BERLÍN.- El Deutsche Bank y el Commerzbank,
los dos mayores bancos privados comerciales de Alemania, oficializaron
este domingo el inicio de las negociaciones para su fusión, una
operación que topa con el rechazo de sus plantillas y que, de
materializarse, supondría la aparición de un nuevo coloso en el sector.
Ambos informaron de sus planes este domingo, a
través de sendos comunicados y después de que varios medios, como la
edición digital del semanario "Der Spiegel", afirmaran que el anuncio
iba a producirse de forma inminente.
Se trata de evaluar una "opción estratégica", apuntó en
un comunicado en su página web la presidencia del Deutsche Bank, el
primer banco privado de Alemania.
Las opciones deben
ser "valoradas" para poder determinar si revertirán en un "crecimiento
provechoso" para el banco, prosiguió el texto, donde se hacía hincapié
en que el inicio de la negociación no implica que "haya garantías de que
la transacción" se consume.
Se trata de
conversaciones "de final abierto", insistía Commerzbank en su
comunicado, en un tono tan cauteloso como el del líder de la banca
alemana.
La fusión se consumará solo si se el examen
de la situación así lo aconseja, ratificó unas horas después el portavoz
del Deutsche Bank, Jörg Eigendorf, ya ante las cámaras para una breve
declaración a los medios.
Hay que evaluar "todo el
entorno", de "forma objetiva y sin dejarse llevar por la prisas", añadió
el portavoz, en medio de los rumores que circulan estos días por los
medios sobre supuestas "presiones" del Gobierno federal para que se
consume la creación de ese nuevo gran banco alemán.
Los rumores de conversaciones destinadas a una fusión circulaban desde
hace varios meses y se habían intensificado en días pasados, para
precipitarse este domingo en forma de comunicados oficiales de ambas
partes.
En medios alemanes se asegura que la
operación ha sido impulsada desde el Gobierno de la canciller Angela
Merkel, cuyo ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz,
habría estado presionando en esa dirección.
El camino
hasta una decisión final puede ser largo y para que se consume la
fusión deben superarse unos cuantos obstáculos, entre ellos el rechazo
de los representantes de los trabajadores.
Los
consejos de supervisión respectivos prevén reunirse el próximo jueves
para abordar esos planes, tal como había avanzado "Der Spiegel", que a
mediados de semana apuntaba una fuerte resistencia interna contra la
fusión.
Los representantes de las plantillas de los
dos bancos afectados -ambos inmersos en crisis de credibilidad-
avanzaron hace unos días su rechazo a la operación, ya que temen una
fuerte reducción de puestos de trabajo.
"Der Spiegel"
había avanzado ya días atrás del propósito de votar en contra, en caso
de que el asunto se aborde en la reunión del consejo de supervisión la
próxima semana.
Los representantes de los
trabajadores de Deutsche Bank no ven sensatez económica en los planes de
fusión y temen el recorte de hasta 30.000 empleos.
La fusión de Deutsche Bank y Commerzbank crearía un gran banco comercial
privado en Alemania, con un balance de dos billones de euros, 140.000
empleados y unos depósitos de ahorros de unos 840.000 millones de euros.
Sería el segundo banco comercial privado de la zona del euro, tras el francés BNP Paribas.
La situación de partida de ambos institutos no es, sin embargo, de absoluta solidez.
Commerzbank tuvo que ser rescatado en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers y después de adquirir el Dresdner Bank.
Ahora el Estado alemán tiene una participación del 15 % en Commerzbank.
El Deutsche Bank volvió a tener beneficios en 2018, por primera vez
desde 2014, pero sufre aún los efectos de los anteriores números rojos y
de las secuelas de las sanciones impuestas por la Justicia
estadounidense al banco alemán.
El Gobierno de Berlín
presiona para el resurgimiento de una banca privada poderosa, capaz de
hacer frente a la competencia exterior.
En medios
alemanes se asegura que las presiones se han acelerado y que el objetivo
es poder anunciar el nacimiento de ese nuevo coloso de la primera
potencia europea antes de las elecciones europeas del 26 de mayo.
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