LONDRES.- La
primera ministra británica, Theresa May, arriesgó enfurecer a
correligionarios del Partido Conservador al insistir en que quiere
mantener la parte más conflictiva de su plan para el brexit a fin de
evitar una frontera dura con Irlanda.
La
mandataria aseguró que no presionará para aceptar un acuerdo de
divorcio con la Unión Europea que no incluya la salvaguarda tendiente a
mantener abierta la frontera irlandesa para fines comerciales.
Los
comentarios de May tuvieron como objetivo garantizar a Irlanda del
Norte que el divorcio no traerá consigo el regreso de los puestos de
control en la frontera terrestre, pero se arriesga a alienar a los
políticos cuyo apoyo necesita para conseguir que se apruebe un acuerdo
en el Parlamento en Londres.
"No
propongo persuadir a la gente para que acepte un acuerdo que no
contenga esa póliza de seguro para el futuro", declaró May en Belfast el
martes. "Lo que el Parlamento ha dicho es que debería haber cambios al
backstop".
De
hecho, el Parlamento no pidió cambiar la salvaguarda, sino que
eliminarla. El 29 de enero, la Cámara de los Comunes votó a favor de
eliminar el backstop del acuerdo de retiro de la UE y reemplazarlo por
"disposiciones alternativas" para evitar una frontera dura.
Un
grupo de conservadores propuso usar nuevos sistemas de tecnología para
evitar la necesidad de recurrir a una salvaguarda en el acuerdo de
salida, pero May se mostró contraria a esa idea también.
Los
conservadores partidarios del brexit aborrecen el backstop porque ata
al Reino Unido a la unión aduanera de la UE, posiblemente para siempre.
La intención detrás del plan es garantizar que la frontera permanezca
libre de controles aduaneros, incluso si no hay un nuevo acuerdo
comercial global listo para el final del período de transición posterior
al brexit en diciembre de 2020.
Para
muchos conservadores euroescépticos, la salvaguarda va contra el brexit
porque impedirá que Gran Bretaña sea libre de determinar su propio
régimen comercial y lograr nuevos acuerdos con otros países del mundo.
El
Partido Unionista Democrático, que apoya a la administración
conservadora minoritaria de May, también se opone al backstop actual
porque establece nuevas barreras al comercio entre Irlanda del Norte y
el continente británico.
May
se fijó el 13 de febrero como fecha límite para negociar un acuerdo
reformado con la UE que tenga la oportunidad de ser aprobado en la
Cámara de los Comunes. De fallar, miembros del Parlamento propondrán sus
propias opciones el 14 de febrero, incluida una que se espera prepare
el terreno para retrasar el brexit.
La salida del Reino Unido de la UE está contemplada para el 29 de marzo, con o sin acuerdo.
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