ANKARA.- El kilo de berenjenas que la semana pasada costaba cinco
liras en un mercado de Estambul, se paga hoy a doce. Esa subida, que
afecta a otras hortalizas esenciales en la dieta turca, han provocado la
acusación de especulación por parte del Gobierno y la reacción de los
vendedores de retirar productos.
"Si esas tiendas de
comestibles siguen explotando a mi gente, es mi obligación hacerles
pagar. Y lo haré", amenazó la semana pasada el presidente turco, el
islamista Recep Tayyip Erdogan, que los acusa de traicionar a la patria.
En reacción a ese ataque, muchos vendedores han
comenzado a retirar berenjenas y pimientos de sus puestos, sumando así
al elevado precio la escasez de productos.
"Hubo que
tomar una decisión ante la retórica que usan contra nosotros. Estamos
intentando cerrar filas y no vender ciertos productos por un tiempo",
justificó el presidente de la Federación de Minoristas de Turquía (TPF),
Mustafa Altunbilek.
Atrapados entre esas dos
posturas, muchos ciudadanos han denunciado la repentina subida de
verduras esenciales para la cocina turca, como el pimiento verde y la
berenjena, que duplicaron sus precios en la última semana de enero.
El precio de los ingredientes para cocinar un menemen, una especie de
revuelto de huevos, para cinco personas, ha pasado en diez días de
costar el equivalente a 1,5 euros a valer casi cuatro.
En la explicación se mezclan complicados factores macroeconómicos y
malas condiciones meteorológicas, resultando en una polémica que se ha
convertido en uno de los principales temas de debate ante las elecciones
municipales del 31 de marzo.
"Los precios medios del
sector de alimentos mostraron en diciembre un incremento del 25 por
ciento anual, es algo menos que en octubre, pero sigue siendo una subida
importante", señala el economista Ahmet Öncü.
Según el diario Cumhuriyet, el aumento de los precios de los alimentos
en enero ha elevado la inflación anual en la cesta del mercado en un
apabullante 55%.
A esto se suman las malas
condiciones atmosféricas en Antalya, la provincia mediterránea que
produce el 53% de las hortalizas de Turquía y que sufrió un tornado a
finales de enero.
El Gobierno lleva meses intentando
controlar la inflación con medidas llamativas, como el despliegue de
policías en los supermercados para anotar los precios e investigar a los
comercios en los que se detecten subidas desacostumbradas.
El mes pasado, el ministro de Finanzas registró depósitos de cebolla en
Ankara para evitar medidas especulativas, y a finales de enero, el
Ministerio de Comercio envió una circular a los gobernadores de las 81
provincias del país para pedirles que informasen semanalmente de los
precios en el comercio minorista.
Pero cuando Erdogan
arremetió en enero contra "los especuladores", acusándolos de traidores
a la patria, la TPF reaccionó con la retirada de los productos.
Especialmente los pimientos verdes, las berenjenas y el calabacín podrían desaparecer de las estanterías.
El dueño de una cadena de supermercados confirmó que se debatía
esta opción, pero aseguró que seguiría vendiendo estas hortalizas, pese a
los altos costes, intentando ofrecer el precio más bajo posible en un
mercado de libre competencia.
Por el momento, estas
verduras aún están presentes en las tiendas y los mercados de Estambul,
si bien en menos puestos de los habituales.
"En
invierno es normal que las verduras suban cuando en Antalya hace frío;
mejora el tiempo y bajan de nuevo. Aunque tras el tornado nos podemos
esperar una nueva subida", dijo un vendedor en un mercado
callejero de Estambul.
"Es la ley de la oferta y la demanda. Cuando la gente no quiere comprar, los precios bajan", agregó.
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