NUEVA YORK.- En todo el país, los costos
de construcción para los sectores público y privado se han incrementado
mientras que la productividad se ha estancado o ha caído. Es mucho más
costoso construir un kilómetro de ferrocarril en EE.UU. que en Francia, a
pesar de que este último está mucho más sindicalizado.
Nadie logra
identificar la razón; en cambio, parece que EE.UU. está plagado de
corrupción, licitaciones ineficientes, altos costos de adquisición de
terrenos, excesos de personal, barreras regulatorias, mal mantenimiento,
dependencia excesiva de los consultores y otros problemas.
Estas
ineficiencias aparentemente menores se acumulan en un país que ha
olvidado cómo construir. No es de sorprender que la mayor parte de la
infraestructura del país permanezca en un estado de abandono.
Todo
esto plantea una pregunta preocupante: ¿es posible que un país rico e
industrializado vuelva a caer en los rangos medios? Naciones Unidas
clasifica a los países como desarrollados, en desarrollo, y una
categoría intermedia llamada "en transición". Generalmente se asume que
las economías en transición van hacia arriba, no hacia abajo.
EE.UU.
sigue siendo un país muy rico, más que Alemania, Suecia, Japón, Canadá o
Dinamarca.
No obstante, esa riqueza esconde una variedad de áreas en la
que EE.UU. parece más disfuncional que sus pares. Los costos de
construcción son una de ellas. Otra es la salud: el sistema híbrido
público-privado de EE.UU. termina siendo mucho más costoso que en otros países con sistemas dominados por el gobierno.
La
cifra crece a ritmo constante. Sin embargo, a pesar de este generoso
gasto, EE.UU. tiende a obtener resultados de salud peores en muchas
mediciones. Algunas alarmantes tendencias recientes resaltan la enorme
falla actual del sistema. Hace cinco años, la expectativa de vida, que
sigue creciendo en muchos otros países, empezó a caer en EE.UU.:
La
mayoría de los países también han visto un declive en la mortalidad
materna. En EE.UU., sin embargo, la tasa ha crecido en los últimos años.
Además, en parte debido a los altos costos de construcción y en parte a las restricciones en la construcción de vivienda, el país se enfrenta a una crisis de accesibilidad de la vivienda.
También padece de una trágica epidemia de opioides. Las tasas de
suicidio han incrementado considerablemente. El agua potable de ciudades
enteras ha sido contaminada con plomo.
La corrupción está creciendo. La
lista continúa. Otras disfuncionalidades son de más larga data. EE.UU.
tiene una población carcelaria enorme y una tasa de crímenes violentos
mucho más alta que la de otros países desarrollados. También padece más
pobreza y hambre.
Algunos
han sugerido que de hecho EE.UU. es dos países en uno: una nación
desarrollada para los ricos y una en desarrollo para los pobres.
Sin
embargo, las tendencias recientes, como la caída de la productividad de
la construcción y el aumento en los costos de la salud sugieren que la
desigualdad no es la única historia en este caso. Simplemente, EE.UU. se
está volviendo menos eficiente en una gran cantidad de medidas.
¿Cómo
puede continuar esta pérdida de eficiencia sin dañar la riqueza general
del país? Nadie lo sabe, pero si eventualmente EE.UU. retrocede en
términos de producto interno bruto, no sería el primer país rico en
hacerlo en los últimos años. Italia ya ha seguido ese camino.
Italia
ha sido políticamente disfuncional y ha estado dividido por mucho
tiempo. Durante casi una década, un presidente corrupto, divisivo y
populista, Silvio Berlusconi, empeoró la situación. Ciertamente, la
comparación con EE.UU. no parece alentadora.
EE.UU.
no debería esperar a ver si la tendencia actual persiste. En cambio,
debe haber un enfoque nacional en reducir los costos de las industrias
clave, mejorar la salud de la población, incrementar la densidad de las
ciudades en expansión del país, actualizar el transporte público y
reducir la corrupción y el desperdicio, tanto en el sector público como
en el privado. Si EE.UU. quiere seguir siendo un país desarrollado,
debería intentar verse y actuar como tal.
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