PARÍS.- Los "chalecos amarillos"
se manifestaron este sábado en Francia, de nuevo con menos
participación, en un mes decisivo para intentar responder al "gran
debate" ciudadano lanzado por el presidente, Emmanuel Macron, en
respuesta a su movimiento.
El ministerio del Interior contabilizó
39.300 manifestantes en toda Francia, de los cuales 4.000 en París. De
nuevo la asistencia volvió a bajar respecto a la semana pasada, con
46.600 personas y 5.800 respectivamente.
El 17 de noviembre, 282.000 manifestantes participaron en el primer acto del movimiento, nacido en redes sociales.
En
París, los manifestantes realizaron un recorrido de 12 km bajo una
fuerte vigilancia policial. Un hombre resultó herido en la cara, según
fuentes coincidentes por un disparo de bola de goma, y la policía abrió
una investigación al respecto.
También se organizaron marchas en
otras ciudades del país, como Niza (sureste), Estrasburgo (este), Lille
(norte) o Nantes (oeste), donde hubo altercados poco después del inicio
de la manifestación y al terminar el cortejo. En esas ciudades hubo una
quincena de detenidos, en París 33.
En Colmar, una ciudad cerca de
Estrasburgo, los participantes en la protesta colocaron un chaleco
amarillo gigante en la réplica de la estatua de la Libertad.
Varios miles de personas se concentraron igualmente en Burdeos y Toulouse (suroeste), dos ciudades claves de la protesta.
En
las calles de Toulouse, donde la cita dio lugar a enfrentamientos con
la policía, Pierre Rivière, artesano, aseguraba que la movilización "no
se debilitaría antes del final del gran debate".
En Burdeos, donde
la estación fue invadida brevemente, los participantes colgaron una
pancarta en la que se leía: "16 de marzo, Aquitania invade París
ultimátum temporada 2"
Los manifestantes tienen las esperanzas
puestas en la movilización del 16 de marzo, presentada como una jornada
clave que coincidirá con el final del Gran Debate nacional que lanzó el
15 de enero el jefe del Estado francés.
Este último, muy criticado
por los "chalecos amarillos", que reclaman su dimisión, organizó una
consulta nacional sin precedentes, de dos meses de duración, para
intentar responder a la ira de los manifestantes, recabando las
inquietudes de los franceses.
El debate, que dio lugar a 10.000
reuniones en Francia y más de un millón de aportaciones por internet,
fue tachado de "farsa" y de "campaña de comunicación" por numerosos
"chalecos amarillos".
"El final del gran debate será el final de
la cortina de humo, seguiremos luchando pues este movimiento va a
cambiar el rostro del quinquenio de Macron y de Francia por mucho
tiempo", afirmó Alexandre Chantry en Lille, donde además se unieron
algunos belgas.
Aunque Macron afirmó el viernes que "un buen número de franceses" ya
no "comprendía ese movimiento", Cathérine, jubilada, consideró que la
movilización no ha perdido fuelle. Muchos franceses "son 'chalecos
amarillos en su interior', no necesitan estar presentes físicamente",
sostuvo.
El atípico movimiento de protesta, apolítico y al margen
de los sindicatos, surgió contra la subida de los carburantes y para
exigir un mayor poder adquisitivo, pero con el tiempo ha extendido sus
reivindicaciones.
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