ARGEL.- El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika,
regresó hoy a Argelia tras dos semanas ingresado en un hospital de
Ginebra sin que se sepa realmente cuál es su verdadero estado de salud.
Un esperado regreso que se produce en medio de nuevas protestas en las calles del país y
un conato de huelga general en contra la de la decisión del mandatario,
de 82 años, de optar a la reelección para un quinto mandato consecutivo
en las elecciones del próximo 18 de abril.
"El presidente de la República, Abdelaziz Buteflika, regresó a Argel este domingo
por la tarde después de una visita a Ginebra, Suiza, durante la cual se
sometió a chequeos médicos rutinarios", confirmó pocos minutos después
la Presidencia de la República en un comunicado.
La jornada amaneció plomiza en Argel, con muchos comercios con las persianas bajadas
y pocas personas en la calle, síntomas de la huelga general y de la
última maniobra del régimen para tratar de sofocar las movilizaciones:
el inicio de las vacaciones escolares, que ha adelantado en diez días.
Aún
así, poco después del mediodía cientos de personas, en su mayoría
jóvenes estudiantes, volvieron a concentrarse en el centro de la capital
bajo el tradicional grito "no al quinto gobierno", "poder asesino" y "basta de corruptos".
A
esa hora, ya se había confirmado que el avión presidencial había salido
a primera hora de Argelia y esperaba en un aeropuerto de Ginebra,
presto para repatriar al mandatario, ingresado en un hospital suizo desde el pasado 24 de febrero.
El
aparato, un Gulfstream clase 4SP medicalizado, partió de Ginebra a las
15.40, hora local, y aterrizó en un aeródromo militar de Boufarik, en el
norte de la capital argelina, pasadas las 17.30, hora local (16.30
GMT).
Desde allí el mandatario, de 82 años
y al que en ningún momento se ha visto, fue supuestamente trasladado al
palacio de Zeralda en una ambulancia fuertemente escoltada, como se
pudo observar en un vídeo difundido por la cadena de televisión Al Bilad
a través de las redes sociales.
Supuestamente
porque a Buteflika no se le ve en público desde el pasado 21 de
febrero, día en el que asistió a la ceremonia de juramento del cargo del
presidente de Consejo Constitucional, Tayeb Belaid, el cual encabezará
el órgano que debe validar las candidaturas presidenciales esta misma semana.
Expertos
locales e internacionales coinciden en que el regreso de Buteflika por
sí solo no va a servir para eliminar la incertidumbre que en este
momento reina en el país, sacudido por masivas manifestaciones pacíficas
"Es
necesario que se vea al presidente en publico. Si no, los rumores van a
crecer y con ella la presión hasta las elecciones va ser insostenible",
explicó un diplomático europeo destinado en el país que prefirió
no ser identificado.
Las protestas arrancaron hace varios meses en las gradas de los campos de fútbol y saltaron a las calles del país el pasado 22 de febrero, dos días antes de que fuera trasladado y días antes de que el régimen suspendiera la inauguración del nuevo aeropuerto de Argel, a la que asistiría el presidente.
"La cancelación de ese acto fue una mala señal. Ahora hay varias opciones: el propio aeropuerto, la inauguración de la Gran Mezquita o la validación de las candidaturas. Veremos qué ficha mueve el poder, porque alguna debe mover", insiste.
Desde la primera, las manifestaciones han crecido cada viernes y han mutado para pasar de ser una protesta contra el quinto mandato a convertirse en un clamor popular de millones de personas contra la corrupción de un régimen dominado por el Ejército y los servicios secretos desde la independencia de Francia, en 1962.
La presión en la calle la mantenían a diario los estudiantes, una presión que el régimen ha decidido reducir adelantando diez días las vacaciones universitarias, que han comenzado hoy en todos los rincones del país.
En la presidencia desde 1999, Buteflika sufrió en 2013 un derrame cerebral que mermó sus facultades físicas y que ya le impidió hacer campaña en las presidenciales del año siguiente, pero no ganar los comicios.
Desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano Said y sus apariciones públicas son inusuales, reducidas a las imágenes grabadas por la cadena estatal con motivo del consejo de ministro o de visitas de altos dignatarios extranjeros.
Hace un lustro que no viaja al extranjero y en los dos últimos años ha cancelado en el último momento por "recaídas de salud" reuniones ya confirmadas con altos responsables como la canciller alemana, Angela Merkel, o el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán.
Las protestas arrancaron hace varios meses en las gradas de los campos de fútbol y saltaron a las calles del país el pasado 22 de febrero, dos días antes de que fuera trasladado y días antes de que el régimen suspendiera la inauguración del nuevo aeropuerto de Argel, a la que asistiría el presidente.
"La cancelación de ese acto fue una mala señal. Ahora hay varias opciones: el propio aeropuerto, la inauguración de la Gran Mezquita o la validación de las candidaturas. Veremos qué ficha mueve el poder, porque alguna debe mover", insiste.
Desde la primera, las manifestaciones han crecido cada viernes y han mutado para pasar de ser una protesta contra el quinto mandato a convertirse en un clamor popular de millones de personas contra la corrupción de un régimen dominado por el Ejército y los servicios secretos desde la independencia de Francia, en 1962.
La presión en la calle la mantenían a diario los estudiantes, una presión que el régimen ha decidido reducir adelantando diez días las vacaciones universitarias, que han comenzado hoy en todos los rincones del país.
En la presidencia desde 1999, Buteflika sufrió en 2013 un derrame cerebral que mermó sus facultades físicas y que ya le impidió hacer campaña en las presidenciales del año siguiente, pero no ganar los comicios.
Desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano Said y sus apariciones públicas son inusuales, reducidas a las imágenes grabadas por la cadena estatal con motivo del consejo de ministro o de visitas de altos dignatarios extranjeros.
Hace un lustro que no viaja al extranjero y en los dos últimos años ha cancelado en el último momento por "recaídas de salud" reuniones ya confirmadas con altos responsables como la canciller alemana, Angela Merkel, o el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán.
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