PARÍS.- La factura que deja el movimiento de los chalecos amarillos es abultada. Trece semanas seguidas de disturbios,
alteraciones de tráfico, destrozo de material urbano y daños directos e
indirectos en comercios han colmado la paciencia de las ciudades más
afectadas por las manifestaciones de cada sábado. Sus alcaldes
publicaron ayer un comunicado en el que pidieron al Gobierno una reunión urgente para tratar sobre ayudas e indemnizaciones que compensen las pérdidas sufridas, según recoge La Vanguardia, de Barcelona.
Las urbes que han tomado la iniciativa incluyen, entre otras, París, Nantes, Rennes, Rouen, Burdeos, Toulouse, Lyon y Saint-Étienne.
Todos los sábados, desde el pasado 17 de noviembre, la vida ciudadana
se ve alterada por la masiva presencia policial y unas marchas de
protesta que, invariablemente, terminan en choques violentos. Centenares
de tiendas, restaurantes, agencias bancarias y locales de todo tipo han
visto destrozadas sus lunas, cuando no han sido víctimas de saqueos.
Los alcaldes de la asociación Francia Urbana –a la que
pertenecen las ciudades más pobladas del país– han pedido un encuentro
inmediato con el primer ministro, Édouard Philippe, y con los titulares
de Economía, Bruno Le Maire, y Cohesión Territorial, Jacqueline
Gourault, para “definir las modalidades de indemnización y de
acompañamiento en nombre de la solidaridad nacional”.
Estos líderes
municipales sostienen que han debido asumir gastos extras debido a la
degradación de bienes públicos y la movilización de personal. Los
gremios de comerciantes, restauradores y hoteleros están presionando a
las autoridades locales porque quieren ser resarcidos. Sólo en la ciudad
de Toulouse, su alcalde, Jean-Luc Moudenc, estima que la factura de las
algaradas se eleva a 5,6 millones de euros.
Para el Gobierno central, el coste económico de los desórdenes también está siendo alto. Sólo la movilización de hasta 80.000 policías en las jornadas de protesta supone un dispendio importante.
En París se vivió ayer la resaca de los incidentes del
sábado. El hecho más grave fueron las heridas sufridas en una mano por
un manifestante que pretendía irrumpir en la Asamblea Nacional. La
Fiscalía abrió una investigación.
Según testigos, el manifestante trató
de coger con la mano, o de apartar, una granada lanzada por la policía.
El artefacto le explotó y le arrancó cuatro dedos. Los antidisturbios,
cuando la situación en la calle se complica, recurren a veces un tipo de
granada lacrimógena y ensordecedora de alta potencia , la GLI-F4, que
contiene 25 gramos de TNT. Si la deflagración se produce cerca de una
persona, puede causarle graves heridas y mutilaciones, por lo que hay un
clamor para que se prohiba, como han hecho en la mayoría de países
europeos.
El ministro del Interior, Chistophe Castaner,
explicó que la policía se vio obligada a usar la granada para romper el
cerco y frente a una masa hostil que pretendía asaltar la Asamblea
Nacional.
Castaner recordó que numerosos cajeros automáticos en las
calles por donde transcurrió la manifestación quedaron destrozados.
Fueron pasto de las llamas un vehículo de la misión Vigipirate
(despliegue antiterrorista del ejército) y un Porsche que estaba
aparcado.
Según Castaner, fue el mismo individuo, militante anarquista
fichado por la policía, quien prendió fuego a los dos vehículos. Esta
persona fue detenida, junto otras 44, y puesta a disposición judicial.
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