NUEVA YORK.- ¿Aumentar los impuestos a
los ricos y a las empresas para mejorar el sistema de salud o de manera
más general, luchar contra la desigualdad? Durante mucho tiempo un tema
tabú en Estados Unidos, la idea ahora gana terreno, alentada por el ala
más izquierdista del Partido Demócrata.
En un país que encarna el
espíritu empresarial y que cuenta con la mayor cantidad de
multimillonarios del mundo, el tema ha estado en boca de todos estas
últimas semanas.
No hay un solo candidato demócrata a las elecciones
presidenciales de 2020 que no hable del tema, agitado por dos hombres
sumamente ricos que están preocupados por el alza de la desigualdad:
Bill Gates y Warren Buffett, segunda y tercera fortuna mundiales en la
clasificación 2018 de Forbes.
El senador izquierdista de Vermont,
Bernie Sanders, fue el primero en lanzar el asunto en las elecciones
presidenciales de 2016, al defender alzas de impuestos federales para
financiar la gratuidad de las universidades y una cobertura de salud
para todos.
Elizabeth Warren defiende un impuesto de 2% a toda
fortuna superior a 50 millones de dólares, Kirsten Gillibrand un
impuesto a las transacciones financieras, Sanders un impuesto a las
sucesiones para los ricos de hasta 77%: cada candidato demócrata tiene
su posición.
Sin ser
candidata, la flamante representante de origen puertorriqueño Alexandria
Ocasio Cortez, estrella demócrata, está al frente del debate: defiende
un nuevo tramo de impuestos a los ingresos por encima de los 10 millones
de dólares que alcanzaría el 70%, a fin de financiar un ambicioso
programa que combina más energías renovables, cobertura médica para
todos y un empleo garantizado a cada estadounidense.
La trama más elevada actualmente alcanza el 37%. Una tasa de 70% sería algo nunca visto desde los años '70.
Otra prioridad de los demócratas: aumentar los impuestos a las empresas.
La
discusión se encendió con la polémica en torno a la situación fiscal de
Amazon, la empresa con la cual Jeff Bezos hizo fortuna.
Amazon no
paga impuestos federales gracias a créditos obtenidos por sus grandes
inversiones, y alimenta el debate sobre empresas que no pagan tributos
pese a que obtienen beneficios.
Varios republicanos atacan las propuestas demócratas, comenzando por las de Ocasio Cortez, su peor pesadilla.
Grover
Norquist, presidente del centro Americans for Tax Reform
(Estadounidenses por la reforma impositiva) y cercano a los
republicanos, alerta desde enero contra propuestas que tengan como
blanco a los ricos, pero que terminan siempre "descendiendo para
golpear" a la clase media.
Pero para Joseph Thorndike, especialista en historia de la
política fiscal estadounidense, un retorno de la tendencia que empujaba
los impuestos a la baja desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es
ahora posible.
"Creo que realmente está ocurriendo algo: se ha
lanzado una discusión que no teníamos desde los años '60 o incluso desde
los '50", dijo.
Al final de la guerra y del "New Deal" del
presidente Roosevelt, los impuestos eran muy elevados, con un tramo de
imposición máximo de 94%. Bajaron netamente primero en los años '60, y
luego con Reagan en los '80, explicó.
En 2017, el multimillonario
Donald Trump -que siempre se ha negado a difundir su declaración de
impuestos- y la mayoría republicana en el Congreso aprobaron una nueva
baja de los impuestos federales, pese a la oposición de los demócratas.
¿Cómo fue que se invirtió el discurso?
En gran parte, por las crecientes desigualdades, estima Thorndike.
"Las
personas pueden tolerar cuando los ricos se tornan más ricos, a
condición de que la clase media también se beneficie. Pero cuando las
clases media y trabajadora se estancan, esto crea tensiones sociales que
son problemáticas políticamente", dijo.
Trump podría también haber tenido un efecto catalizador.
Si
bien los grandes cambios en la fiscalidad estadounidense ocurrieron en
tiempos de crisis -guerra o recesión grave- la presidencia de Trump
"podría representar una ruptura suficiente como para desencadenar este
tipo de cambio", según Thorndike.
Un sondeo realizado del
22 al 24 de febrero por el instituto Morning Consult para el sitio
Politico parece confirmar el visto bueno creciente de los
estadounidenses: un 74% de los electores se dicen globalmente favorables
a que los ricos paguen más impuestos, y 73% a que las empresas paguen
más.
Más del 90% de los electores estiman que estos impuestos
adicionales deberían ser destinados a una mejora del sistema de salud o
de la infraestructura.
Pero este aparente consenso, que esconde importantes
disparidades entre demócratas y republicanos, debe ser interpretado con
prudencia, ya que las cuestiones de impuestos son sensibles, advierten
expertos.
Las medidas más eficaces son muchas veces difíciles de
explicar al público, y los argumentos "anti ricos" esgrimidos por
algunos demócratas podrían asustar a los electores, destaca Thorndike.
Algo es seguro: "los responsables políticos buscan innovar y
responder (a las desigualdades) con métodos no tradicionales", estima
Kenneth Scheve, profesor de ciencia política de la Universidad de
Stanford.
La tributación de los ricos "será un tema clave del debate en la primaria demócrata de 2020", anticipó.
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