CARACAS.- Billetes de bolívares
mezclados con dólares en un mercado de Caracas; largas filas para
comprar hielo, en dólares, en la calurosa Maracaibo. La dolarización de
facto de Venezuela se profundizó con el gigantesco apagón que paralizó
al país.
Las transacciones electrónicas, indispensables hasta para
comprar pan debido a la escasez de efectivo, quedaron suspendidas
durante el corte, dando paso al billete verde hasta en zonas populares
como Catia (oeste de Caracas).
"No había luz, y cuando llegaba, teníamos problemas con la
conexión de los puntos de venta (datáfonos) y los bancos. Vino gente
con dólares y, entonces, uno negocia", relató Martín Xabier,
dueño de una panadería en el corazón de esta barriada de intensa
actividad comercial.
"Todo el mundo por acá lo hizo", añadió
Martín, mientras una decena de personas hacía fila para comprar pan a
medida que se recuperaban las conexiones.
Al otro lado de Caracas,
en el acomodado Altamira, una tienda de comestibles mantenía cerrados
sus portones, pero el tendero anunciaba a viva voz ante una fila de
personas: "¡Aquí solo se acepta efectivo, señores! ¡Bolívares o
dólares!".
Una anciana que esperaba comprar leche para su nieto
rompió a llorar. "Yo no tengo nadie que me mande dólares. ¿Cómo hago?",
se lamentó.
En el mercado de Chacao, el dólar también reinó.
"Muchos
pagaron con dólares (...). Había que cobrar en efectivo y la gente no
tiene bolívares y, si tiene, tendría que traer los billetes en una
carretilla", comentó María del Carmen Pereira, propietaria de una
charcutería en la que había unos pocos cortes de carne salada y
productos preempacados.
Desde agosto pasado, cuando el presidente
socialista Nicolás Maduro decretó una devaluación de 96%, el bolívar se
depreció un 98% adicional -negociándose a unos 3.000 por dólar-, en
medio de una inflación que el FMI proyecta en 10.000.000% este año.
El sueldo mínimo representa menos de seis dólares.
Por ello, desde hace meses el dólar ganaba terreno al bolívar como moneda de uso en Venezuela.
Pero
millones no tienen acceso a divisas, lo que -según el economista
Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica- genera "una
desigualdad extrema".
Su consultora estimaba a fines de 2018 que
un tercio de los venezolanos vivía de las remesas que les enviaban sus
familiares en el exterior, que este año llegarían a unos 2.400 millones
de dólares.
Al menos 50% depende de los subsidios del Estado y el
resto vive de su trabajo en el sector privado. Unos 3,4 millones de
venezolanos residen en el extranjero, la mayoría emigrados por la
crisis.
"La inflación es la causa fundamental de la dolarización.
Este episodio traumático, quizás, pudo haber acelerado su uso, con la
gente más dispuesta a hacer y recibir pagos en dólares. Ya la tendencia
era irreversible", comentó Henkel García, director de la firma
Econométrica.
Reflejando esa tendencia, muchos buscan cobrar sus
servicios en dólares y algunas empresas han empezado a pagar bonos en
divisas para evitar la fuga de empleados.
Aprovechan la flexibilización de un control cambiario instaurado en 2003.
El
suministro de energía se normaliza desde el lunes en Caracas, pero
sigue siendo intermitente en regiones occidentales, las más afectadas
por el apagón generalizado que comenzó el pasado jueves.
"Acá
están cobrando todo en dólares: queso, plátanos, pan, cargas de
teléfonos celulares (en pequeñas plantas generadoras), hielo", contó Roxana Peña, de 26 años, en Maracaibo, capital del petrolero
estado Zulia.
En esa ciudad, donde se han registrado saqueos, ha
habido filas kilométricas para comprar por cinco dólares bloques de
hielo de unos 40 centímetros.
"Mucha gente no tenía para pagar", contó la docente Márgara Bermúdez.
Maduro
"no puede garantizar ni agua, ni luz, ni medicinas. Ni siquiera una
moneda digna con la cual comprar comida", criticó el martes el opositor
Juan Guaidó, jefe del Parlamento reconocido como presidente interino de
Venezuela por más de 50 países.
El mandatario acusa a Guaidó de
estar implicado en "ataques cibernéticos" y "electromagnéticos" de
Estados Unidos para sabotear el sistema eléctrico.
Pero expertos responsabilizan al gobierno por falta de inversión en infraestructura y corrupción.
Al margen de la pugna política, comerciantes y clientes trataron de salir adelante como pudieron.
Para
Franklin García, encargado de un pequeño local de víveres en La
Candelaria, en Caracas, aceptar dólares de sus pocos clientes le
permitió "salvar mercancía".
"No vino mucha gente. Billetes pequeños, de 10 ó 20 dólares", manifestó Franklin, quien perdió quesos, frutas y vegetales.
"¡Y se dañó una nevera!", agregó, señalando un congelador vacío que trataban de reparar dos técnicos.
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