SAN SALVADOR.- Nayib Bukele, presidente electo de El
Salvador, nunca ocultó su interés en Estados Unidos como el gran aliado
para resolver los problemas del país, lo que, a la vez, supone para
Washington una oportunidad para alcanzar objetivos que no logró con el
Gobierno de Salvador Sánchez Cerén, cuyas relaciones se deterioraron en
el último año.
Pocos días después de resultar elegido
en las urnas y a falta de algo menos de cuatro meses para asumir la
Presidencia, Bukele ya conversó con el asesor de Seguridad Nacional de
la Casa Blanca, John Bolton, quien, además de felicitarle, le reiteró el
apoyo de su país y expresó el deseo de EE.UU. en "fortalecer la
amistad".
El presidente electo también sostuvo una reunión privada
con la embajadora norteamericana Jean Manes, en la que se discutieron
"varios" temas para "reforzar" las relaciones bilaterales y el
acercamiento.
El Gobierno norteamericano se ha puesto a
disposición de Bukele para trabajar conjuntamente "para avanzar la
prosperidad y democracia en la región", por lo que, de lograr entablar
un vínculo más solido, El Salvador sería el más beneficiado, ya que su
economía se sostiene, principalmente, por las remesas que provienen de
EE.UU.
Pero también el país norteamericano podría
conseguir, como moneda de cambio, que Bukele revirtiera algunas
decisiones que el Gobierno de Sánchez Cerén tomó contra la voluntad y
las sugerencias del Ejecutivo de Donald Trump, como el establecimiento
de relaciones diplomáticas con China, en detrimento de Taiwán, país con
el que El Salvador rompió lazos.
El inesperado cambio
ejecutado el pasado agosto bajo fuertes críticas de la derecha
salvadoreña, llevó al Gobierno estadounidense a "revaluar" sus nexos con
la nación centroamericana y a mostrarse preocupado por el "cambio
abrupto", algo que podría revertirse con Bukele al mando del país.
Para
EE.UU. el cambio repentino de la diplomacia salvadoreña es parte de una
serie de "acciones políticas preocupantes", como el "apoyo continuo" a
países como Venezuela o Nicaragua, actitudes duramente criticadas por el
Gobierno de Donald Trump, a lo que Ejecutivo de Sánchez Cerén hizo caso
omiso y exigió que se respetaran sus decisiones.
Este
rompimiento de vínculos también generó rechazo en la ciudadanía y, de
acuerdo con un sondeo de la privada Universidad Tecnológica (UTEC),
publicado en octubre de 2018, el 73,6 % de la población considera que el
establecimiento de relaciones diplomáticas con China fue "nada" o
"poco" acertada.
A las diferencias de EE.UU. con El
Salvador en la política exterior se suman cuestiones de asuntos sociales
que afectan a ambos países, como la salida irregular en caravanas de
unos 3.000 migrantes salvadoreños hacia Norteamérica.
Este
hecho generó discrepancias bilaterales, ya que el Ejecutivo de Trump
señaló que los países centroamericanos no han sabido frenar a sus
compatriotas para evitar que viajaran de manera ilegal.
El
presidente de EE.UU. ha sido muy crítico con los gobiernos de
Centroamérica, a los que amenazó con retirar parte de su ayuda económica
al desarrollo, al asegurar que no hicieron lo suficiente para evitar la
salida de las caravanas, que han partido de la región con el objetivo
de llegar a Estados Unidos.
Aunque el presidente
electo no se manifestó públicamente sobre este asunto, EE.UU. buscará,
como lo hizo anteriormente con el Ejecutivo saliente sin obtener el
éxito esperado, que el nuevo mandatario se alinee con la política
migratoria norteamericana.
Bajo este clima, ambos
países buscan acercarse más para encontrar soluciones a problemáticas
que con el tiempo se recrudecieron y a las que Bukele tendrá que hacer
frente a partir del 1 de junio cuando tome posesión de su cargo.
Mientras
eso sucede, el presidente electo ya transmitió a Estados Unidos que
encontrará en El Salvador "no sólo un aliado, sino también un amigo".
En
las elecciones del 3 de febrero, Bukele logró el 53,1 % de los
sufragios, por delante de los candidatos de la Alianza Republicana
Nacionalista (Arena) y del Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN), rompiendo así el bipartidismo que los partidos
tradicionales tuvieron por décadas en el Ejecutivo al repartirse las
últimas cinco Administraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario