OTTAWA/WASHINGTON.- Donald
Trump podría tener que reducir los aranceles sobre el acero y el
aluminio si quiere que su nuevo acuerdo comercial para Norteamérica vea
la luz del día.
Legisladores
y grupos empresariales de Estados Unidos se unen a Canadá y México en
la presión al presidente para que levante los llamados aranceles de la
Sección 232 sobre esas naciones como, esencialmente, condición para
promulgar el acuerdo comercial que Trump firmó a fines de noviembre.
Los
aranceles entraron en vigencia a principios del año pasado y fueron
inmediatamente recibidos con medidas de represalia.
Hay
crecientes advertencias en los tres países, incluidos los republicanos
en el Congreso, de que la aprobación del acuerdo depende de la
eliminación de los aranceles. El principal asesor económico de la Casa
Blanca, Larry Kudlow, y el secretario de Agricultura, Sonny Perdue, ya
han reconocido un impulso dentro de la administración para eliminar los
aranceles, ya sea en su totalidad o con cuotas.
El
miércoles, el zar de comercio de Trump también expresó su preocupación
por el Acuerdo Comercial entre México, EE.UU., y Canadá. "El presidente
quiere que consiga algún tipo de acuerdo para el acero si puedo con
Canadá y México", dijo el representante de Comercio, Robert Lighthizer, a
los legisladores en Washington. "Si el T-MEC no es aprobado, sería una
catástrofe para todo el país".
Trump
amenazó alguna vez con notificar el retiro del TLCAN existente como
táctica de presión para aprobar el nuevo, con lo que en efecto dio al
Congreso una opción entre el nuevo acuerdo o ninguno. Pero no ha vuelto a
hacer esa amenaza desde fines del año pasado, y nunca ha notificado el
retiro.
Lighthizer,
en medio de las negociaciones con China, señaló a los legisladores
estadounidenses la importancia de aprobar el pacto continental.
"Esa
es nuestra principal prioridad, y si el Congreso no considera adecuado
aprobarlo, entonces todo lo demás de lo que estamos hablando es como una
nota al pie, porque significará que no podemos hacer acuerdos
comerciales", dijo. Más tarde, agregó: "Sería una admisión de fracaso
para todos nosotros".
Hay mensajes mixtos sobre cuánto están comprometidos los tres países para resolver el problema.
Los
asesores del Congreso y los funcionarios del gobierno canadiense,
hablando bajo condición de anonimato, han dicho que no hay negociaciones
activas entre los países para resolver el problema arancelario. Pero
eso no significa que no lo estén discutiendo.
La ministra de Relaciones
Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, presionó al vicepresidente de
EE.UU., Mike Pence, y al senador Lindsey Graham para lograr el alivio
arancelario, dijo un funcionario.
Mientras tanto, Guillermo Malpica
Soto, jefe de la oficina de comercio de la embajada mexicana en
Washington, dijo que la semana pasada se habían reanudado las
negociaciones para resolver los aranceles y que confiaba en que el
asunto podría solucionarse.
Canadá
se dirige a una elección este otoño, lo que significa que el acuerdo
comercial tendría que aprobarse en junio para evitar ser castigado en la
próxima legislatura.
"Creemos
que deberían levantarlos y deberían levantarlos ahora", dijo el
ministro de Comercio, Jim Carr, en una entrevista, mientras se negaba a
comentar si Canadá bloquearía el T-MEC por los aranceles. "Canadá
decidirá, cuando la posición estadounidense se aclare, cuál será el
próximo movimiento".
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