denunciar las políticas de recortes y
austeridad impuestas por el gobierno bajo la tutela del Fondo Monetario
Internacional (FMI).
El
organismo internacional concedió en 2017 a Túnez un crédito por valor
de 2.500 millones a cambio de reformas en el sistema impositivo,
apertura de mercados y recortes abruptos en el gasto público.
Medidas
que el gobierno ha comenzado aplicar con reticencia -temeroso de su
pernicioso efecto en año electoral- y que aún así han tenido como
primera consecuencia negativa un enorme incremento de la inflación y un
descenso paulatino del poder adquisitivo, fruto de la devaluación del
dinar.
Estas
movilizaciones tienen lugar en medio de un ambiente político crispado
en estos últimos meses, cuando se acercan las elecciones legislativas y
presidenciales, previstas a finales de 2019.
Túnez,
muy endeudado, obtuvo en 2016 del FMI un nuevo préstamo de 2.400
millones de euros en cuatro años, y prometió aplicar grandes reformas y
reducir el peso de la función pública en el PIB, después de que los
gobiernos que sucedieron a la revolución contrataran de forma masiva
para calmar la indignación social.
"No
se puede vivir, los precios se han disparado y los sueldos no han
subido. Este gobierno no se preocupa de los pobres, solo trabaja para
los bancos, para los ricos. Ahí está todo el dinero", se quejaba hoy Ahmed Atrush, funcionario en una empresa municipal de la capital.
En
la misma línea se expresaba Lamia Abu Salam, médico residente en un
hospital público de un suburbio de la capital, que este jueves se unió a
la marcha "por la dignidad" que tuvo lugar en la céntrica avenida
Bourguiba.
"Hace
ocho años salimos a las calles para exigir democracia, derechos y
dignidad. Tenemos democracia y tenemos más derechos, pero de la dignidad
nada de nada. Hoy los tunecinos viven peor que antes", argumentaba.
Un
discurso similar al que el líder del sindicato, Nouredin Taboubi,
pronunció ante cerca de un millar de entusiastas personas congregadas en
la plaza de Mohamad Ali, sede histórica del poderoso organismo.
En
un tono populista, Taboubi criticó con dureza al gobierno, al que acusó
de vender el país a la empresa privada e hipotecar su futuro como el
firmado hace dos años con el FMI y el Banco Mundial.
"No
votamos por un gobierno que para que ceda los beneficios del pueblo.
Exigimos la soberanía del estado, que tome sus decisiones de forma
independiente y que no ceda a los chantajes. La batalla continuará hasta
que se cumplan nuestras demandas", manifestó.
"Nuestra
voluntad es construir un estado social y democrático. La UGTT no
decepcionará a los hijos del pueblo y seguirá siendo una voz que se
levantará contra las decisiones imperialistas de quienes ahora toman las
decisiones y apuntan contra la UGTT", agregó entre vítores.
La
UGTT, uno de los sindicatos más antiguos del mundo árabe, de fuerte
influencia francesa, fue un actor esencial en el triunfo de la
revolución que en enero de 2011 acabó con la dictadura de Zinedin el
Abedin Ben Alí y dio inicio a las ahora marchitas "primaveras árabes".
Con
más de 800.000 afiliados en un país con once millones de habitantes, y
un prestigio ganado durante los años de oposición a la dictadura y
después durante la transición, la UGTT es a día de hoy una de las
fuerzas sociales más poderosas del país junto al movimiento islamista
"Ennahda".
Expertos
locales y analistas internacionales coinciden en apuntar que más allá
de las reivindicaciones salariales, la huelga de hoy - a la que estaban
llamados unos 670.000 funcionarios- fue en realidad un aviso al gobierno
y a la presidencia de cara a las elecciones presidenciales previstas
para finales de año.
Desde
que llegó a la jefatura del Gobierno, el primer ministro está
enfrentado al secretario general de su partido, Nidá Tunis, Hafed
Essebsi -hijo del presidente de la nación y fundador de la formación,
Beji Caid Essebsi,- en un pulso que ha hecho a esta formación perder el
control del Parlamento.
La
batalla se ha agudizado en las últimas semanas, azuzada por los rumores
que apuntan a que Chahed planea formar su propio partido para concurrir
a las presidenciales.
Desplomada
la colación laica que ganó los comicios de 2014, la mayor fuerza
política la concita en la actualidad el partido islamista conservador
"Ennahda", primera fuerza en el Parlamento, principal socio y soporte
del gobierno y vencedor de las elecciones municipales celebradas el
pasado mayo.
"Taboubi
ha demostrado hoy que el tiene algo que decir de cara a las elecciones y
que el apoyo de la UGTT no va a ser barato. Ha comenzado el juego
electoral", explicó hoy Farah ed Din, activista tunecino de la
sociedad civil.
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