sábado, 9 de marzo de 2019

Los "chalecos amarillos" vuelven a las calles en Francia pero decae la movilización

PARÍS.- Los "chalecos amarillos" no lograron contrarrestar el lento declive de su movimiento contra la política fiscal y social del presidente francés Emmanuel Macron, pese a manifestaciones en toda Francia en la 17ª jornada de protestas caracterizada por la más débil movilización desde el inicio de las protestas el pasado 17 de noviembre.

Unas 28.600 personas se manifestaron este sábado en todo el país, según cifras divulgadas por el ministerio del Interior, que han sido habitualmente cuestionadas por los "chalecos amarillos". De ellas, 3.000 se manifestaron en París.
La semana pasada, 39.300 personas se habían manifestado en todo el país, 4.000 de ellas en la capital, siempre según esa fuente.
El 17 de noviembre, cuando comenzaron las protestas sin colores políticos ni amparadas por sindicatos, contra el alza de los combustibles y por un mayor poder adquisitivo, llegaron a congregar a 282.000 personas en toda Francia.
El movimiento se convirtió rápidamente en la peor crisis social para el presidente Macron desde su llegada al poder en mayo de 2017.
Pero cuatro meses después, la cantidad de participantes contabilizados por el ministerio de Interior francés no deja de caer.
Sin embargo, estas cifras están sujetas a dudas. Los manifestantes las refutan y aseguran que su movilización sigue siendo importante, mientras falta una semana para que termine el "gran debate nacional" que tuvo que lanzar el gobierno desde mediados de enero para intentar apagar la crisis.
"Acto decisivo: no nos moveremos". En París los manifestantes proponían hacer sentadas al pie de la Torre Eiffel. Pero el viernes por la noche, cuando algunos de ellos intentaban instalar unas estructuras cerca del emblemático monumento, la policía los desalojó rápidamente
Como desde hace 17 sábados, este sábado por la mañana los manifestantes se congregaron en París al pie del Arco del Triunfo, adonde también convergieron sindicalistas con chalecos rojos, niñeras con chalecos rosas y mujeres que manifiestan por la igualdad, al día siguiente del Día Internacional de los Derechos de la Mujer.
Pero esta convergencia de circunstancia pareció difícil de mantener, pues una parte de los manifestantes, los sindicalistas y las "chalecos rosas", bifurcaron hacia los jardines del Luxemburgo, dejando solos a los "chalecos amarillos".
Nejeh Farhat, de 40 años, un "chaleco amarillo", 'veterano' del movimiento, parece decepcionado. "Es una organización de mierda", dice, bajo la lluvia. 
"La convergencia no es algo malo, mientras más seamos, más fuertes seremos. Pero el combate no cambió, la prioridad es (poder llenar) el refrigerador. Luego, la igualdad y todo eso, si se hace, se hace. Pero primero el refrigerador".
Hubo manifestaciones en varias ciudades de Francia, en particular en Nantes, donde se produjeron algunos altercados con las fuerzas de seguridad. También en París se producían el sábado por la tarde escenas de tensión con la policía en la emblemática avenida de los Campos Elíseos.
Para los "chalecos amarillos", el objetivo del mes de marzo es dar un nuevo impulso al movimiento, con el espíritu de cuando comenzó, y aumentar la presión sobre el presidente Macron.
Y ya se lanzaron convocaciones para una nueva protesta la semana próxima, el 18º sábado de movilización, que sería al día siguiente al fin del "gran debate". 
Esperan entonces reunir en París "a toda Francia" para dar un "ultimátum" al gobierno.

Los chalecos amarillos participaron este sábado en un decimoséptimo fin de semana de protestas, con la voluntad de convertirlo en el "acto definitivo" mediante una llamada a la convergencia de luchas, como la urgencia social y el feminismo, aunque la división de los cortejos mostró la erosión del movimiento.
Pese a mostrar un ligero repunte de la participación a media jornada con respecto al sábado anterior, al final del día el Ministerio del Interior cifró los manifestantes en toda Francia en 28.600, de los que unos 3.000 se concentraron en París, el recuento más bajo desde el inicio de las protestas el pasado noviembre.
Ante el inminente fin del Gran Debate Nacional —encuentros entre administraciones y ciudadanos organizados por el Gobierno en respuesta al descontento social—, los chalecos querían convertir este fin de semana en el "acto definitivo", no tanto por ser el último sino por renovar la energía de la protesta.
La voluntad inicial era ocupar los alrededores de la Torre Eiffel durante tres días, pero los primeros intentos este viernes por la noche cayeron pronto en saco roto ante el desalojo, por parte de los agentes de policía.
El movimiento buscaba además evolucionar con una marcha que debía servir para mostrar músculo y unir varias voces: las mujeres debían tener más visibilidad, un día después del Día de la Mujer, pero también denunciar la urgencia social, según defendía una de las líderes, Priscillia Ludovsky.
Ludovsky, una de las que movilizó inicialmente a la población cuando el Gobierno anunció el pasado octubre un aumento de los impuestos al carburante, alertó este sábado también de la urgencia climática, una unión que hasta ahora parecía improbable.
"Fin del mundo y fin de mes, mismo combate", repitió desde el puente de Ièna junto a un grupo de manifestantes que abogan por una evolución de las denuncias.
"La mayoría de chalecos amarillos quiere consumir de forma más sana y son conscientes de que habrá que hacer mejoras para comer y respirar mejor. Si la fiscalidad ecológica despertó nuestro enfado es porque los impuestos que deben servir a la transición ecológica se consagraban a otra cosa", dijo Ludovsky en una entrevista al diario 'Le Parisien'.
En la capital, la manifestación arrancó a primera hora de la mañana en la avenida de los Campos Elíseos y a los chalecos se les sumaron los sindicatos, con chalecos rojos, y trabajadores de guarderías, en chalecos rosas, junto a mujeres vestidas del mismo color que pedían igualdad en esta jornada.
Una presencia que fue más bien simbólica, pues el amarillo y las reivindicaciones a favor de nuevos mecanismos de democracia participativa centraron la protesta.
Sin embargo, de camino al jardín de Luxemburgo, que debía ser el punto final, el conjunto se fraccionó en cuatro.
Horas más tarde, los antidisturbios intervenían en la famosa avenida parisina para dispersar a los manifestantes que habían bloqueado la calle, provocando los primeros enfrentamientos del día que se saldaron con 19 detenciones, según informó la prefectura de París.

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