BANGKOK.- El budismo es uno de los pilares tradicionales de la sociedad
tailandesa y subyace a muchos aspectos de la vida en el país, pero los
monjes tienen poca influencia sobre el Estado en comparación con la
monarquía y los militares.
La aparición del Partido Pandin Dharma
para disputar las elecciones del 24 de marzo apunta al surgimiento de
una franja de la sociedad tailandesa que no comparte la visión de la
religión del sistema monárquico-militar y expresa una creciente
antipatía hacia el islam.
“Me uní a este partido por su propuesta
de proteger la religión”, dice Sirima “Grace” Sarakul, de 36 años, la
modelo, que aspira a un escaño en el Parlamento como candidata del
Partido Pandin Dharma.
La amenaza para el budismo, según creen
los partidarios del Pandin Dharma, proviene de autoridades seculares a
quienes acusan de acosar a los monjes y de preocuparse más por la
pequeña minoría musulmana de Tailandia que por la religión que profesa
más del 90 por ciento de los tailandeses.
“El Estado ha tratado a
los monjes con mano dura”, se queja el exmonje Korn Medee, de 47 años,
líder del partido cuyo nombre significa Tierra de Enseñanza Budista. “El
Gobierno ha favorecido abiertamente a la otra religión sobre el
budismo”, dice.
La Oficina Nacional de Budismo del
Gobierno se negó a comentar estas acusaciones o el auge del nacionalismo
budista, alegando que se trata de un asunto de seguridad nacional.
Otros
dos partidos que se declaran budistas en las elecciones están alineados
con la junta militar, que ha impuesto medidas para controlar los 40.000
templos de Tailandia argumentado la necesidad de abordar unos
escándalos que van desde la corrupción hasta el sexo y el asesinato.
Paiboon
Nititawan, de 65 años, del promilitar Partido de Reforma Popular,
rechaza a Pandin Dharma como “budistas no auténticos”.
“Nuestro partido ni siquiera habla de la religión en sí, sino de aplicar las enseñanzas de Buda”, dice.
La
prolongada fractura política de Tailandia entre el sistema
institucional y el populismo del ex primer ministro Thaksin Shinawatra
se refleja en la religión.
El budismo tailandés se divide en dos
fraternidades: el popular Mahanikaya y el más conservador Thammayut,
vinculado a las instituciones y más influyente desde que lo fundara un
rey del siglo XIX.
“Ha habido un conflicto de intereses entre
facciones dentro de la sociedad monástica y el gobierno militar”, dijo
el académico budista Somrit Luechai. “Mientras los monjes permanezcan
bajo el control centralizado del Estado, este conflicto no terminará e
incluso podría intensificarse”.
La religión no ha estado entre
los temas candentes de cara a unos comicios que se presentan en gran
medida como un enfrentamiento entre partidos que apoyan al líder de la
junta respaldada por los poderes institucionales, Prayuth Chan-ocha, y
los aliados de Thaksin.
Pero un sistema electoral diseñado para
ayudar a los partidos más pequeños, 81 de los cuales se han presentado a
las elecciones, ha dado más espacio a los grupos de interés.
Vestidos
de blanco para destacarse como devotos laicos del budismo, Sirima y
otro exmonje, Boonyatilert Sara, de 45 años, se encontraron con público
receptivo en la provincia de Pathum Thani, donde la expansión del norte
de Bangkok da paso a los campos de arroz.
“El
budismo ha estado decayendo en este país”, dijo Yuttana Suksa-ard, de
66 años. “Un partido así puede ayudar a purificar la religión”.
Pandin
Dharma acusa al gobierno militar de atacar injustamente a los monjes
dirigentes, por los registros en templos importantes como el gigantesco
complejo de Dhammakaya, en Pathum Thani, por supuestos escándalos.
El partido quiere convertir formalmente al budismo en la religión del Estado y dar más apoyo a los templos.
“Quiero
proteger la religión y para eso necesitamos poder legislativo”, dijo
Boonyatilert. “En la vecina Myanmar, los budistas saben bien cuál es su
religión y pueden defenderla. Aquí no”.
Aunque
Pandin Dharma rechaza enérgicamente las acusaciones de ser
antimusulmán, se queja de que los musulmanes reciben demasiada ayuda
estatal.
Quiere que los asentamientos budistas patrocinados por
el Estado en las provincias meridionales de mayoría musulmana ayuden al
regreso de los budistas que se fueron a causa de una insurgencia que ha
durado décadas.
Banjob Bannaruji, uno de los candidatos del
primer ministro del partido, elogió a Wirathu, un monje radical de
Myanmar, y en una publicación de 2015 preguntó: “¿Sucumbiremos todos y
permitiremos que el Islam se apodere del país o necesitamos que los
monjes de Myanmar nos ayuden?”.
Las autoridades tailandesas han
sido duras con los monjes que expresan puntos de vista antimusulmanes,
obligando a uno a que colgara los hábitos en 2016.
Pero algunos
temen que el nacionalismo budista también pueda convertirse en una
amenaza para las centenarias comunidades musulmanas.
“Antes,
solo se trataba de un montón de enemistades personales contra el Islam
expresadas en internet, pero ahora estos movimientos dispersos se están
definiendo más”, dijo Zakee Pitakumpol, académico de la Universidad
Príncipe de Songkla y subsecretario del Shayj al-islam, el líder
espiritual islámico de Tailandia.
El Partido Pandin Dharma solo
aspira a 145 de los 350 escaños esta vez y Korn minimiza las
posibilidades de obtener un gran éxito, al señalar que el partido no
tiene suficiente dinero para carteles y que se basa en las redes
sociales y en la campaña puerta a puerta.
“Incluso aunque no obtengamos ningún escaño, al menos ahora tenemos una plataforma”, dijo.
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