LONDRES.- La primera ministra
británica Theresa May, una política que mostró una extraordinaria
perseverancia en el espinoso camino hacia el Brexit, puso en peligro el
martes el destino del Reino Unido y su propio futuro político por su
insistencia en no cambiar de rumbo.
"La primera ministra tiene que
aceptar que su forma de abordar esto no está funcionando (...) este es
el momento de cambiar de dirección no de seguir insistiendo", había
dicho la diputada laborista Yvette Cooper un día antes de que el acuerdo
de Brexit defendido por May fuese rechazado por segunda vez en el
Parlamento.
Fiel a su reputación de testaruda, desde que llegó al
cargo en 2016 esta jefa de gobierno, de 62 años, que proyecta una imagen
de frialdad un poco mecánica se levantó tras cada golpe que recibió.
Tras
ver estrepitosamente rechazado por el Parlamento británico en enero el
acuerdo que con tanto esfuerzo había logrado con la UE, volvió a
enzarzarse en unas arduas negociaciones con Bruselas, tras la cuales el
texto volvió a sufrir un histórico revés.
Si hubiese logrado su
aprobación, habría sido "a base de estoicismo y perseverancia", en
opinión de Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School
of Economics. Pero este fracaso la dejará "como la persona que provocó
la explosión de los conservadores" y arriesgó el futuro del país por
insistir con su plan hasta los días previos a la fecha fijada para el
Brexit, el 29 de marzo.
Según Charles Walker, una importante
figura del Partido Conservador, esto podría desembocar también en nuevas
"elecciones generales en cuestión de días o semanas".
May
llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum, cuyo
resultado provocó la dimisión del conservador David Cameron, de quien
fue ministra del Interior durante seis años.
Pese a ser euroescéptica,
se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se
implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de
limitar la inmigración.
Solo un año después de llegar a Downing
Street, convocó unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas
destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó
perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño
partido unionista norirlandés DUP para poder gobernar.
Desde entonces los ataques de euroescépticos y proeuropeos de su propia formación la han hecho tambalearse en varias ocasiones.
Varios
de sus ministros la fueron abandonando por el pedregoso camino
descontentos con su idea de negociar una estrecha relación con la Unión
Europea, entre ellos dos ministros del Brexit, Dominic Raab y David
Davis, y el jefe de la diplomacia Boris Johnson.
Pero hasta ahora, May siempre sobrevivió y siguió adelante convencida de que su plan era "el mejor para Reino Unido".
Theresa Brasier --su nombre de soltera-- nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste del país.
Tras estudiar geografía
en la Universidad de Oxford, donde conoció a su esposo, Philip, y
trabajar brevemente en el Banco de Inglaterra, dio sus primeros pasos en
política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito
londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997.
De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación.
La propia May se describió una vez como "una mujer
jodidamente difícil", y su actual ministro de Relaciones Exteriores,
Jeremy Hunt, advirtió recientemente: "No subestimen a Theresa May".
Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosidad.
"Es
muy diligente, muy trabajadora, se sumerge en los detalles, es bastante
tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda", explicó el exlíder
liberaldemócrata Nick Clegg, que fue viceprimer ministro del gobierno de
coalición de Cameron.
"Todas estas cosas son cualidades
bastante buenas en un político del gobierno", reconocía Clegg. Pero
"nunca vi realmente en ella mucha imaginación, ni flexibilidad, ni
instinto, ni visión".
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