CARACAS.- La
mayoría de los habitantes de la capital venezolana se presentaron a
trabajar este jueves, desafiando silenciosamente la orden abrupta del presidente
Nicolás Maduro de que las festividades del carnaval comiencen el jueves y
no la semana que viene. "El pueblo tiene derecho a la felicidad, al
compartir, al baile, a la vida", señaló el mandatario en una transmisión
televisiva la semana pasada.
Sin
embargo panaderías, quioscos, talleres y restaurantes estuvieron
abiertos. Los autobuses y el tráfico escaso habitual avanzaron por las
avenidas principales. Mujeres y hombres vestidos de ejecutivos se
apresuraban para llegar a sus trabajos en la urbanización Altamira y una
larga fila de clientes esperaban para comprar productos como harina de
maíz y café en el quiosco de José Márquez en la urbanización Manzanares.
“Abrimos
y abriremos de nuevo mañana, porque esa decisión no fue tomada por el
presidente. Nuestro presidente es otro. Nuestro presidente es Juan
Guaidó", manifestó Carlos Vergara, quien administra una tienda de
mascotas en el sureste de Caracas.
Guaido,
de 35 años y timonel de la Asamblea Nacional, órgano legislativo de
mayoría opositora, mantiene una disputa con Maduro sobre quién es el
legítimo jefe de Estado. Ha sido reconocido como presidente encargado
por más de 50 países, pero Maduro conserva la lealtad de los militares y
por lo tanto, el poder.
El
intento de Guaidó de hacer ingresar ayuda humanitaria al país fue
frustrado violentamente por partidarios de Maduro el fin de semana
pasado y el regreso del asambleísta al país desde Brasil es incierto.
Sin embargo, el ascenso del joven legislador ha creado confianza y
optimismo dentro de la oposición que no se veía hace años y el jueves
mostraron su apoyo de manera muy simple: reportándose a trabajar.
En
una gran empresa de publicidad de la urbanización Sabana Grande,
trabajadores llegaron a desempeñar sus labores pese a un aviso formal de
la gerencia de que el jueves y el viernes serían días festivos.
Mantuvieron las luces de las ventanas apagadas y el vestíbulo sin
personal para evitar molestias del gobierno.
“Recursos
humanos vino a nuestra oficina y preguntó: ’¿Quién es su presidente?’ y
todos respondimos: ’Guaidó’”, explicó Daniela García, de 22 años, quien
escribe y produce comerciales allí. "No podemos reconstruir nuestro
país sin trabajar".
En la fila del quiosco de Manzanares, Elizabeth Romero declaró que Maduro no puede comprar afecto con días libres.
"Maduro
quiere que la gente olvide que quemó la ayuda humanitaria, pero la
crisis se agrava cada día. ¿Su respuesta es no trabajar? Por eso se
tiene que ir", criticó. Otras personas en la fila que revisaban sus
teléfonos móviles levantaron la vista para asentir y expresar su apoyo.
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